Habiendo cruzado el umbral
terreno que a cada una le fue marcando su destino, ellas se encumbran plenas, cristalinas,
luminosas, invisibles para el ojo desentrenado pero puntillosamente definidas
para mí, que parezco ser el único ser viviente que logra verlas.
Lentamente, apenas desprendidas
de la pesadez de sus cuerpos caducos, se
elevan ingrávidas hacia lo alto en una especie de suspiro trascendente que
preanuncia su inmortal trayecto.
En el punto más alto, más
inalcanzable, justo donde la capa de ozono comienza a diluirse para hacerse
parte del espacio exterior, justo ahí… ellas, con sus sutiles formas, coinciden
para juntarse por última vez antes de dejarse llevar hacia el infinito.
Mientras ascienden gráciles, levitando
sin ataduras, van paladeando la inmensa libertad con la que se reencuentran
luego de tanto tiempo. Su íntima y primigenia naturaleza ya casi olvidada
vuelve a resurgir con plenitud y disfrutan con enorme goce, como desperezándose
luego de atravesar ese pesado sueño que desde aquí llamamos vida.
Ascendiendo hacia los cielos las
almas de los recientes muertos se aproximan unas a otras, se presienten, se
reconocen, se regocijan y celebran por ese triunfal reencuentro. Cada una lleva
prendida la conciencia de lo que aquí fue pero a la vez, la individualidad de
sus pesados egos se desvanece a medida que se elevan, liberándose de las penas y de las ataduras que aquí mismo supieron construirse. Han llegado al
final de la transformación, han culminado su metamorfosis de redefinición y
celebran por ello.
Con fraternal complacencia ellas se reencuentran,
se entremezclan, se extienden y se complementan, volviendo a sentirse parte de
ese Todo sustancial que les inspiró en su momento el origen de su esencia y
hacia el cual, luego de tan largo tránsito, se disponen a retornar.
Más relatos en el blog de Juan Carlos
Muy original tu entrada, Neo. Quizás la única de todas las que he leido que hablan del reencuetro del cuerpo y el alma. Genial y magnifico post amiga.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte
¡Ojalá fuera así!
ResponderEliminarMe ha recordado a un libro que leí hace poco (The Host) que las en el que las almas viajan por el espacio hasta llegar a su siguiente huésped. Solo que allí las almas eran alienígenas en realidad.
ResponderEliminarUn saludo.
Enhorabuena por tu ejercicio literario, pero me temo que todo sea más simple y mas sencillo y por decirlo de una forma suave, más "terrenal" (de tierra)
ResponderEliminarCoincido con Tracy: !Ojalá fuera así!
Un beso.
Un bello relato que nos tare la esperanza de ese reencuentro.
ResponderEliminarBesos
Precioso, ojalá se cumpla y todos nos rencontremos en el paraiso.
ResponderEliminarUn abrazo
Magnifica narración, en tu estilo impecable. Coincido en que ojalá fuera así pero mucho me temo que será como apunta nuestro amigo Juan, más terrenal.
ResponderEliminarUn beso.
Original y emotivo texto! El deseo de que las cosas puedan ser así en el más allá que tanto especulamos cómo será.
ResponderEliminarNadie puede saberlo, mientras tanto me refugio en tus letras para creer que todo puede ser posible.
Un beso enorme.
Sea como sea sí que creo que ese proceso que tan bellamente has narrado se produce.
ResponderEliminarHas puesto el acento espiritual a la convocatoria.
Unfuerte abrazo.
muy bonito... quién pudiera verlas... de verdad... sería un espectáculo impresionante... y el dolor de la pérdida no existiría... si pudiéramos ver, con nuestros propios ojos, el alma desprenderse del cuerpo, para viajar al infinito... habrían risas, celebración, goce... felicidad en ver como nuestro ser querido parte, sin nada que lo ate a este mundo de perdición... libre de egos, complejos, pecados... sería un hermoso espectáculo.. hermoso relato, lleno de magia y encanto, lleno de sueños, esperanza, deseos complicados... pero hermoso...
ResponderEliminarUn texto muy bello y maravillosamente narrado...te transmite paz y armonía. Ojalá el paso a la otra vida sea como tú lo describes.
ResponderEliminarUn beso
Una maravilla de texto...me ha parecido como un juego de llamas...que suben y se entrecruzan...y libertad...como también dice Charo, paz y armonía...
ResponderEliminarBesos
Dicen que cuando alguien muere el cuerpo pierde justo 21gramos de peso. Es el peso del alma que se eleva y yo creo en eso. Es por este motivo que tu relato me ha dejado en un estado de tranquilidad y con un poquito menos de miedo a la muerte. Precioso relato, besos.
ResponderEliminarLe has dado un aspecto bellísimo a esta idea.
ResponderEliminar¡Felicidades!
Saludo juevero :)
Un relato conmovedor que me ha recordado el primer sueño que tuve tras la muerte de mi abuelo; a los niños es difícil explicarles lo que es la muerte.
ResponderEliminarFelicidades por esa evocación tan sensible y consoladora.
Un abrazo.