Esta semana Mag nos propone el tema de las paremias, aforismos o frases hechas. Confieso que he tenido que recurrir a la web para ahondar un poco más el tema, y allí me enterado que dentro de los distintos subgrupos con que nos encontramos en ese rubro, existe uno denominado wellerismos, en relación a un tipo especial de frases al que un personaje de Dickens (llamado Weller) solia recurrir, por lo que he querido rendirle homenaje desde mi humilde relato. Espero les guste.
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Weller y su amigo caminan sin rumbo por los
campos intentando sobrevivir otro día sin demasiado esfuerzo. Ven una cabaña a
lo lejos y hacia allí se encaminan.
-Tal vez la habite un alma generosa- dijo
esperanzado el amigo
-Vamos a ver… dijo un ciego, mientras se
frotaba los ojos- satirizó
Weller
-¡Buenos
días!- saludó el amigo mientras daba unos golpes suaves en la puerta
-¡¿Quién anda
molestando a estas horas?!- se escuchó, gritando desde dentro, una voz intimidante.
Los dos
caminantes se miraron sin mayor expectativa después de esa inhóspita respuesta.
-Ya es tarde
para volver atrás…- susurró el amigo.
-…, dijo el verdugo después de cortar la cabeza
equivocada- completó, irónico Weller, tratando de matizar la incomodidad
del momento.
De repente la
puerta se abrió con brusquedad y un hombrón con cara de ogro se asomó con
evidente gesto de hostilidad.
- ¡¿Qué
demonios quieres de mí…?! Le espetó al más pequeño del dúo, que pareció
encogerse más ante semejante salvaje.
-…dijo el muerto cuando vio al fantasma-
acotó socarrón Weller, siguiendo su irrefrenable impulso de completar, pese a
lo inoportuno, ese tipo de frases.
Ante la
imprevista insolencia, el hombrón, lejos de enojarse, estalló súbitamente en un
mar de risotadas, distendiendo la situación al punto que el muchacho logró
reencontrar el hilo de la conversación en el punto al que pretendía llevarla en
un principio:
-Somos dos
viajeros agotados suplicando un poco de misericordia. Cualquier cosa que pueda
brindarnos será agradecida- remarcó, buscando inspirar empatía.
-Todo sirve de
ayuda… dijo el mosquito y meó en el mar –
intercaló Weller, alentado por la buena recepción que anteriormente había
tenido su arriesgada chanza.
-Les doy un plato de comida caliente con una rebanada
de pan a cada uno si terminan de labrar el campo antes del mediodía- les
propuso el hombrón algo desafiante.
-¡Que sean dos las rebanadas para cada uno y ya tiene
ayudantes!- contestó rápidamente el amigo, sin consultar a Weller que parecía
en cambio muy dubitativo.
Mientras los dos caminantes se alejaban en dirección
del arado, el amigo quiso alentar a Weller para que intentara ver el lado
positivo del acuerdo que tan rápidamente había concertado:
-Algo es algo..- insinuó con prudencia
-… dijo un calvo al encontrarse con un peine sin dientes- completó como
era su costumbre, un Weller nunca destacado por su laboriosidad.
Luego de
varias horas de trabajo al rayo del sol, Weller y su amigo retornan a la cabaña para aguardar su paga.
-Han sido más
de cinco horas las que aramos- reflexionó el amigo.
-“Aramos”…dijo la mosca mientras estaba sobre el
cuerno del buey!- punzó socarronamente Wellers haciendo referencia a las largas
pausas que el amigo se tomó mientras él conducía con esfuerzo el destartalado
arado sobre el suelo pedregoso.
-Aquí está el
pago acordado- dijo el hombrón a sus improvisados ayudantes, mientras llenaba
dos jarros de agua acompañando los platos de comida y el pan recién horneado.
Mientras su
amigo agradecía, Weller, siempre pícaro y lanzado, vio sobre el mesón una media
botella de tinto que aguardaba, sola y tentadora.
-“En hora buena vengáis”, dijo el agua al vino- rogando que el
susodicho patrón captara la indirecta.
Con sonora risotada el hombre sirvió tres
jarros con lo que quedaba del vino y con ese último trago compartido dieron por
cerrado el trato.
Mientras se alejaban de allí, dispuestos a
enfrentar nuevamente lo que el destino decidiera ponerles por delante, el amigo
le hizo notar a Weller lo fatigoso que había sido ganarse aquel plato de
comida.
