Bueno, dejo ahora el texto que completaría la trilogía retrospectiva. Para quien no esté al tanto, reitero que a consecuencia de las cabos sueltos que surgen en el relato juevero de la pasada semana -Una voz en el teléfono- se me ocurrió completar la historia con dos precuelas sucesivas. La primera e inmediata, ya publicada - La cacería- y la que ahora agrego como punta inicial de la trama desarrollada en ellas. Espero les guste la propuesta.
EL RESENTIMIENTO
Desde que tenía memoria, la
figura del Manso se asociaba con la de su niñez. Desde muy chico aquel niño de
ojos claros y risa contagiosa se sumó a los juegos que él y su hermana
organizaban en el extenso terreno junto a la casona familiar, entre el campo de
girasoles y el camino. Tanto ella como sus padres siempre le recibieron con los brazos abiertos. Aunque él nunca lo
sintió demasiado cercano –el Manso gustaba de pasar largas horas libro en mano-
sí valoraba mucho la plácida compañía que éste aportaba en la vida de Blanca,
bastante enfermiza y poco apta para las correrías y los juegos rudos que él
siempre gustaba proponer.
Fue así que desde muy chicos,
nació entre el Manso y su hermana Blanca una muy estrecha amistad que con el
paso del tiempo se convirtió en previsible noviazgo, transcurrido sin mayores
altibajos durante los años en que ambos jóvenes limitaron su monótona vida a
los alrededores del pueblo. La ilusión e inocencia de la muchacha se trasuntaba
en su mirada, en sus proyectos de futuro compartido y una buena cuota de
caricias retribuidas.
La alegría de su hermana le
bastaba para sentir por el Manso algo similar a una confiada simpatía que jamás
logró ser –pese a todo- amistad profunda. La única actividad que sí solían
compartir exclusivamente entre los dos -como cosa de hombres- era la cacería.
Largas caminatas entre espinosos matorrales y escarpados riscos, incursiones
furtivas hasta lo más profundo del bosque, acampadas de fin de semana junto al
lago, siempre alertas ante eventuales presas, ensayando incluso estrategias a
dúo a la hora de enfrentar jabalíes, lobos y linces. Su joven sabueso fue
privilegiado testigo de aquellas jornadas de
excursiones y aventuras.
Todo cambió abruptamente cuando
el Manso decidió irse a estudiar a la ciudad. Sus inquietudes intelectuales
comenzaron a contraponerse con el horizonte contenido que la tranquila vida de
pueblo le imponía, y en ese marco de expansión, poco a poco, Blanca fue también
quedando al margen de sus planes y expectativas.
Luego de la partida, la felicidad
y la salud de la muchacha comenzaron a resquebrajarse, y al verla transitar por
tal abismo de tristeza, él mismo fue también sintiendo que en su interior
crecía un gran vacío. Contemplar la vida de su hermana diluida a causa de la
decisión del Manso fue opacando su corazón, haciéndolo un hombre parco,
resentido y francamente esquivo. Sólo en el entorno de su limitada vida
familiar lograba manifestar cierto grado de ternura. Fuera de eso, su vida
transcurría circunscrita a las escuetas relaciones enhebradas alrededor del
pueblo y su pequeña comunidad.
El poco aprecio que aún sentía
por la humanidad colapsó el día en que recibió la inesperada noticia: después
de muchos años alejado del paraje, el Manso volvía al pueblo. Congraciado con
su tierra natal, regresaba para instalarse otra vez entre su gente, con un
título bajo el brazo y una remilgada chica de ciudad como flamante esposa y
futura madre de su hijo.
Quizás la cálida recepción que
todo el pueblo le dio al recién llegado y la amistosa reciprocidad con la que
el repatriado respondía a tales afectos –como si allí nada le hubiese quedado
pendiente- culminó por irritarlo al punto de buscar ahogarse en el alcohol y la
vehemencia.
La sola idea de imaginar a su
hermana malherida por el cachetazo que suponía el regreso de su viejo amor del
brazo de otra mujer, le hacía hervir la sangre al tiempo que la semilla de la
venganza se le instalaba tanto en la mente como en el corazón.
Desde ese instante sintió que el
único propósito en su vida sería compensar –en algo, al menos- el gran dolor
que su querida hermana había ido padeciendo mientras sentía marchitarse su esperanza
y su juventud.
TRILOGÍA RETROSPECTIVA
2 - La cacería
3 - El resentimiento
Qué necesario sentimiento y vocación.
ResponderEliminarHe leído estos textos sin conciencia de que fueran una trilogía, leídos ahora en conjunto resultan una colección excelente.
Es para publicarlo, estan bueno como Memento, tiene algo de su estructura. En la historia telefonica habia mencionado a la hermana y el temor a algo fantasmal. Para algunos fantasma es la materializacion de los temores.
