Esta semana, la amiga Dorotea nos ha hecho una convocatoria juevera que me ha resultado un verdadero desafío. En función de una imagen que nos ha proporcionada a cada participante nos ha propuesto elaborar un monólogo o un diálogo desde el punto de vista de esos seres inertes. He aquí la imagen que me ha tocado y el texto que me ha inspirado.
Reflexiones de una piedra
Reflexiones de una piedra
“Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, y más la piedra dura porque esa ya no siente”, decía el poeta…y yo, que sí soy piedra…y
dura, me atrevo a decir que no es cierto.
No somos los
seres inertes dichosos ni sabios ni felices. No es una bendición ser insensible
como nosotros. Es que ustedes, humanos inconstantes e inconformes, siempre
están dando vueltas al tema de sus debilidades y fortalezas y piensan que el
Creador o Dios, o la Naturaleza –llámenlo como sientan- no los ha tratado bien,
se ha equivocado haciéndolos cono son, sensibles y racionales, contradictorios
y complejos. ¡Craso error! Actitud muy propia de quien se queja por exceso de
posibilidades.
Porque si bien
es cierto que quien no siente no puede sufrir y esa opción representa a los
ojos de quien padece horrores, una alternativa deseable con la cual puede
llegar a soñar, también es cierto que quien no siente no puede amar, esperar,
crear, compartir, soñar, disfrutar, ni siquiera comparar…un gran abanico de
facultades que sólo disfrutan quienes son libres, y ustedes, seres quejosos, lo
son. Tienen ese privilegio. Y no lo aprecian a veces como esa potestad merece.
Puede que les
parezca que estar sin preocupaciones –consecuencia directa de no tener una
conciencia activa- sea una verdadera bendición. Pero no se engañen. Es más bien
todo lo contrario.
Nadie puede
llegar a ser feliz sin comprender antes qué implica realmente la felicidad. Y
para saberlo -o al menos intentar entenderlo- hay que estar capacitado para
albergar un sinfín de sentimientos. No hay que negarse al corazón. Ese que
llevan en su pecho latiendo al ritmo de la vida. Esa vida que yo -apenas un
pétreo registro de los acontecimientos pasados, polvo compactado de lo que fue, es y será- jamás percibiré en esencia e intensidad porque nada tengo como para
sentir o latir.
Saber con
certeza que algún día se morirá implica que se está vivo, que se es parte vital
del Todo que nos genera y contiene, y aunque no alcancen a discernir durante su
existencia cuál es el secreto que los impulsa, tienen la posibilidad
de acercarse al menos a la idea de esa Verdad. Logran ser parte de ella y eso
es ya, de por sí, una manera de participar de esa gloria.
Más relatos, en lo de Dorotea
LO FATAL, RUBÉN DARÍO
Dichoso el árbol, que es
apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente
y más la piedra dura porque esa ya no siente
pues no hay dolor más
grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
No me convenció nunca ese poema.
ResponderEliminarNi tampoco me convence el planteo de la roca. Morir no implica necesariamente la vitalidad de estar vivo.
No se me ocurre otra manera de morir que no sea habiendo estado antes vivo.
ResponderEliminar=)
Menudo alegato, además corroborado por esos magníficos versos.
ResponderEliminarEra muy difícil el reto. Lo has superado: llegar al alma de la piedra, como un escultor...
ResponderEliminarBesos.
Me quedé como una piedra después de leerte Moni. Tu texto (reflexión profunda) es perfecto y tan lleno de cosas para pensar.
ResponderEliminarEl poema que escogiste es hermoso más allá de sus dolientes versos.
Un beso enorme.
La reflexión de la piedra tiene sentido. Los seres humanos siempre nos estamos quejando aunque estemos bien. Pero queda la incógnita que si las piedras pudiesen percibir, quizá también terminarían quejándose. =) =) Me gusto leer tu monologo, lograste al máximo su cometido.
ResponderEliminarMe gustan los poemas de Rubén Darío. Y este va muy acorde con tu aporte.
Besos
Escuchar a esta piedra, es necesario para aquellos que no siempre valoramos lo que tenemos: vida. Sí, sí, sí, creo en la pétrea sensibilidad y coherencia de ésta piedra. :D
ResponderEliminarUn monólogo que invita a reflexionar!
Besos Neo, gracias por tus palabras... de a poquito voy retomando el mundo bloguero, me traen los incipientes aire primaverales!
Gaby*
Cuando se ama la vida, no hay otra forma de pensar que no sea la tuya y correr los riesgos de sufrir (riesgos ciertos) con tal de vivir tántas cosas...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este texto reflexivo y potente.
besos (dobles por supuesto)
Es una buena reflexión. La piedra no siente nada, ni malo ni bueno, en cambio el humano tiene sentimientos, por lo que sufre; pero también disfruta, por lo que a lo que a mi respecta, es infinitamente mejor.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo vi a esa piedra como gritando silenciosamente pero no llegué a profundizar como tú en su sentimiento de no felicidad por no haberla conocido nunca. En la foto que escogí para mí pasa al revés: la piedra, despertada su sentir por unos ojos que alguien le puso, se resiente porque percibe un más allá de su tranquila y muda existencia. Son temas bastante filosóficos los que han salido a partir de las fotos. Gracias también por darme a conocer los versos de Rubén Darío que nunca había leído.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pura filosofía. Grandísimo Darío.
ResponderEliminar¡Precioso! Me ha gustado mucho, estoy completamente de acuerdo con la reflexión que haces bajo el prisma de la piedra.
ResponderEliminarY el tema musical, muy bueno.
Besos.
Un sin fin de emociones y sensaciones que son un privilegio y una desdicha.
ResponderEliminarEs cierto, el corazón nunca miente porque anda ligado a la razón, el problema es que hacemos oídos sordos a consejos e intuiciones cuando no nos conviene. Deje, deje usted señora piedra, siga gritando fuerte con esa bocaza que la naturaleza le ofreció y algún mosquito se tragará :)))
Un abrazo y un cafelito aromático, amiga.
¿Y si realmente la piedra tiene razón? ¿Cómo sabemos que es mucho más que un relato? Me encantó Mónica. Un fuerte abrazo y buen fin de semana amiga.
ResponderEliminarComparto Neo cada letra de esta reflexión. Vivir y sentir que se está vivo, mientras los sentimientos nos van moldeando. Me gustó y lo disfrute.
ResponderEliminarUn abrazo.
En algo concuerdo con la piedra: No siempre estamos satisfechos...
ResponderEliminarDeberíamos apreciar y valorar más los momentos que nos ofrece la vida, tanto buenos como malos, todos nos fortalecen y no nos dejan insensibles (como solemos decir) como una piedra.
Un beso!
Pobre del que no se sienta vivo, que sufra y llore, que se alegre y ría, eso es vivir. Muchas personas pasan por la vida como seres inertes, dejándose llevar por una corriente pero sin disfrutar de las posibilidades de escapar del torrente y aventurarse en sus propios sueños.
ResponderEliminarUn beso
Nunca imaginé una piedra Sabia y Reflexiva. Las conocía duras, erosionables, grises y hasta marrones. Pacientes y solidarias.
ResponderEliminarMe gusta esta piedra tuya, tan piedra y tan humana a la vez.
Excelente texto, se sale.
Besos