miércoles, 29 de julio de 2020

CADA JUEVES UN RELATO: EL LABERINTO

Sumándome a la propuesta que nos hace Mag desde su blog para este encuentro juevero, me permito aportar un pequeño homenaje al gran Jorge Luis Borges. Sepan tolerar mi osadía. 


EL LABERINTO DEL ALEPH, LOS TIGRES Y LOS ESPEJOS 


Había tigres en la entrada de aquel intrincado laberinto. Tigres dorados, amarillos como el oro del crepúsculo, capaces de ser vistos aún por un ciego. O al menos, por aquel mago ciego que allí los instaló como custodios implacables.

Acabado el primer tramo del escabroso recorrido, continuaba una sucesión de complicados pasadizos espejados. Espejos engañosos destinados a confundir más aún a los ilusos que allí quedaban retenidos bajo el embrujo de su propia contemplación.

Destinada a recompensar a quienes lograban esquivar a los tigres y al maquiavélico juego de ilusiones y reflejos, inmediatamente después se hallaba la gran Biblioteca, conservando entre sus milenarios volúmenes registros precisos de toda la sabiduría humana compilada desde el principio de los tiempos. De más está decir que gran parte de quienes lograban acceder a aquel inigualable templo del conocimiento quedaban extasiados en aquel paraíso de letras, olvidando incluso sus propias identidades.

Como todas las cosas vitales, aquel laberinto tenía un corazón secreto, un punto de pulsión desde donde la magia ancestral lograba emitir su mensaje burlando con ingenio las trampas de la muerte. Era el sitio a donde sólo llegaban los mejores, los seres especiales, los extraordinarios.

Aquel sitio primordial estaba circundado por piedras plantadas en la tierra formando un círculo. Eran ruinas de otros mundos, rescatadas para perpetuar la memoria de los pocos privilegiados que lograban llegar hasta allí, preservando su nombre de las cenizas del tiempo.

En el centro de aquellas ruinas circulares, elevado por sobre la visión de los pocos que hasta allí accedían, se hallaba el Aleph, el punto primigenio en donde convergen todas las verdades, todos los orígenes, aguardando ser descifrado por El Elegido. Sólo él –o ella, ya que no existen diferencias de género para el Universo- sería capaz de develar aquello que sólo las más elevadas mentes se animan a enfrentar: la contemplación de la eternidad.

Dicen que una vez alguien logró avanzar hasta el centro mismo del laberinto esquivando todas las trampas y sortilegios allí montados, arribó solemne al punto donde se hallan las ruinas circulares y logró, merecidamente, labrar su nombre sobre aquellas piedras ancestrales.  Luego, de alguna forma que no nos está dado conocer, consiguió elevarse hasta donde se posicionaba el Aleph para observar el Universo a través de él. 

Paradójicamente en el instante mismo en que logró su objetivo, su propia naturaleza se disolvió dentro de la Eternidad. Resulta ser que el infinito no es asequible para la comprensión humana.

miércoles, 22 de julio de 2020

CADA JUEVES, UN RELATO: En un lugar recóndito

Esta semana Inma nos propone dejarnos llevar hacia algún lugar recóndito que nos despierte la imaginación. 
Dejo a consideración mi divague jejeeje

Para leer todos los relatos participantes, pasar por el blog de Molí del Canyer




SUCEDIÓ UNA NOCHE

Húmedo, el sendero dejaba ya de adivinarse entre las zarzas que rasgaban su piel y su ropa inadecuada. Sus pies incautos, ajenos a la experiencia de explorar fronteras más allá de su jardín, resbalaban torpemente entre los lodazales y las piedras tapizadas de musgos. El rumor amigable de un arroyo ayudó a renovarle por unos instantes la expectativa de reencontrarse con algún integrante de su grupo, pero la esperanza resultó tan breve como las horas de luz que tenía por delante. Comenzó a gritar clamando por alguna voz que le ayudara a ubicarse. Tan sólo el precipitado aleteo de las aves espantadas por su presencia quebró el silencio de aquel bosque inaudito. Se sintió frágil, indefenso, pequeño.

