Me sumo con este texto a la propuesta que esta semana nos deja Marcos desde su blog. Pasar por alli para leer todos los relatos participantes.
Su billete no figuraba en la
lista de los premiados. Ni siquiera en las categorías menores.
-¿Para qué seguiré intentando?
Jamás he ganado nada, nunca he tenido suerte en el azar, en el trabajo ni en la
vida. ¡Qué decir en el amor! -que ni lo he conocido- y esto que me ata a la
obligatoriedad de estar junto a otro simulando ser un matrimonio feliz ya huele
a ficticio, a causa rancia intentando sobrevivir al desapego cotidiano.
De repente, algo llamó su
atención sobresaliendo entre las patas del asiento de enfrente. A esa hora el tren
estaba casi vacío y a su alrededor no había nadie más que ella, macerando su
infortunio.
Por pura curiosidad se agachó sin
disimulo hacia el trozo de papel que mostraba un trébol de cuatro hojas
estampado en una de sus esquinas.
-Parece un billete de lotería- se
dijo sin hablar. Justo el mismo sorteo especial en el que había participado
–infructuosamente- con el suyo. Las cinco cifras destacadas con tipografía en
relieve sobresalían desde el suelo como si alguien las hubiera puesto allí para
cazar incautos. Las leyó más de tres veces en voz baja para reafirmar su existencia:
2 0 8 3 5. ¡Si era el número ganador! ¡El mismo que un rato antes miró con
envidia y resignación en la televisión!
-¡No podía ser! Algo turbio había
ahí. ¡Algún bromista había preparado ese simulacro para reírse de la gente!
¿Pero quién? No había nadie allí y pensar en algo tan maquiavélico le resultaba
demasiado elaborado. ¿Habría cámaras ocultas? Si fuese así no quería evidenciar
su desconcierto para que alguien se divirtiera a su costa e intentó disimular
su confusión esforzándose para que ningún gesto la delatara.
Justo cuando anunciaban la
próxima parada se incorporó con la mayor tranquilidad deslizando el imprevisto
billete en su bolsillo. Apenas bajando del tren se encontró una agencia de
loterías. Entró sin pensar y con forzada parsimonia le pidió a la vendedora que
verificara el billete. ¡Para la sorpresa de ambas la veracidad ganadora resultó
comprobada! Lo celebraron con un bailecito tan ridículo que la hizo sonrojar.
Minutos –apenas- le bastaron para
organizar lo que de ahí en más sería su futuro.
Marcando un número que conocía de
memoria, con intencionada ironía se dio el gusto de enunciar unas pocas palabras
-tantas veces escuchadas y jamás antes pronunciadas por su parte- que la
hicieron temblar de la emoción:
- No me esperes a cenar-
Si lo piensas es una historia desgarradora donde la protagonista lleva una vida triste y de un plumazo cambia su vida con ese décimo de lotería.
ResponderEliminarHay frases que cuando las dices en alto te dejan satisfecha .
Un besote, feliz semana,
Cierto. Ese golpe de suerte fue el detonante para su liberación. A veces nos falta un empujoncito. Un abrazo, campi. Gracias por leer
EliminarEl dinero le dio alegría y libertad, "no me esperes a cenar", buscaba la soledad.
ResponderEliminarSalud.
La apertura de una salida. Eso a veces brinda el dinero. Vale mucho más que el lujo que se podría canjear. Gracias por leer Francesc. Un abrazo
EliminarUn décimo premiado es suficiente para soltar amarras.
ResponderEliminarAbrazo.
Perdona, soy Alfred.
EliminarCoincido, Alfredo. La dependencia económica es muy difícil de quebrar. A veces necesita de u. Incentivo cono el del relato. Un abrazo y muchas gracias por leer
EliminarEres la primera que nos facilita el número, me ha parecido curioso. Este si es un cambio radical en su vida, no me esperes a cenar, desayuna.... Al fin su vida dió un cambio y a mejor. Abrazos
ResponderEliminarJaja es que justo, mientras escribía, vi ese número y lo tomé comí señal! Ojalá sea de buen augurio Ester. Un abrazo y muchas gracias
EliminarPara que luego digan que el dinero no da la felicidad.
ResponderEliminarHemos coincidido en la sospecha de la cámara ocultajajjjaja.
Discrepo con éster y contigo; este numero lo he visto en otro relato de esta misma convocatoria.
Ahora no recuerdo cual. Si no era exactamente el mismo era uno muy parecido; o ajenos uno que acababa en 5.😝
Anrazzxio