Esta semana nos conduce Encarni, desde su blog Brisa de Venus, invitándonos a escribir sobre las bondades del mes de septiembre. Les dejo mi aporte:
Por aquel septiembre los lapachos
despuntaron temprano, compensando en parte la falta de color que agosto -escaso
de amarilis ese año - había dejado en el patio. Como siempre, la enjundia rosa
de sus flores asomó al unísono, asombrando a todos por lo impetuoso y
repentino. Pese a todo, la primavera no llegaba aún en plenitud, haciendo que
los abrigos anduvieran aún fuera del placard mientras el sol escamoteaba
caprichosamente su presencia.
A través de la ventana que daba a
la calle, ella observaba arrobada al lapacho florecido que adornaba su vereda,
mientras un par de palomas revoloteaban aquí y allá deseosas por decidir en qué
rama instalar su nido.
Él caminaba por esa misma calle,
silbando bajito con la mente puesta en algún planeta que solo Dios sabe,
jugueteando sin apuro con una piedrita perdida que quiso acercarse a su zapato.
La piedrita se las ingenió luego para arrimarse a una de las flores recién caídas
del lapacho, él con gran delicadeza tomó la flor como si se tratara de una rara
gema. Casi sin pensarlo acercó la flor a sus labios y depositó sobre los
pétalos un beso.
Desde la ventana, ella le
observaba sonriendo, sorprendida quizás por aquel romántico gesto. Él, lejos de
avergonzarse, extendió la mano hacia la muchacha acercándole, decidido, tanto
la flor como el beso. Ella, olvidando su pudor, los aceptó a ambos sin
reticencias. Y así como antes floreciera temprano el lapacho, de improviso llegó
el amor, sumándose a la primavera que brotó de repente.
Para más lecturas, pasar por el blog de Encarni
Que curioso para mi un septiembre primaveral, el nacimiento de los primeros verdores mientras en mi casa el oro empieza a teñir la naturaleza. El relato es dulce y suave, dejando sensaciones fantásticas. Un abrazo alegre
ResponderEliminarUna vez que me he ayudado del Diccionario de la RAE, para saber algo sobre el lapacho, te comento que en ha gustado mucho tu entrada plena de poesía y sensibilidad.
ResponderEliminarMuy buena la foto que es más de este septiembre nuestro, con ese gris de lluvia y hojas en el suelo.
Un beso.
Juan, es cierto lo de la foto, parece demasiado otoñal,lo que sucede es que no tengo muchas fotos más con lapachos florecidos jeje Muchas gracias por tus palabras.
ResponderEliminarEster me alegra que te haya gustado el relato, muy amable tu comentario, muchas gracias.
En ese septiembre me gustaría estar ahora y no en este.
ResponderEliminarLo cierto es que el amor brota igual que la primavera, con las flores como delicados sentimientos. Se me ha hecho raro imaginar septiembre en primavera, pero debe ser bonito. Hermosa transición la que tenéis al otro lado del charco.
ResponderEliminarUn beso
Un relato lleno de ternura, se percibe una acción lenta y transmite paz. Al final el sobresalto del brotar impulsivo del amor y la primavera. Me resulta extraño la primavera en septiembre.
ResponderEliminarTengo que ver qué árbol es el lapacho.
Un beso.
Yo creo que cada uno siente a su manera Septiembre, y a mí me ha encantado tu relato, porque más bien me huele a primavera de amor, qué tierno y bello, Neo.
ResponderEliminarUn besazo.
Delicado como la flor del lampacho, es tu relato...que belleza de árbol que no conocía.
ResponderEliminarDelicado el amor que pasa de puntillas sin entender de otoños o primaveras.
Un beso
Bonito septiembre, y curiosos esos lapachos que hacen acto de presencia.
ResponderEliminarUn abrazo
La primavera manifestada en los lapachos y en ese encuentro entre los dos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que hermoso! en algun rincón del otoño que se niega a dejarnos brota la primavera y el amor.
ResponderEliminarAbrazo juevero y primaveral Monica querida!
Me resulta curioso que en vuestro septiembre vaya a comenzar la primavera...tengo tan asumidos los días que se acortan, el frescor de las noches, la añoranza del sol y la playa, las hojas que empiezan a amarillear...Es verdad que el amor puede surgir en cualquier estación pero parece que en primavera la sangre está más alterada (aquí hay un dicho que es "la primavera la sangre altera")y provoca más esos sentimientos. Me ha gustado mucho el relato, me ha parecido muy tierno.
ResponderEliminarUn beso
Yo digo como Charo,que no me puedo imaginar un septimbre al revés. Igual que una Navidad en la playa. Y se perfectamente, que es así. Un relato muy bonito y romántico. Por cierto que arbol o arbusto es el lapaacho?. Muchos besos y mucha salud,amiga Neo.
ResponderEliminarLapacho http://www.viarural.com.ar/viarural.com.ar/agricultura/arboles-autoctonos/arboles-centro-y-norte/lapacho-rosado.htm
ResponderEliminarTambién hay amarillos http://www.viarural.com.ar/viarural.com.ar/agricultura/arboles-autoctonos/arboles-nordeste/lapacho-amarillo.htm
ResponderEliminarUn relato delicado y sutil, como esa flor caida, como ese beso depositado, como ese ofrecimiento de ambos. Un momento que fué el comienzo de algo grande. El amor triunfa en primavera, vuestra primavera.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, Mónica.
Un fuerte abrazo.
Hay un momento en la vida en el que te gustan más los besos de septiembre que los de verano...
ResponderEliminarBesos.
Delicado y bello texto, resplandeciente de sutileza y besos dorados.
ResponderEliminarUn abrazo.