Intentó una y otra vez retornar sobre sus pasos hasta hallar el camino que había seguido, pero cada vez se desorientaba más y la espesura resultaba más oscura y tupida. Cayó la noche y una fina lluvia, y junto con ellas, el último destello de dignidad que aún conservaba: se largó a llorar como un niño.

Aterido de frio pretendió hacer una fogata cerca de un añoso árbol entre cuyos pliegues buscó guarecerse, pero sus habilidades para sobrevivir a la intemperie eran nulas y ni siquiera contaba con un encendedor que le facilitara la tarea. 

A medida que aumentaban el hambre, la angustia y el dolor en su cabeza, su mente iba tendiendo los hilos de lo que fue desenredando como un oscuro complot de maldades infinitas: ¿y si sus flamantes compañeros se habían confabulado para humillarlo, abandonándolo a su suerte en un paraje tan agreste y desolado? Los imaginó riéndose sin piedad a causa de su ingenuidad y su incompetencia, mientras se iba hundiendo en un extraño y blando sopor que le adjudicó a la fiebre.

Lo último que recordó al despertar en su cama la mañana siguiente fue una luminiscencia irreal sobre la que se recortaban dos figuras de aspecto humanoide avanzando hacia él. Sus rostros desdibujados extrañamente no le produjeron temor en ningún momento, aunque recordaba haber sentido una serie de pinchazos a medida que sus dedos huesudos lo exploraban. La sensación de total inmovilidad que experimentó durante el entresueño aún seguía latente en algunos de sus músculos. Por mucho que lo intentó no logró recordar ningún otro detalle que le revelase qué había pasado en realidad la noche anterior, quién lo había rescatado y cómo regresó sano y salvo a su hogar. Lo cierto es que sus ropas y zapatos estaban al costado de su cama prolijamente doblados, aún con rastros del lodo y las hojas del bosque. La fiebre que lo había obnubilado había desaparecido completamente y sólo un pequeño ardor sobre su hombro lo mantenía aún algo incómodo y molesto.

Abierto a todas las teorías, por más inverosímiles que parezcan, ahora espera poder dilucidar qué sucedió esa noche… apelando a la imaginación de los lectores que por aquí pasen y quieran compartir sus hipótesis.

miércoles, 15 de julio de 2020

CADA JUEVES UN RELATO: Internet

Esta vez las musas llegaron verborrágicas e irónicas para sumarse a la propuesta de María José, quien desde su Lugar de Encuentro nos propone hablar de cualquier arista que nos surja a partir del tema INTERNET. Me excuso por no haber podido mantenerme dentro de las 350 palabras. Lo dicho, las chicas llegaron motivadas!




que es el internet fue su creacion? – recursos de la red
(imagen tomada de la red)



