miércoles, 27 de junio de 2012

ESTE JUEVES UN RELATO: En los zapatos del otro


Solemos asumir lo que creemos la gente es según su apariencia, el entorno en donde se desenvuelven y los códigos que adoptan. No siempre es así. Más de una vez la realidad es otra y detrás de esa máscara que aparentamos resultan  ser otras muy diferentes las circunstancias que llevamos a cuestas. No siempre interpretamos correctamente a la hora de intentar ponernos en los zapatos del otro.

Ella:

Apenas cruzar la puerta de aquel antro se arrepintió de haberle hecho caso a sus amigas para acompañarlas en lo que ellas llamaban una noche alocada. No era su costumbre. Todo lo contrario. Habitualmente  en sus salidas solía limitarse a comer algo, ir al cine o caminar un rato mirando vidrieras o simplemente pasear en solitario. Pero ese viernes fue distinto, no pudo encontrar el pretexto para negarse a tal invitación –ya había utilizado las mil excusas que no podía repetir- Se propuso entonces, pese a no hallarse cómoda, seguir el ritmo de lo que le marcaban sus amigas, intentando simular –al menos por una noche- ser distinta, tan diferente a lo que solía mostrarle el espejo que temió no poder reconocerse: vestido rojo ajustadísimo que una de ellas le prestó  -alentándola con el cierto argumento que le quedaría mucho mejor que a la susodicha-,  zapatos de taco aguja, tan altos como su empeine lograba resistir. El cabello suelto cayendo en cascada sobre sus hombros, dibujando en ondas la sensualidad que brotaba con sorprendente naturalidad. El maquillaje resultó ser tan audaz como el atuendo, consiguiendo que sus ojos entornados –más por falta de costumbre a andar de noche que por vocación seductora- resultaran ser la pieza principal de lo que aparentaba ser un efectivo señuelo atrapa-hombres. Bajo aquella parafernalia de mujer fatal, con más timidez que soltura, se lanzaba a un juego que la intimidaba por desconocido y desenfadado.

Acodado en la barra lo ve. Manos firmes pero agraciadas, bebiendo con elegancia y soltura un vaso de whisky , observando a su alrededor en la semi penumbra que delimitaba el pálido haz de luz de la entrada. Camisa oscura abierta al cuello, apenas insinuando la informalidad de quien demuestra ser habitué de la noche y sus secretos. Cabello peinado como al descuido aunque sin trazos de desprolijidad o falta de elegancia. Leve sonrisa seductora cuidadosamente al límite entre la aparente frialdad y la secreta complicidad de una travesura. Sin duda sabrá -apenas observarla- que ella es sapo de otro pozo en este submundo en el que él sin dudas se maneja con impecable soltura y sofisticada elegancia. Pese al llamativo envoltorio en el que esta noche se ha enfundado, se sabe más que insegura a la hora de planear estrategias que faciliten algún acercamiento. Se siente desactualizada y torpe aparentando lo que no es y teme resultar tan obvia como ridícula… una presa fácil en aquella cueva de lobos hambrientos listos para cazar sin piedad a insufribles caperucitas camufladas como ella. Quisiera escapar… animarse a salir corriendo ya mismo por esa puerta para llegar con rapidez a su refugio de contención y placidez emotiva.




Él:

Aunque no era la primera vez que había venido hasta allí buscando entretener su monocorde vida de soltero, esta vez el local se le antojaba un antro de obviedades y caras inconclusas. Nadie parecía llevar con sinceridad la cara que portaba. Buscaba en vano, tras las máscaras de intrigantes apariencias y compleja seducción, alguna razón que le justificara estar aún allí… simulando también ser quien no era… mientras recurría a su gastado recurso de juguetear con el whisky que sostenía en su mano. Desde la barra, acodado en ella con la soltura inventada de mil noches de soledad y copas, se consolaba intentando descubrir alguna señal en algún rostro que despertara sus sentidos, su esperanza o su ilusión. Las mujeres que solía encontrar en sus noches irredentas, solían ser, una, el calco de otra. Cambiaba el nombre –inventado también, por cierto- pero se repetía la actitud y la historia de aquellos infelices personajes que sólo tenían en mente dejarse llevar por el sopor del humo, la noche y sus reflejos. Una tras otra las veía, iguales aún siendo diferentes… Esperpentos dibujados tras el rimmel y el carmín que acentuaba risas y tormentos.

