Soñaba con un sitio indefinido en
medio de la bruma. No cercano, no lejano, ni hostil ni acogedor. Más bien
neutro, se podría decir. Sin nadie al alcance de la vista más que sí mismo. Sin
que hubiese un quiebre definido a causa de imperiosas urgencias, sí hubo un
atisbo leve del despertar de su conciencia en el momento habitual en el que
cada noche se levanta para ir al baño. Para hacerlo no suele abrir los ojos, ya
que sabe el camino de memoria: sin ver recorre a oscuras la breve distancia que hay desde el borde de
su cama hasta la puerta del sanitario. Como siempre, hace el recorrido al modo
de los sonámbulos de las películas, extendiendo sus brazos hacia el frente
hasta que sus dedos alcanzan a ubicar el picaporte de la puerta, para luego
abrirla y completar su menester. Nunca enciende las luces, cosa que sería
hiriente para sus ojos más allá de la penumbra definida por la luminosidad
tenue que atraviesa el vidrio del ventiluz.
Pero esa noche no fue así. Apenas
rozar el metal, la consistencia del herraje le resultó diferente, menos sólido
si se quiere o quizás menos frío. Tampoco escuchó el leve crujido que el
mecanismo suele producir al accionar el pestillo. Esta vez todo lo percibió
distinto, como perteneciente a otra realidad de la que habitaba. La misma
sensación persistió cuando a oscuras atravesó el vano de la puerta y se agudizó
cuando la opacidad que encontró le resultó más azul e indefinida que la que solía
aguardarle allí. La posibilidad de hallarse aún dormido tranquilizó los alertas
que casi se le dispararon ante esa inesperada situación y por alguna circunstancia sin duda relacionada
con su atracción natural hacia las cosas místicas, instintivamente se mantuvo
dentro de esa duermevela indefinida en la que se encontraba, decidido a
disfrutar ese nuevo plano de realidad que su subconsciente abría -o estaba
construyendo- totalmente diferente del consciente y corporal que aceptaba
abandonar. Concentrado en descubrir otras diferencias, agudizó su percepción
esforzándose en no despertar mientras lo hacía. Lo primero que notó fue que las
características físicas se habían perdido apenas atravesar la puerta: el arriba
y el abajo ya no se correspondían, la posibilidad de avanzar o retroceder no
dependía -en aquel mundo- de los movimientos de sus brazos o sus piernas sino
de la voluntad de sus pensamientos. Por supuesto no logró de inmediato
controlar aquella situación, sino que al comienzo se sumergió en un torbellino
incomprensible de inconsistencias que tardó en dominar. Hasta que comprendió
que con solo pensar con nitidez desde su yo profundo lograba ascender, avanzar,
girar o trasladarse según su capricho, transcurrió un lapso que no supo
precisar. Como era de esperar, así como se redefinían las validaciones espaciales,
en aquel universo también lo hacían las temporales. El antes, el después y el
ahora no tenían igual definición que en el mundo real, por lo que intentar
aceptarlo y adaptarse no le fue fácil, más bien, lo encontró muy dificultoso. Una
vez que se asumió con libertad en esa irrealidad fantástica, decidió satisfacer
antiguas frustraciones nacidas de sus viejos miedos y limitaciones físicas: logró
sentirse habilidoso gimnasta, eximio nadador, ágil escalador, incluso se
deslumbró volando sin necesidad de artilugios mecánicos. En una de esos
increíbles vuelos se encontraba cuando -agudo y chirriante como cada mañana-
sonó el despertador arrancándolo impiadosamente del estado onírico profundo en
que estaba.
La sorpresa de su mujer al
encontrarlo muerto sobre el piso del baño, incomprensiblemente destrozado como
si hubiese caído de una gran altura, fue tan grande e impactante que cuando los
agentes de policía intentaron tomarle una primera declaración, debieron
suspenderla por el estado de shock en que la pobre se encontraba. Los médicos
no saben aún si será posible revertirle el daño.
Muy buenos días, me has dejado de buena mañana impactada muy buen micro, fijate que me identifico con el principio ya que tampoco doy luces para ir al sanitario, porque los recovecos de la casa me los conozco pero lo que seguí leyendo me sorprendió ...la mujer no me extraña tuvo que ser horrible ...la música acompaña a la perfección. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias Campi. La idea de la historia precisamente surgió durante una de esas ideas nocturnas al sanitario 😁, bastante loca pero no quise dejar la pasar. Abrazos y buena semana!
EliminarDecian en Inception, la pelicula, que si uno muere en un plano onirico, entonces uno muere en la realidad. Yo por si acaso ya tire a la basura mi reloj despertador, no quiero que me pase algo malo en el futuro
ResponderEliminarJeje si . Tampoco yo tengo despertador, por las dudas 😁😁. Gracias por leer y comentar José. Un abrazo
EliminarMuy amable Maricarmen. Sé que es un relato bastante loco, pero igual decidí publicarlo. Me alegra que te gustara. Qué tengas una muy buena semana.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato, porque hasta el final no sabes en que aguas estás nadando si es un sueño dentro de otro sueño, o un viaje astral.
ResponderEliminarEl sueño era verdad, aunque él no lo sabía. Había muerto y su espíritu volaba libre, pero para siempre.
Abrazos, Mónica.
Una muy válida interpretación José. Me alegra que te gustara. Un abrazo y muchas gracias por tu visita
EliminarEse despertar, pero muerto, es brutal. Es un recorrido genial por el mumdo onírico, que a veces no es tan diferente del real
ResponderEliminarUn abrazo
Me atraen esas historias en donde realidad y fantasía se entremezclan confundiendo tanto al lector como al protagonista. Y si tienen un final inesperado, mejor, jeje. Muchas gracias por tu atenta lectura Albada. Un fuerte abrazo
EliminarLo onírico, aparentemente, resultó liberador. Aunque, también letal.
ResponderEliminar¿Como podrá entenderlo la esposa?
Muy bien contado. Un abrazo.
Creo que la esposa será la más perjudicada. No creo que lo pueda comprender, jaja. Me alegra que te gustara. Un abrazo y gracias
EliminarMe resultó muy doloroso.
ResponderEliminarParece haber sueños en los que no conviene despertar para uno o para los propios.
Excelente.
Besos
Jeje. Es cierto. No todos los sueños son relajantes. Jeje. Me alegra que te gustara. Un abrazo y gracias por leer
Eliminar