INTERNET, PÁNICO Y ETC

Por televisión dijeron que en China apareció un virus que es muy contagioso y puede ser mortal. Dicen que los síntomas son similares a los de una gripe común pero mucho más mortíferos. Googleé la noticia para ver si era cierto y sí. En muchos web sites de todo el mundo lo confirman. Ahora mismo me llegan por Facebook y Twiter mensajes que advierten sobre el peligro real que la plaga se extienda por otros países. No sé si creerles, pero por las dudas reenvío todo lo que me llega. Recibí por mail advertencias sobre que se trata de una mentira. Que no hay que dejarse engañar y todo es parte de una campaña que busca crear el caos a través del miedo. No sé qué creer. Por las dudas también reenvío estos correos, por lo menos a mis contactos inmediatos para advertirles. Uno nunca sabe. Otra vez la tele. Dicen que la plaga se extiende y que ahora ya va llegando a Europa a través de los turistas orientales. Obvio. Si éstos cuando viajan llegan en manada. Son un peligro. Son millones y si llegan contagiados desparraman cualquier cosa. Leí en un blog que las dos grandes plagas que asolaron Europa y cambiaron el devenir de la historia tuvieron origen en China, también una tercera, aunque menos mortífera en el s XIX. Parece que ahora se va a repetir. Veremos. Lo dicho: la peste se está extendiendo, sobre todo por los países que reciben muchos turistas. Me mandan por Facebook que en Italia los hospitales ya no dan abasto. Suerte que esta vez no viajamos. De haberlo hecho ahora seguro nos la pescábamos. Mis contactos tanos me avisan por whatsapp que el problema está en el norte pero que la gente asustada quiere escapar y llegan por bus al sur, que hasta ahora venía zafando. Y el gobierno de allá no reacciona y deja que la cosa se vaya de las manos. Sigo googleando para ver qué pasa en realidad y encuentro que la OMS no se pone de acuerdo si es conveniente el uso del tapabocas. Por las dudas yo reenvié a mis amigos en Facebook que un médico reconocido dice que es contraproducente. Tampoco se ponen de acuerdo con el tema de la cuarentena. Ahora resulta que todos los que viajaron afuera están volviendo y llegan empestados. Ellos se fueron de vacaciones y los que nos quedamos tenemos que aguantarnos las consecuencias. Me vuelve a llegar por twiter que todo esto es una fake new, una falsa alarma que han hecho correr para que la gente entre en pánico y pueda ser dominada. Parece ser que Bill Gates ya en 2015 había dicho que si algo mata a más de 10 millones de personas en las próximas décadas, es probable que sea un virus altamente infeccioso y no una guerra. Googleé el tema y parece que es cierto. De ahí que es posible que el tipo tenga un plan, como dicen, para exterminar una gran parte de la población, después crear la necesidad de una vacuna y hacernos meter a todos unos microchips para espiarnos y controlarnos. Me llegó la noticia y  primero pensé que era un disparate pero ahora veo en televisión que convocan a una marcha con esa consigna: advertir que en realidad el famoso corona virus no existe y que nos bombardean con cifras inventadas de muertos inexistentes y nos hacen tener miedo para que no salgamos de nuestras casas mientras los que manejan el poder internacional se ocupan de ordenar la cosa para cuando salga la vacuna, dicen que va a ser carísima. Obvio. Para esos todo es un negocio. Y como siempre, acá en el c… del mundo dependemos de ellos y hacemos lo que nos manden. Uhh… las imágenes que se ven en internet de los muertos en la calle son espantosas… para que se llegue a ese extremo tiene que ser que los gobiernos son inoperantes al máximo. No hacen nada. Les conviene que haya muchos muertos así tienen menos pobres que bancar. Dicen que esta es la mejor manera que se les ocurrió para hacer limpieza. Ayer re-twitié un video que me mandaron que dice otra vez que todo es un invento que buscan limitar nuestras libertades obligándonos a quedar en casa, a usar tapabocas y a mantenernos separados para que nos acostumbremos a dejar esa distancia libre para que después, cuando nos metan el microchip las ondas que emitan circulen mejor y puedan recibir la información sin problemas. No. Si son nefastos! Por suerte ahora que toda la gente tiene internet, cualquiera está bien informado y no nos pueden llevar de las narices, como hacían antes.

miércoles, 8 de julio de 2020

OTRO RELATO PARA ESTE JUEVES: Caminos, senderos y rutas

Me sumo con un segundo aporte a la propuesta de Myriam. Para leer todos los relatos, pasar por su blog.





DESDE EL CAMINO

Después de la decisión,
la despedida.
Y firme, sin dubitar
hacia su destino parte
alimentando sus sueños
con buena cuota
de esperanza.

Más allá de las piedras
mira el resplandor
sereno que el sol
pinta sobre ellas
y canta, en su libertad
naciente que todo
lo promete y clama.

Infinito el horizonte
le parece al caminar
y enorme, el cielo
que la observa
desde lo alto
ligera de equipaje.

Mientras su fe no decrezca
ni se apaguen
sus ansias por volar
siente que todo alrededor
seguirá siendo nuevo
y merece ser estrenado.