De repente la ve: vestido rojo ajustadísimo, altísimos tacos aguja, cabello ondulante como el sensual balanceo de sus caderas. Sin dudas ha venido en plan de ataque, compitiendo hasta con sus amigas para atrapar al mejor postor. Tras su inquietante mirada, un fulgor especial se advierte destellante y dispuesto a acabar con todo lo que se le cruce a su paso. Si dudas una implacable come hombres que sabe cuál ha de ser la mejor manera de estrujar corazones dejando un reguero en su camino. Lejos de lo que quizás otros piensen, siempre le han intimidado este tipo de féminas insensibles. Predadoras expertas  en pisotear sin compasión al desprevenido que se les arrime sin la adecuada defensa…no está en él soportar otra noche un desplante aparatoso, un gesto despreciativo o lo que es peor, ese implacable juego vanidoso de demostrarle a ciencia cierta que ella está muy por encima de su nivel. Teme al fin hacer el ridículo… aunque sus aparentes aires de hombre avezado en la noche logra disimular con eficacia su gran pozo de inseguridad. Quisiera intentar…-al menos una vez- descubrir la estrategia efectiva para romper las máscaras que ocultan los rostros de la gente y ver si allí, detrás de alguna, hay alguna mujer sincera que acepte compartir su contención y su placidez emotiva.

Más zapatos ajenos en lo de Gastón

35 comentarios:

  1. La imagen habla antes de que nuestras palabras llenen oidos ajenos, nos formamos ideas tan equivocadas que dan lugar a este fantástico relato. El, ella, sin darse la oportunidad de conocerse.
    Me gustó mucho tu visión.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Podria plantearse una objecion, si supiera analizar, el lenguaje verbal, más profundamente la apariencia, veria a una mujer tan insegura como él. Tal vez la imagen no necesariamente engañe, tal vez sea necesario saber interpretarla.

    ResponderEliminar
  3. Que gran romance se perdieron, jeje. Tanto camuflaje impide vernos realmente...
    Excelente aporte, sigo el camino y gastando suela!

    ResponderEliminar
  4. Quizás ambos sean mal observadores, pero el relato plantea algo que los tapa a los dos, es decir si hubieran cruzado un par de palabras, tal vez seguiría la historia otro curso, pero en la posición tan lejana en la que se encuentran es lógico el final. Además a los dos, algo captó la atención del otro, pero que se frustró. Quizás, no todo es tan invisible pero hay que estar muy atento para captarlo.

    ResponderEliminar
  5. Hoy aprendí a valorar más la vida, descubrí que el amor llena, que el cariño queda, y que las personas como TÚ son un regalo de Dios.

    La Amistad es la riqueza más grande de la Vida, no se cambia, no se presta, no se alquila, ni se vende, se gana con el Corazón y se conserva por siempre.
    ************
    Besos de esta amiga de Venezuela…
    (¯`v´¯)
    `•.¸.•´
    ¸.•´¸.•´¨) ¸.•*¨)
    (¸.•´ (¸.•´ .•´¸¸.•´¯`•-> SOYPKS

    ResponderEliminar
  6. Bueno, blogger me borró el comentario.

    Guau! noches irredentas! me quedé colgada de esa imagen.
    Decía que al final la producción de la señorita resultó y no resultó porque terminó espantando al galán (si estuviera aqui una amiga mía diría que ella se puso un "cazabobos" jajaja)
    No es culpa de ella ni de el, sino de la maldita costumbre de prejuzgar y guiarse por las apariencias.
    Total que la noche es larga, quien le dice que el irredento no se copetea un poco y se decide finalmente ... o al revés. Apostemos a que el destino hará bien su trabajo.

    Buen ensamble de historias
    un beso
    Ah si, soy Any!

    ResponderEliminar
  7. Genial Mónica.

