De la mano de Inma, nos dejamos llevar por la vejez a través de los siguientes relatos.
Cada mañana le veo nuevas
arrugas, las sienes canas, la mirada sin brillo, las cejas ralas. Sabiendo lo
que fue, no puedo sino entristecerme al recordar –melancólico- su antigua
expresión animosa, su mirada ávida y la sonrisa a flor de labios emergiendo
ante todo lo nuevo. Fueron otros tiempos –pienso- y me impulso hacia atrás en
el recuerdo. Lo evoco diáfano, luminoso, jovial, totalmente distinto a eso que
en él ahora veo… y no puedo contener las lágrimas. ¿Dónde quedó aquello que lo
impulsaba? ¿En dónde se perdieron, estancadas, sus ilusiones? ¿Habrá aún algo
de su brillo sobreviviendo bajo su piel mustia y su manchada calva? Confieso
que mirándolo fijamente no llego a reconocerlo, pese a la supuesta cercanía.
Para mí, todo lo suyo, hoy me resulta ajeno. No es tanta el agua que ha pasado bajo ese puente y sin embargo, aquel que fue
se percibe totalmente diluido y desdibujado, sin sincronía con la manera en que
-según el calendario- sigue transitando el tiempo. Es como si hubiera ocurrido
una distorsión entre su transitar real y la apariencia que le ha procurado ese
mismo trayecto: ha envejecido más de lo que -desde mi distancia- le calculo.
Tal vez esa evidencia sea prueba de la existencia de mundos paralelos y él cayó
-vaya a saber uno por qué malicia- por un tobogán de descomposición acelerado y
sin retorno. No puede ser real eso que veo. Hay algo que no cuadra en lo rápido
que se le ha pasado la vida y en la impensada decrepitud que le ha caído ¿de repente?...
es que ni esa aseveración me resulta cierta. ¿Cuándo comenzó a dejar de ser
quién era? ¿En qué momento renunció a ser joven para transformarse en esto?
¿Ocurrió de un día para el otro? ¿Hubo algún aviso? ¿Debió alertarse y
reaccionar? ¿Resulta ser un castigo, o la inexorable consecuencia del vivir
ocupado sólo en lo aparente? Intento desentenderme de lo ingrato que me resulta
observarlo con detenimiento, buscando a la vez algún significado valioso que
resulte como moraleja de su declive. No lo hallo, y desisto bruscamente de su compañía,
pese a lo doloroso que pueda resultarnos. Sin más gesto de consideración doy la
vuelta y lo dejo observarme mientras me alejo. Quedará su conciencia herida
dentro del espejo ya que bien sabe él… que -casualmente- es mi propio reflejo.
¡Vaya final! me has dejado muda. Caminamos hacia el mismo puerto y el camino es parecido para todos, abrazucos
ResponderEliminarJeje siempre me gusta sorprender. Gracias Ester. A todos nos toca de cerca este tema. Un abrazo
EliminarQuizas son muchas preguntas que contestar, yo a veces me observo sentado al sol, sin temer canceres de piel, o mas arrugas, u ojos mas cerrados... Lo cierto es que lo disfruto, porque creo que el sol es vida, aunque los resultados puedan ser mortales.
ResponderEliminarPara que vivir mas de lo que puedo vivir? tiene algun sentido?... pregunto pero no quiero pensar respuestas.
Nadie puede vivir más del tiempo que le toca, seguro, pero cuando la vejez empieza a hacerse sentir, no puede uno sino reflexionar sobre los cambios que va sintiendo a medida que mengua en su fuerza. Gracias por leer Gustab. Un abrazo
EliminarQue bien llevada esa charla consigo mismo donde el espejo es el que de verdad te pone los pies en el suelo y te dice quien eres realmente. Un besote y feliz semana.
ResponderEliminarTal vez sea frente al espejo en donde con más fuerza comprobamos los estragos que nos provoca el paso del tiempo. Un abrazo Campi y muchas gracias por leer
EliminarTremendo el desenlace descubriendo que es uno mismo. Una mirada que genera cierto vértigo. Quizá sería un buen ejercicio el de mirarse de vez en cuando al espejo con profundidad durante esta vida tan ajetreada que llevamos, y no dejarlo para casi el final, cuando ya ni uno mismo se reconoce. Fantástico el relato y sus reflexiones! Besos!
ResponderEliminarNos suele sorprender la velocidad con que nos llega la vejez, nos sorprende y duele porque nos descubrimos impotentes y frágiles. Un abrazo y muchas gracias por leer
EliminarUn texto triste con un giro final que me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegra que te gustara Noelia. Muchas gracias por leer con atención. Un abrazo
EliminarMe ha emocionado tu relato, que realidad y que duro vivirlo así.
ResponderEliminarPor cierto, me ha encantado ver las postales navideñas desde el 2018 y mas...
con nombres de todos, muy bonito.