ResponderEliminarEl relato de caceria completa lo que teme, el origen estuvo en la vengaza ocultada como accidente de caceria. Este relato da la idea de que la venganza, el odio que la motivo, era injustificados. Siempre como argumento literario, no digo que sea alguna vez algo justificado. El Manso no cometió ninguna ofensa grave, no era el culpable de la mala salud de la hermana. Trató de progresar, de buscar un proyecto, estudiando. Tal vez se haya enamorado. El texto dice que el noviazgo con la hermana era algo no muy emocional. No era su culpa que la hermana no tuviera un nuevo romance, una nueva ilusion. Tal vea el pueblo no era propicio, él tuvo que irse.
Que la venganza fuera tan injustificada le da sentido al temor al llamado supuestamente fantasmal.
Que buena historia. merece publicarse.
¡¡fantastico! Realmente no me sorprende viniendo de tu mano...coincido plenamente con El Demiurgo...¡para publicarse!
ResponderEliminarMis cordiales saludos
Muchas gracias Pedro por tu amable comentario. Es muy grato saber que algo que uno ha escrito resulta interesante para el lector.
ResponderEliminarUn abrazo.
Demiurgo, te agradezco muchísimo por tu atenta lectura y tus ajustadas reflexiones. Me estimulan para seguir intentando esta aventura de hilvanar relatos.
ResponderEliminarTe dejo un abrazo.
Adelfa, casi nos pisamos, vos con tu amabilisimo comentario y yo respondiendo a los amigos! jejeje
ResponderEliminarGracias por tus halagos.
Un fuerte abrazo.
Lo primero que leí de esta trilogía fue "La Cacería". Me reocordó una peli con Antony Hopkins, que nunca vi entera, sino alguna parte en el cable (la escena del oso y alguna más).
ResponderEliminarDe "La cacería" me fui al relato de la llamada, que transimte un ambiente muy sombrío. Muy bien logrado.
En este se muestra el origen del resentimiento, pero me pareció que en la parte de "La cacería se evidencia mucho mejor.
La mejor cura contra el resentimiento es la generosidad. No la de los otros, sino la nuestra. Digo yo, bah.
Me da la impresión de que a este tipo el resentimiento le fue mimando la vida y terminó aniquilándolo.
Muito Bom!
Saludos
Muchas gracias amigo Ojo por la amabilidad de leer y comentar mis relatos.
ResponderEliminar=)
Ha sido una delicia conocer este bello blog, salgo encantado de él. Seguro que volveré. un saludo
ResponderEliminarBuena historia, Neo, ahora quedo con una sensación de pena por ese hombre al que esa pena fue carcomiendo lal cabo de los años hasta consumar una venganza y seguir siendo carcomido, esta vez por el remordimiento.
ResponderEliminarMe encantó la manera de narrarlo.
Un abrazo.
Felicidades por como escribes, nos haces partícipes de cada detalle por la claridad con que los expones. El final muy triste, pero es que en la vida muchos finales son así y las personas terminan sus días sufriendo y lamentando lo que no pudo ser.
ResponderEliminarUn besito.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarsólo me toca felicitarte, es un buen escrito, aunque estoy disconforme en vario puntos de la historia, pero es tu historia, no tengo voz ni voto, soy del tipo que si va a matar a alguien lo hace por sus propios medios sin utilizar a un tercero, yo lo llamo cobardía, aunque la victima no se lo merecía, y antes de extregarnos esta última parte ya me había imaginado los sucesos, aunque en mi mente sólo pude ver al manso (un hombre viejo) como el culpable de la muerte del padre del muchacho (protagonista) y que luego se había convertido en su padrastro o como el culpable de alguna violación (de la hermana o de su novia) y que el pueblo había aceptado casarlos sin importar que ella no quisiese, un pueblo machista, y que todos simplemente siguieron sus vidas y que él alimentaba su impotencia con una rabia infinita y que por ello buscaba por todos los medios una venganza, pero... dejar a la hermana por una vida mejor? pues todo el mundo tiene derecho a progresar.... entonces la pregunta final es.... quien era esa voz misteriosa y fantasmal que llamaba desde el más allá por teléfono? el manso buscando una venganza tipo (sé lo que hiciste el verano paado) o la hermana que no descansaba en paz porque sabía el crimen que el hermano había cometido y que nunca fue castigado?
ResponderEliminarjejejej Luis, deberías escribir vos toda esa historia paralela que se te vino a la mente! jejeje...lo mío es mucho más humilde...y sí, la ficción no tiene por qué ajustarse a los cánones de aceptación con los que nosotros nos manejamos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por leer con atención toda la historia.
Un abrazo
A tod@s los que pacientemente leyeron la trilogía y dejaron sus comentarios, GRACIAS!
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