    Las apariencias engañan, a primer ojo nos equivocamos, pero la culpa es nuestra cuando jugamos a ser lo que no somos. Sobran maquillajes, sobran posturas de seductor, queda la soledad que pudo ser compartida y no lo será gracias a los afeites.

    Muy bien contado este encuentro de máscaras. Besito.

    ResponderEliminar
  8. Las apariencias engañan a menudo. Detrás de una determinada coraza se puede aparentar lo que no se es. Un disfraz que puede evitar encontrarse con la verdad.
    Un beso

    Salud y República

    ResponderEliminar
  9. Visión real de la equivocada realidad, con frases geniales y un deje de tristeza, con un puntito de amargura. Felicidades

    ResponderEliminar
  10. Pienso lo mismo que Luis, igual son mal observadores y se miran demasiado el ombligo?
    Se han perdido una noche placentera, más no lo sé...

    Un besito bien fresco, con hielo y limón ¡qué caloooor!

    ResponderEliminar
  11. Ponerse el antifaz, sacarse el antifaz... Un mundo de apariencias y expectativas que se levantan sobre bases no muy convincentes, en definitiva, ambos cayeron en su propio engaño evitando conocer sus mutuas realidades. Creo que se hubieran sorprendido muchísimo, decubriéndose debajo de la fachada.
    Muy buen relato, como siempre, y con esa particularidad tuya de brindar los enfoques diferentes de los personajes.
    Un besito al vuelo:
    Gaby*

    ResponderEliminar
  12. Eso nos pasa por quedarnos en la apariencia, en la superficie de las cosas. No arriesgar un poco tiene esas consecuencias. Algo que pudo ser, no fué por indecisión, por miedo al ridículo y por quedarnos con la percepción más inmediata, por ser incapaces de ponernos en la piel del otro.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  13. Bueno, pues tal vez se llevará una sorpresa, y sea más sincera de lo que realmente piensa y le da sobre todo su apariencia.
    Buen retrato de los dos personajes.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  14. Me ha encantado. La puesta en escena, el retrato de los personajes, sus miedos. Qué cruel realidad la de ir por la vida aparentando, sólo conseguimos engañarnos a nosotros mismos.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  15. En realidad a veces dista mucho entre lo que representamos y lo que somos y tu lo has retratado a la perfección. estaba con ellos, pensaba como ellos y sentía lo que ellos.
    Muy bueno. Besitos

    ResponderEliminar
  16. Bueno Neo, pues aquí vengo para desearte un feliz verano y despedirme de ti hasta Septiembre. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
    http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  17. Muy definidos ambos y en cambio que mal interpretados por el otro.
    Texto elegante y descriptivo de unas personalidades que se dan no sólo en la noche jaranera, también el día confunde las apariencias.

    besos

    ResponderEliminar
  18. Se perdieron entre tanta apariencia, posturas y máscaras, una pena! todos nos ponemos la careta en alguna ocasión, pero llevarla siempre es pasar la vida sin sentido.
    Muy bueno, Neo.
    Besitos

    ResponderEliminar
  19. Este relato es perfecto, las cosas son así casi siempre, uno se deja engañar por lo que le muestran los ojos. A simple vista ya juzga sin dar tiempo o chance a conocer al otro más profundamente.
    Así se pierden muchas oportunidades de conocer gente distinta y agradable, que nos puede sorprender por lo que lleva dentro.
    Un abrazo Moni :)

    ResponderEliminar
  20. De nuevo por tu casa, disfrutando de las cosillas que nos dejas.


    Saludos y un abrazo.

    ResponderEliminar
  21. Muy bien has reflejado esa inseguridad que sentimos hacia nosotros y esa simplificación, dejándonos llevar por las apariencias, al apreciar a otros. Pasa también aquí, gente que escribe muy bien llega encontrándose cohibida cuando son tan buenos escritores como quienes estaban.
    Besos Neo.

    ResponderEliminar
  22. Muchas veces sucedes que la primera impresión que tienes de una persona nada más verla cambia en cuanto la conoces un poco mejor. La lástima es que los protagonistas de tu relato iban "tan bien disfrazados" que era imposible intuir que se escondía detrás de sus máscaras. Una bella historia, aunque triste, que refleja lo superficiales que podemos llegar a ser. Un beso.

