A modo de derivación de mi anterior relato, me tomo el atrevimiento de aportar otra historia juevera para esta convocatoria. Para leer todos los relatos participantes, dar clic aquí
LA VALIJA 2
La fuerte tormenta arreciaba con
viento y lluvia. Como venía sucediéndole desde hacía varias noches, no podía
dormir. Su mente inquieta no lograba alejarse de la ansiedad que le provocaba
aquella valija, aguardando detrás del sillón, instándolo a saciar su
curiosidad por descubrir su misterioso contenido más allá de las estrictas
recomendaciones de su padre.
Intensos relámpagos cortaban la oscuridad
de la casa iluminando por breves segundos la mayor parte de la sala hasta la
puerta de entrada. Desde su cama lograba, durante esos lapsos, divisar la
valija con una claridad seductora, como si la condenada gozara con tentarlo.
Pensó que si lograba vencer sus remilgos, ese podría ser el momento propicio
para sacarse las ganas de hurgar entre sus misterios mientras todos dormían. Además,
no se trataba de algo tan terrible. Ninguna maldad había en sus intenciones,
sólo pretendía abrir y mirar -sin revolver nada- simplemente escudriñar inocentemente
para sacarse de una vez esa espina en el corazón que lo corroía cada día más.
El plan era simple: simular una
escapada al baño acercándose inocentemente al sillón amparado por el estrépito
de los truenos; estaba muy seguro que nadie lo advertiría en medio de aquella
tormenta, pero por las dudas, contar con la excusa del baño no estaría de más. Si
cobraba un poquito de coraje lo haría. Estaba decidido. Justo con el próximo
trueno abandonaría por unos momentos la tibieza de su cama y se deslizaría subrepticiamente
hasta el sofá, esquivando la mesita de café. Después la cosa era bien sencilla:
escurrirse detrás del sillón y aguardar unos minutos hasta el próximo trueno –seguro
que lo habría- y aprovechando la luminosidad del relámpago, destrabaría
rápidamente la sencilla cerradura para después curiosear en el interior de la
inquietante maleta sacándose las dudas sobre su contenido. ¡Estaba seguro que
encontraría algún libro en clave o un par de mapas señalando alguna guarida de espías
extranjeros o alguna cosa igual de excitante! ¿Y si hubiera armas? ¡Eso no lo
había pensado! ¿Qué haría si encontrara algo peligroso? ¿Se lo contaría a su
padre aunque eso pusiera al descubierto su desobediencia? ¡Seguro no le
perdonaría semejante falta de integridad! ¡En su momento le había dado su
palabra de no tocar aquella valija y aunque su descubrimiento fuera importante
y sirviera para desbaratar una banda internacional, la decepción de su padre
sería tremenda. ¡Ya no podría mirarlo a los ojos sin hundirse en la vergüenza!
Aquel pensamiento hizo que se le
nublaran los ojos de lágrimas y hasta llegó a moquear.
Lo pensó mejor y concluyó que tal vez convendría contener la curiosidad y suspender su arriesgado plan a pesar de la oportuna tormenta. La confianza que su padre tenía en él valía mucho más que cualquier tesoro que pudiese hallar dentro de aquella diabólica maleta y arriesgarse a perderla era de tontos. Nada lo justificaba.
…además, la tormenta amainaba
y ya estaba a punto de amanecer.