Un abrazo y feliz día.
Es duro de aceptar como el cuerpo se va restringiendo en sus posibilidades mientras las ganas siguen plenas. Te agradezco tu emoción. Me alegra que te gustara las tarjetas. Ya es un clásico con el que cerramos cada año bloguero invitando a todos quienes deseen sumarse. A mediados de noviembre suelo comenzar a confeccionarla. Avisaré en su momento. Estás invitada, desde ya. Un abrazo
EliminarUn texto duro, quizas por su realidad. Aceptar frente al espejo que ese reflejo es el nuestro y desgranar lo que nos llevo hasta ese instante cuesta, pero es inevitable. Una vida da para mucho, lo importante creo, es vivirla con ilusión y ganas y envejecer dignamente. Me gustó regresar y leerte.
ResponderEliminarUn abrazo cercano Mónica.
Querida San! Cuánto me alegra reencontrarte! Se te extrañaba mucho! Es muy cierto. Aceptar el paso del tiempo mirándose al espejo es tarea fácil, pero a todos nos llega el momento de enfrentar esa lección de vida que nos conlleva aceptar nuestras arrugas y demás achaques. Mantener viva la ilusión es sin dudas el ingrediente principal para lograrlo. Un abrazo y muchas gracias por acercarte y leer
EliminarHace unos años escribí este relato. Espero que te guste como a mi me ha gustado el tuyo que es precioso.
ResponderEliminarTodas las tardes de otoño solía sentarme al lado de aquella mujer. Siempre me llamó la atención su semblante. Parecía como de otro tiempo, aquel donde el olvido se une con el recuerdo en algún lugar de la memoria. Aquella mujer era la protagonista de mis cuentos infantiles; tan dulces como su mirada y tan cálidos que parecía venir de otro mundo. Su pasado era un misterio y su mirada cálida marcaba una extraña frontera entre ella y yo. El nombre nunca lo supe pero podría ser el de cualquier mujer que ama la vida como yo la amé en mi niñez.
Hoy soy mamá de cuentos infantiles y mi hija, sabrá quien soy a través de lo que escribo. Aquella mujer, se parece a mi madre y a mi abuela y todas las madres del mundo.
Cada tarde se sentaba en el mismo banco del parque rodeada de hojas secas y un cielo cubierto de sueños. Yo me sentaba a su lado y ella parecía no estar aunque, aquella expresión, aquella mirada, me recordaba a todo aquello que viví en la infancia por mis mayores
.
Tenía un paraguas roto, una ropa usada pero limpia como su mirada y yo, tonta de mí, siempre quise hablarle y aún así no lo hice.
Hoy, pasado el tiempo, aquella mujer ya no está. Hace tiempo que se marchó más allá donde los cuentos no alcanzan mi memoria. Supe que padecía de Alzheimer y no puedo concebir la idea de que aquella mujer sufría. A veces me miraba y sonreía y yo volaba en el recuerdo como tonta ajena de todo. Me he quedado parada unos instantes en el mismo lugar donde ella se sentaba para recordar todo aquello que sentí. He tenido el reproche de no abrazarla y besarla por todo aquello que vivía a su lado y por recordarme cosas tan íntimas.
A veces me da miedo perder el sentido de la realidad. No concibo el final de mis días en ese dulce abismo y me aterra pensar que sea así. De todas formas la memoria es algo pegadizo en el ser humano y de alguna manera, ella vivió su ausencia en mí.
Un beso amiga
El miedo a perder el sentido de la realidad es mucho más intenso que el de verdes la vitalidad juvenil, por supuesto. Y es duro, muy duro ver cuándo alguien cercano lo padece. Supongo que el amor incondicional es la única forma de enfrentar esa y otras tantas enfermedades que afectan a la gente mayor. Muchas gracias por pasar, leer y dejar tu relato, Buscador. Un abrazo
EliminarNi al niño ni al joven se les pasa por la mente prepararse para ser viejos...eso queda tan lejos...Y nadie enseña a avanzar por la vida, nadie. Te enseñan a ser productivo, a consumir, a estar en línea con ideologías, a toda esa serie de bagatelas que no hablan de profundizar en el tiempo personal. Y el viejo tiene que hacer el cursillo de asumir su ancianidad de modo precipitado y con una perplejidad casi infantil, pero cuenta con un gran maestro: el propio cuerpo. No hay otra.
ResponderEliminarQué profunda tu reflexión, tan cruda y tan cierta. No nos queda otra más que aceptarlo: somos mortales, somos caducos, estamos indefensos. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer, Fackel
EliminarJolines!! Qué giro al final, tienes una capacidad de introspección única. Buenísimo! Gracias por sumarte, besos.
