Se despierta frente al mar pero no recuerda haberse dormido.
Tampoco haber llegado hasta allí. Su inadecuada vestimenta lo delata y
contrasta con todo lo que tiene registrado en su memoria como apropiado: traje
oscuro, camisa blanca, corbata negra y zapatos lustrados que se hunden en la
arena húmeda mientras intenta, como por instinto, llegar hasta la orilla. Se
descalza, la molestia es grande y quiere estar cómodo. El oleaje acuna al sol
que se abre paso entre las nubes. Todo a su alrededor lo conmueve en su
arrullo, lo serena, lo hipnotiza. Libres gaviotas surcan los cielos graznando
hacia el infinito, invitando a sus pulmones a inspirar hondo. La sal del aire
lo reanima mientras la humedad marina atraviesa su piel aún debajo de su
acicalada vestimenta. La sorpresa inicial se disipa completamente. De inmediato
se afloja la corbata como queriendo respirar más profundo y así atrapar con
intensidad la energía vital de ese momento. Su mente se aclara dejando atrás las
trivialidades, las urgencias, las tensiones, las absurdas contradicciones en
las que vamos cayendo a medida que avanzamos por la vida. Su percepción busca
ir más allá de los sentidos, más allá de lo aparente, esmerándose en atravesar
hacia la esencia de ese extraño mundo. Se deja llevar, liviano, por los
arrebolados giros del aire que eleva su alma hasta las nubes. Íntimas preguntas
afloran en su interior buscando certeras respuestas. La esencia de su ser intuye
que frente a ese mar confluyen todos los orígenes y todos los destinos y no
será su razón quien logre dilucidar los nudos de los porqué con que se ha
venido interrogado a lo largo de su existencia.
Respira. Hondo. Pausado. Profundo. Concentrado su ser en ese
sencillo y esencial acto primordial. Respira. Mientras, con los ojos cerrados,
la levedad de una flama vital se asoma rompiendo la oscuridad en la soledad de
su corazón. Dibuja el fuego cambiantes nebulosas, difusas nubes, ondeantes
galaxias de maravillosos colores descubriéndose ante él, abriéndole camino a su espíritu. Las puertas
del infinito se abren en ambos sentidos: hacia afuera, hacia la enormidad del
cosmos que lo embelesa y hacia adentro, buscando la intrínseca universalidad de
su esencia. Todo confluye. Todo se muestra. Todo se prepara para ser
descubierto. Respira otra vez. Hondo. Pausado. Profundo. Concentrado en la
determinación de su propio ritmo.
Otra vez el mar. El oleaje acunando. El viento y el sol
arrullados por la paz que lo abarca y completa todo. El aroma a salitre
penetrando todas las cosas. Blanquísimas gaviotas y albatros suspendidos en el
aire van surcando hacia un horizonte rojizo. La luz crepuscular se filtra en su
interior con cada nueva inspiración. Percibe al fin su propia identidad tal
cual le fue dada en los inicios. Se descubre. Se reconoce. Dibujadas entre la
bruma marina que se diluye, alcanza a divisar otras siluetas. Libres y
armoniosas van caminando hacia ese mar que a todos convoca. La espuma del agua besa
los pies desnudos de quienes allí se saben íntegros y protegidos. Extienden ellos
hacia él sus manos, saludándolo. Leves y sinceras sus sonrisas. Reconoce
miradas, algunas, nunca antes vistas. Son sus pares. Sus prójimos. Los que
fueron antes que él. Los que le amaron. Los que le aman. Los que llegarán
luego. Los que persisten. Entre ellos se siente vivo. Se sabe cierto. Se
reconoce puro. Se confirma inmortal.
(Fotograma de la película El árbol de la vida)
!!!Madre mía!!!. Has escrito algo tan bello, certero, real, poético y vital, sobre el mar, que me tienes que permitir que lo guarde junto a algunos texto que lograron emocionarme.
ResponderEliminarSinceramente me has dejado sin palabras.
Enhorabuena y un abrazo, amiga.
No sabes cuánto valoro tus palabras Juan! Me honran y estimulan. Muchisimas gracias. Rs unorgullo saber que mi historia estará entre tus textos seleccionados. Un fuerte abrazo y muchas gracias
EliminarCon El mar por bandera, por refugio, por compañero y confidente me has recordado a etapas de mi propia vida. Y ahí sigue, dándome paz y esperanzas, recordandome qué poquito somos y qué tanto podemos lograr.
ResponderEliminarUn abrazo y por el mar. Siempre.
Creo que el lazo que el mar representa con la propia existencia es lo que nos hace emocionarnos tanto. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer
EliminarQue bonito lo has hecho, nos has dejado una narrativa profunda,y el mar el hilo conductor de la historia. No recuerdo mucho la película y me has dado un motivo para volver a verla.
ResponderEliminarUn abrazo el primero pero no el último de este recién comenzado verano.
Recién comenzado invierno por aquí jeje. Muchas gracias Campi. Si bien no se trataba de evocar la película, no puedo decir que no influyó 😊🤗
EliminarTodo lo que se conjura frente al mar, suele ser majestuoso como el, me encanto tu relato, transmite sensaciones, esas que describís.
ResponderEliminarAbracito:)
Me alegra que te gustara Cecy. Un abrazo y muchas gracias
Eliminar¡Qué belleza de texto!
ResponderEliminarBesos, Mónica
Muchísimas gracias Myriam 😁😚
EliminarUna maravilla de texto para todo el que lo lea, pero especialmente para quienes amamos profundamente al mar, a la mar.Besos
ResponderEliminarTe agradezco y celebro que te haya gustado Tracy. Un fuerte abrazo y gracias x pasar y leer
Eliminary, es que una parte de cada uno es inmortal,desde nuestros nacimiento, y parte fundamental de nuestra naturaleza a semejanza divina. has envuelto la narración entre miasmas de sal y brisas, haciendo protagonista a la naturaleza marina como testigo y fiel acompañante de tu personaje.
ResponderEliminarIntenté acompañar al personaje durante su proceso de introspección profunda, ese momento trascendente en donde nuestra parte consciente deja de tomar el timón del conocímiento y pasa a ser en cambio el espíritu quien guia el retorno hacia el origen, el punto iniciatico de nuestro vital recorrido, logrando así descubrir nuestra esencia, lo que verdaderamente somos más allá de lo aparente. En fin... Espero no haberme puesto demasiado pretencioso jeje. Gracias por tu visita Rodolfo
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