Weller, poniendo cara de concienzudo
filósofo, sentenció con modales ampulosos:
- El burro, después de haber tirado su
carga, del peso del pasado se olvida- y sonrió enigmático, gozando la ocurrencia
y la oportunidad de poder decirle disimuladamente burro a su amigo.
Rápido de reflejos y ya entrenado en ese
juego de palabras y segundas intenciones en el que siempre retozaba su
compañero de aventuras, señalando sin motivo el caserío al que ahora se
dirigían, su amigo le espetó:
-Mira
allá, orejudo…, dijo el asno al mulo-
enfatizando
el sarcasmo con una sonrisa.
Y entre cómplices gestos y risotadas, tanto
el burro como el orejudo, se dispusieron prestos a
continuar viaje.
¿Qué voy a decirte? Confiaba en ti y en que lo solucionarás. ¿Ves cómo no era tan complicado? Encima en forma de cuento con enseñanza al final. No puedo menos que felicitarte con toda sinceridad. Muy buen trabajo, muy bien narrado y con todos los detalles precisos. Me ha entando el personaje de Weller que has diseñado. Un buen homenaje, sin duda alguna.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por sumarte a mi propuesta y permitirnos la posibilidad de disfrutar tu texto.
Un beso enorme.
Al contrario Mar. Fue un placer participar y lograr superar el desafío. Un abrazo
EliminarPuse Mag y el corrector lo cambio a mar. Me disculpo 😉
EliminarBueno amiga, no dirás que te quedo genial, esas frases que van con el resto del contenido del texto , nos has dejado una buena entrada, no esperaba menos .,gracias guapa.
ResponderEliminarUn besazo fuerte.
Te agradezco tus palabras Campirela. Me alegra que te gustara. Un abrazo y muchas gracias por pasar y por pasar
EliminarOriginal este relato, porque entre surrealista y bien narrador, me has hecho pasar un buen rato.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz tarde, Neo
Me alegra Albada, muchas gracias
EliminarHas colocado los refranes dejando que cada uno cumplirá un papel irónico o divertido, como una novela de caballerías nos has entretenido queríamos seguir leyendo para disfrutar y reír mas. Un aplauso y un abrazo
ResponderEliminarMe alegra que te gustara Ester. Muy amable lo de novela de caballerías. Algo así me imaginé. Un abrazo y gracias
EliminarUn relato perfecto con la ironía como denominador común de los refranes.
ResponderEliminarMe lo pasé muy bien leyéndote.
Me alegra Tracy. Muchas gracias. Un abrazo
Eliminar👏👏👏👏👏... aplausos por favor!
ResponderEliminarExcelente relato, Mónica...y eso de "a ver dijo un ciego..." cada tanto lo digo pero no tenía idea del origen... me voy de aquí habiendo aprendido algo nuevo 😊
Besos!
Jeje igual yo María! Encontré que esas expresiones son muy antiguas y además han sufrido muchas variantes. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer
EliminarBien contado.
ResponderEliminarLas frases fueron convincentes, hicieron que alguien malhumorado les ofreciera algo. Y que cumpliera.
Un abrazo.
Te agradezco el comentario demiurgo. Un abrazo y gracias por pasar
EliminarExhaustivo trabajo el que has llevado a cabo hoy con esta entrada. Hilar frases tan dispares manteniendo la trama es digna de Dickens y por supuesto de ti. gusto leerte una vez más
ResponderEliminarJeje bueno Rodolfo la comparación con Dickens me queda un poquito grande!😂😂 pero se agradece igual😉 un abrazo y muchas gracias por tu visita
EliminarPodemos hacer un trato, sigue recogiendo refranes y haz más largo este relato.
ResponderEliminarMerecería la pena.
Besos.
Jeje en una de esa sale una de aventuras rurales de épocas medievales, quien te dice!😊😉 muchas gracias Juan. Un fuerte abrazo
EliminarMuy divertida y astuta la conversación entre Weller y amigo :) Los refranes y dichos acompañan y más de uno habrá salido de vivencias y aventuras.
ResponderEliminarBss.
Muchas gracias Mar. Me alegra que te pareciera divertido.
ResponderEliminar=)
Un original y bonito relato, Neo, te ha quedado genial.
ResponderEliminarBesos.
Muy amable María, muchas gracias. Que tengas una linda semana!
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