ResponderEliminarMe alegra que te haya sorprendido, Moli. Ha sido un gusto poder participar en tu convocatoria. Un abrazo y muchas gracias
EliminarHoy sí lo vi venir, amiga, pero igual me ha encantado, de repente te detienes en el espejo y te preguntas, ¿en qué momento ...?
ResponderEliminarAbrazo
Es así nomás. A todos nos pasa. Gracias por leer con atención. Un abrazo
EliminarTremendo y sorpresivo final.
ResponderEliminarEn estas circunstancias todas las preguntas que nos hacemos quedan sin respuesta. Triste de veras.
Un beso enorme
Pero real e inevitable. Muchas gracias por leer, Tracy. Un abrazo
EliminarEspero que nunca me suceda lo que ocurre al final del relato, Neo *.* Envejecer, conociendo cada arruga y cicatriz, y siendo yo misma siempre.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un besazo
Lo mejor que se puede desear, es que TE PASE jeje, de otro modo ... Muchas gracias por leer con atención Dafne. Un abrazo
Eliminarllegado el momento cuando tienes conciencia que has vivido tanto, que estás en primera línea de los pésames a familiares no puedes si no analizar si has aprovechado el regalo que supone vivir
ResponderEliminarrecuerdas los momentos que ahora te llegan a la memoria son casi infinitos, la familia los amigos, la compañera en este viaje es fundamental para que la imgen del espejo sea la que admites con el paso del tiempo. Un abrazo
Es así. Aprender a aceptar y valorar el significado de cada arruga. De eso se trate el vital aprendizaje. Un abrazo y muchas gracias por tu compañía
EliminarSorpresa final totlmente impredecible. Me resulta aun mas sorprendente, el cambio en el lector de kmaginsr todo el rato a una mujer hsblando y el cambio drástico de todo el discurso. Te has cuidado bien de ko incluir ningun femenino en la reflexion del personaje.
ResponderEliminarTe esyas volviendo una especialista en finales y cada vez mas apurados, hasta las dos ultimas lineas.
Felicidades y
Besiss Monica
Has sido el único en mencionar esos dos detalles intencionales de mí relato, cosa que agradezco y valoro mucho, Gabiliante. Me gusta conseguir furia finales que sorprendan y el hecho que sea eso destacado por quien lee, me satisface y alienta. Un abrazo y muchas gracias
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ResponderEliminarHola Neo, esta nota está en mi segundo blog desde hace dos semanas, (no sé si alguien la habrá visto), es una información para todos:
NOTA:
Por lo general, todos los que me comentan son contestados. Hace un tiempo blogguer me fastidia mucho: se "traga" lo que escribo, o logro publicarlo parcialmente, los comentarios que hago en otros blogs salen a la 3ª o 4ª vez y algunas veces, después de publicados, al cabo de un tiempo, también se los tragan, Les pido un poco de paciencia si ven que tardo más que antes en atenderos, es completamente involuntario, palabra.
De los tres grupos que participaba, tan solo en uno sigo y es porque tenía el correo de nuestra "jefa", Montserrat Ruiz, ella si lee esto lo podrá afirmar.
Espero que pronto se normalice todo.
Gracias.
No me he ido a la "francesa", espero que pronto se supere esto.
Te dejo un fuerte abrazo.
Lo siento.
Se comprende, Maricarmen. Esperemos que pronto se normalice. Gracias por pasar
EliminarQué fuerte, magnífico relato, pero madre mía, qué tiranía la del protagonista. Lo peor de todo es que hay personas así con esa mirada hacia sí mismas, hacia el mundo, hacia los demás, lo llaman también depresión. Recuerdo una amiga que en un estado de esos, depresivos, me contaba a lágrima viva que estaba totalmente horrorizada de si misma porque su hijo la había visitado y me contaba que le había parecido extremadamente feo, horrendo, y se sentía por ello muy culpable. Yo conocía a su hijo y era un hombre para nada feo. Creo que hay una enfermedad del alma que puede provocar esos fenómenos de apagón total.
ResponderEliminarUn abrazo grande, Neo, y feliz comienzo de primavera ;-)
Increíble lo de tu amiga. No sabía que la depresión podía llegar a esos extremos! Lo del protagonista, creo que es más incredulidad al comprobar que se le ha volado el tiempo. Muchas gracias por leer y comentar. Un abrazo
EliminarMe ha gustado ese final que le has dado, no imaginaba que fuera uno mismo.
ResponderEliminarPreguntas y más preguntas en esta reflexión interna sobre la vejez. La propia vida es un viaje tan corto, que cuando nos queramos dar cuenta ya estaremos en la etapa final. La vida es un suspiro.
Perdona mi tardanza, ando pillada de tiempo, Neo.
Que tengas un feliz mes de Octubre.
Un besazo.
No hay apuro y se agradece. Compartir no implica competir con el reloj. Un abrazo y muchas gracias
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