CADA JUEVES UN RELATO: Caminos, senderos rutas

Esta semana de la mano de Myriam nos dejamos llevar por los distintos recorridos que surgen inspirados por su propuesta.




TRAYECTOS (divagues reflexivos)

Independientemente del punto de partida o a dónde se busca llegar, el hecho mismo del trayecto tiene, en sí, propio mérito. Vale por su intención, su esencia, por la posibilidad cierta de crecer y adquirir experiencias durante su transcurso, por la eventualidad latente de transformarse en una aventura, en una circunstancia memorable para contar y recordar en un futuro, cuando la evocación nostálgica surja al calor del fuego del hogar o en alguna noche solitaria de verano y sábanas pegajosas.

Según se encare el recorrido, según sea nuestra predisposición hacia él, podrá ser tanto un trámite inevitable como algo deseado y bien valorado.

Hay quienes deben partir por necesidad o imposición, otros lo hacen por placer y descanso o para conocer el mundo, pero también hay quienes lo hacen con la intención de reinventarse, para alejarse de un punto de amargura que ya no pueden sostener. Para ellos el trayecto, luego de la decisión de marcharse, llega a ser el eslabón inicial en la cadena que se rompe y eso lo transforma en algo trascendente, desbordante de significado y por eso cada circunstancia que durante él transcurra puede ser interpretada como buen o mal augurio en lo que se busca iniciar.

Durante los trayectos largos, la posibilidad de refugiarse ensimismado en los propios pensamientos se transforma en algo fundamental más allá de las bondades del camino y el paisaje. Uno se encuentra frente a sí mismo sin excusas ni filtros, por lo que las chances de reafirmar o revaluar las decisiones tomadas aumentan y eso generalmente provoca seguir andando, salvo que la espina de la culpa y la cobardía se nos instale y nos haga retroceder.

Durante los peregrinajes, el cansancio físico suele conspirar contra la férrea voluntad inicial que nos motiva a ese crecimiento espiritual que pretendemos alcanzar. De ahí que avanzar con esfuerzo resulte ser una prueba de fe que el peregrino ofrece con devoción. El hecho de no lograrlo no impide que se vuelva a intentar en una oportunidad futura, por lo que es mérito también ese aparente fracaso que igualmente estimula.

Pero como todo, aún un trayecto placentero, si se prolonga demasiado al punto de degradarnos por el desgaste excesivo, termina perdiendo todo su encanto y su magia, se vuelve una condena, algo que se ansía culminar. Es así que el punto de arribo resulta ser algo fundamental para que cualquier ciclo de tránsito mantenga su sentido, ya que llegar resulta ser la conclusión lógica y gratificante de todo lo que se deseó y disfrutó en la medida que fue transcurriendo pero que, de prolongarse en exceso sería hasta un cruento castigo, algo insostenible… tal cual sucede con la vida.

Dicen que la felicidad es un trayecto, no un destino.

miércoles, 1 de julio de 2020

CADA JUEVES UN RELATO: Escaleras

Esta semana es María José, quien desde su blog, nos propone inspirarnos en escaleras para lanzarnos a escribir. Para leer todos los aportes, pasar por su Lugar de Encuentro.


LA ESCALERA ESPIRALADA

Era su primer día de trabajo y aunque la paga era poca y las tareas esporádicas y variables, haber conseguido aquel empleo le pareció providencial. Su primer encargo consistía en entregar un sobre en una oficina de un señorial edificio céntrico que siempre había querido visitar. Ubicado en una muy transitada esquina, la antigua construcción de varios pisos lucía con orgullo y distinción sus múltiples ventanales coronados por elaboradas guirnaldas. Sobre la terraza, una elegante torre con cúpula tapizada de tejas cobrizas se alzaba hacia lo alto, rematada por una esbelta aguja en la que giraba, movida por el viento, una delicada figura de ángel que parecía tocar una trompeta.