    ResponderEliminar
  23. Las apariencias pueden sobrellevar este tipo de engaños, tal vez algunas personas necesiten disfrazarse, ponerse una careta, o simplemente ponerse unos zapatos caros para aparentar lo que no son.
    Pero... vivimos en tiempos de apariencias, de brillo y marcas y eso marca.

    Un buen relato.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  24. ¡Qué lastima que las apariencias de ella lo hubieran engañado tanto!, quién sabe lo que se perdieron ambos por pretender ser quienes no son, si otras hubieran sido las circunstancias...
    Muy buen relato Mónica, me gustó como están delineadas con maestría las personalidades, sus dudas, lo que pretenden y sus lados ocultos.
    Te mando un beso grande

    ResponderEliminar
  25. Un relato muy bien hallado. Es muy real. Lo haces creible, y ademas lo adornas de manera que no lo parezca, para que resulte natural. Y lo consigues. Escribes muy bien Mónica y
    te felicito.
    Recibe un saludo tan cordial como cariñoso.

    ResponderEliminar
  26. Me encantó, es genial, cuantas personas esconden detrás de una mascara su verdadera personalidad. La pena es que ella esa noche fuese disfrazada, ainnnsssss, como me gustan los finales felices. Un besote y feliz domingo.

    ResponderEliminar
  27. querer lo mismo, desenmascarar, arrojar al fuego todos esos paños que nos cubren y nos recubren... generamos imagenes que no son ... sin querer... y pensamos muchas veces igual... un relato lleno de realidad eh! me encantó monica! un beso!

    ResponderEliminar
  28. Que bien mienten los zapatos en algunas ocasiones, cuanta soledad tras la mascara, y cuantas cabalas para descifrarse a si mismo.
    Me encantó.
    Un beso

    ResponderEliminar
  29. Es raro, es como encontrarse con una aguja en un pajar, en los ambientes nocturnos... pero podría haber sido una preciosa historia que no fue por no atrevernos a descubrir quien está más allá de las apariencias.

    ResponderEliminar
  30. Mónica,
    sin duda sabes del juego de la seducción, sin duda has asistido a algún que otro baile de máscaras... tu scrito sigue el ritmo de la música, el rojo de la letra el carmín de esas boquitas...
    Me gustó.
    IMPOSIBLE PONERSE EN LOS ZAPATOS DEL OTRO CUANDO EL OTRO NO CALZA NI LOS SUYOS.
    SE ME DISPARAROJN LAS MAYÚSCULAS! lO DEJO ASÍ, si no te importa.

    bESOS

    ResponderEliminar
  31. Me ha encantado esa descripción de lo que hay bajo la mascara, bajo el escudo que a veces nos colocamos. ¿Quien sabe la realidad y la ficción?
    Besosssss

    ResponderEliminar
  32. un buen disfraz puede engañar a cualquiera, inclusive hasta al más experto lobo que busca desesperadamente su presa, lamentablemente un historia triste donde los protagonistas nunca podrán encontrarse por culpa del destino quizás? se dice que uno hace el destino, pero muchas veces el destino ya está escrito y nosotros sólo jugamos las cartas sin imaginar lo que nos espera, y que muchas veces por nuestra torpeza caminamos por senderos distintos a lo que nuestro destino nos guarda con mucho cariño, es por ello quizás que creo en el destino, y creo que siempre estña de nuestro lado, pero lamentablemente siempre caminamos con el paso equivocado...

    una bonita historia, sabes que me gustan las historias no felices :)

    ResponderEliminar
  33. ¿cómo mostrarnos, en lo que queremos mostrar? ocultando sólo lo que no sabemos ocultar.
    me adivinaste otra vez, el ánimo.

    Un fuerte abrazo Mónica.

    tienes un regalo en este enlace.
    http://josebazare.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
  34. ¡Genial, Neo!
    Has captado a la perfección la máscara que cubre y encubre nuestros miedos, inseguridades...Y sí, el juzgar es malo por el tremendo error en que solemos incurrir.
    Un beso, amiga.

    ResponderEliminar