Esta semana convoca Pepe, la premisa es narrar una breve historia que tenga un giro final inesperado. Espero lograrlo con este texto. Para leer a todos los participantes, dar clic aquí
CON GIRO INESPERADO
Quienes lo conocían de toda la
vida, aún en su velatorio, no se privaron de decir que siempre fue un cretino. Un
egoísta. Un déspota manipulador. Un insensible.
Quienes menos lo trataron se dejaron llevar
por esa conmiseración que se suele tener frente a alguien privado de la vista y
lamentaron sin retaceos su súbita muerte.
Su familia más inmediata, sufrida
y doliente, coincidió en sostener que su mal carácter se agravó infinitamente
luego de su ceguera, pero se esmeraron en guardar para sí todas las dolorosas
anécdotas que padecieron bajo su tiranía, con miedo y en silencio, durante
tantos años de maltrato y humillaciones.
Yo he sido -muy a mi pesar- testigo privilegiado de todas las atrocidades
que su sumisa esposa y sus tres pequeños debieron soportar, día tras día,
sumergidos en aquel infierno de golpes, gritos y vejaciones. El odio hacia
todos nacía de aquel infeliz con la naturalidad con la que en otros surge una sonrisa.
Era imposible la convivencia junto a él. Jamás demostraba cariño por nadie, ni
siquiera lástima. Desde que se levantaba llevaba el ceño fruncido y sólo se mostraba
complacido cuando comprobaba que su dictatorial poder seguía intacto luego de
sus habituales exigencias y rabietas a golpes de puño imponiendo sus caprichos.
No sé cómo esa pobre familia logró soportar tanto. Los niños ni se animaban a
acercársele y su mujer rezaba en silencio para que la violencia cesara.
Fue así que un día me decidí e
hice lo que tenía que hacer: torcer el destino.
Jamás sospechó de mí, por eso no dudó en cuanto le di vía libre para avanzar pese a que se avecinaban dos autos en aquella curva. La elección del momento y del lugar no fue fácil, tuve que aplicar toda mi astucia para que la osada estrategia diera resultado sin levantar sospechas ni tuviera posibilidad de fracaso.
Jamás sospechó de mí, por eso no dudó en cuanto le di vía libre para avanzar pese a que se avecinaban dos autos en aquella curva. La elección del momento y del lugar no fue fácil, tuve que aplicar toda mi astucia para que la osada estrategia diera resultado sin levantar sospechas ni tuviera posibilidad de fracaso.
Hoy, luego del lógico período de
duelo durante el cual he simulado ajustada condolencia y recato, puedo felicitarme
por mi decisión. Cuando veo a los niños sonreír y jugar junto a mí, distendidos
y liberados, sostenidos por esa madre que recién ahora se anima a soñar un poco
mientras me acaricia, compruebo que mi plan, siniestro, sí –lo reconozco- fue
acertado y hasta justificado. Me siento tranquilo, sin remordimiento ni culpa. A
salvo también de cualquier sospecha. Nadie en su sano juicio podría pensar que
un plan tan bien trazado haya podido ser ejecutado por un bien entrenado perro
lazarillo…
Madre mía! esa justicia-venganza da repelús :S De la lágrima a la sonrisa del protagonista :)
ResponderEliminarBss
Gracias Sylvia por tu visita y comentario. Un abrazo
EliminarEstá bien que el personaje era detestable. Pero eso del perro lazarillo...
ResponderEliminarLo que está claro que es todo un giro inesperado.
A pesar de que el tema se trata de eso, fue realmente inesperado. Y eso es un mérito.
Un abrazo
Jajajaja,así que te sorprendió lo del lazarillo"justiciero"! Bueno, la meta era sorprender y se me ocurrió que de esa manera lo conseguiría 😁 gracias por pasar y leer, Demiurgo. Un abrazo
EliminarPreciosa historia que cumple sobradamente con el giro inesperado que solicitaba mi convocatoria. Justicia canina podría titularse tu relato. También en el reino animal el sentido de lo justo está desarrollado como ilustras magníficamente bien.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato.
Gracias por sumarte a mi convocatoria, Mónica.
Un fuerte abrazo.
Me alegra mucho saber que te ha gustado el relato, Pepe. Por suerte llegué a tiempo para sumarme. Un fuerte abrazo 😊
EliminarEntusiasmada con tu relato y con un final que me ha provocado primero asombro y luego una sonrisa. Me encantó. Un beso, amiga.
ResponderEliminarMuchas gracias María José por tus palabras. Me alegra que te haya gustado el relato. Un fuerte abrazo 😊😚
EliminarMagnifico giro que le has dado ..estupendo que bueno y además aunque quede feo un olee por eso perro fiel no a él amo sino a la felicidad de esas familia .
ResponderEliminarMe encanto pero mucho , mucho .
Un fuerte abrazo Neo .
Muchas gracias Campi por tu elogioso comentario. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo grande
EliminarPara que luego digan que los perros no son inteligentes...
ResponderEliminar😊😁 gracias Tracy por pasar y leer. un abrazo
EliminarSencillamente magistral. El relato cumple con creces los requisitos exigidos, tanto que solo las dos últimas palabras del escrito, le dan sentido a la petición.
ResponderEliminarNo se puede hacer mejor.
¿Alguien ha podido decir que los perros no tienen sentimientos?
Un beso.
Jeje, gracias Juan por tu elogioso comentario. Me pone muy contenta, celebro que te haya gustado. Un fuerte abrazo 😊😁
EliminarBuen relato y bien llevado hasta ese final que, quizás, en cierta manera no es esperado pero sí un poco justificado...aunque parezca una burrada...
ResponderEliminarBesos y abrazos
No entendí bien lo de burrada, pero, bueno, gracias...
ResponderEliminarExcelente el lazarillo que ha presenciado todas y cada una de esas vejaciones. Me gustó mucho cómo lo desarrollaste y por supuesto el giro final.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias, señor oso, por su amable comentario 😊.
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