Apenas trasponer el ingreso, un portero enfundado en sobrio uniforme le indicó con desdén la escalera por donde debía ascender: el vetusto ascensor estaba descompuesto y la oficina donde debía entregar el sobre se encontraba en el quinto piso. Lejos de resultarle una contrariedad, aquella circunstancia le pareció una oportunidad para curiosear con más detenimiento los interiores de aquel lujoso edificio que en nada se parecía a las sencillas construcciones que solía frecuentar.



De blanco mármol labrado y curvilíneas barandas decoradas, la imponente escalera espiralada se elevaba majestuosa hacia un luminoso domo de vidrio que lucía límpido en el cenit. Con entusiasmo comenzó su ascendente derrotero disfrutando el espectáculo que aquellas elaboradas formas iban desplegando ante sus ojos a media que sus pies avanzaban ágiles y bien dispuestos. Manteniendo su vista hacia lo alto mientras sus manos se deslizaban sin esfuerzo por el pasamano lustroso, la cadencia de aquella escalera iba cobrando un encanto singular bajo los irreales chorros de luz que la embellecían al punto de no parecer de este mundo.  

A medida que ascendía ensimismado por las gloriosas elipses, el hombre iba perdiendo la noción del trecho recorrido. Asombrado por su despiste y levemente mareado, decidió detenerse para verificar entre qué pisos efectivamente se encontraba. Resolvió  continuar hasta el siguiente rellano y allí averiguar. Para su sorpresa, ninguna interrupción encontró alterando aquella impensada sucesión de peldaños curvos, a la ver que sus piernas comenzaban a sentir el esfuerzo.

Decidió asomarse por sobre la baranda y evaluar por el ojo de la escalera el tramo recorrido. Según sus cálculos hacía rato que debería haber llegado al quinto piso. Logró callar un grito de asombro al comprobar la inesperada distancia que lo separaba del punto de partida, muchísimo mayor de lo que suponía. La inmediata reacción ante aquella comprobación fue -por oposición- mirar hacia arriba comparando el tramo restante. Tremenda fue su sorpresa cuando corroboró que lo que quedaba por ascender resultaba ser similar a lo que en un principio estimó deberían ser unos siete pisos.


Peleando con su razón intentó no caer en el engaño de lo que –sabía- era imposible: las escaleras son artilugios simples que la arquitectura utiliza para salvar acotadas distancias en altura y de ninguna manera podía suceder que lo que no debería medir más de veinticinco metros se hubiese trastocado de repente en una altura mucho mayor. Alguna alteración de su percepción debería de haberse disparado para que, desde su perspectiva, la escalera pareciera haberse extendido inexplicablemente en su recorrido.

Decidió, pese a lo absurdo, volver a la planta baja para reintentar después el ascenso, contando con exactitud las vueltas de las curvas a medida que las iba recorriendo. Comenzó a descender apresurado sin poder controlar los agitados latidos de su corazón. Debieron pasar más de cinco minutos desde que iniciara el trayecto en rápida bajada pero lejos de disminuir, el tramo de escalones que tenía por delante  parecía dilatarse más allá de toda lógica. A estas alturas la desesperación se apoderó de él y sin ningún pudor, clamó a gritos por ayuda. Nadie pareció escuchar.

Asomado otra vez sobre la baranda helicoidal pudo comprobar, jadeante, que la imponente escalera parecía virar ahora sobre su eje con lenta y constante torsión, a modo de un sacacorchos gigante e infinito que sostenía su giro a la par que en vano él intentaba bajar o subir sus escalones. Se había transformado en una trampa sin fin de la que le resultaba imposible escapar.

Abrumado por la insólita situación, totalmente confundido, agotado y mareado por tan prolongada sucesión de giros, el pobre hombre trastabilló sin control rodando escalera abajo, golpeándose fuertemente la cabeza en varias oportunidades.

Cuando el portero del edificio lo halló sin vida al pie de la escalera, el desdichado llevaba aún asido entre sus manos el enigmático sobre que lamentablemente nunca logró entregar.