Su compra fue una verdadera oportunidad. Casa antigua, amplia, cuatro habitaciones, cocina,
dos baños, excelente orientación. Dos balcones al frente y señorial terraza
hacia la parte posterior. Un espacioso terreno
prometiendo transformarse en lo que sin dudas alguna vez fue un bello jardín,
todo eso coronado con detalles de calidad, tanto en materiales como en diseño.
No podíamos resistirnos!
Como es lógico con las casas que han estado tanto tiempo
deshabitadas, requería de algunas reparaciones, sobre todo en las cañerías y en
algunos sectores del yeso donde la humedad había hecho ciertos estragos. Dado
el precio tan conveniente, los gastos extras que devendrían de esos arreglos no
significaban un gran desembolso, por lo que la decisión por la compra fue inmediata.
A los pocos días se iniciaron los trabajos, contratando a
una empresa de nuestra confianza con gente muy apta en cada especialidad.
Nuestra ansiedad por mudarnos lo más rápido posible nos tenía muy inquietos, si
bien sabíamos que en cuestiones de albañiles, uno siempre tiene en claro cuándo
empieza, pero no cuándo termina.
Los primeros días pudimos notar que si bien la gente mostraba
muy buena disposición para comenzar con los trabajos, por uno u otro motivo el
inicio de las obras se iba postergando a causa de numerosos “imprevistos”, situación
que hasta nos hizo dudar de la idoneidad
de la empresa constructora. A la semana de comprobar que aún no se había
avanzado casi nada en los trabajos, ya nuestra preocupación fue in crescendo,
por lo que abiertamente le manifestamos al encargado nuestra desazón y disconformidad.
La actitud del hombre –lejos de lo que uno podría suponer-
resultó ser franca y sincera, aunque la excusa que nos brindó nos dejó mucho
más inquietos de lo que estábamos. Al parecer efectivamente se habían sucedido numerosas
situaciones inverosímiles que venían dilatando día a día el inicio de las
tareas, todas ellas imposibles de explicar o al menos, sospechosas de ser provocadas
con mala intencionalidad.
De buenas a primeras, por ejemplo, las herramientas de los
albañiles comenzaron a quebrarse por sus mangos. Una tras otra, al tratar de
utilizarlas, se rompían de tal forma que quedaban inservibles. Al segundo día y
de improviso, dejó de fluir el agua de toda la casa. Si bien horas antes todo
estaba en orden, sin que hubiese existido corte en la red o alguna otra razón
que lo justificara, el agua dejó de manar de todas las canillas. Aún el agua
que debería estar acumulada en el tanque, desapareció sin más, impidiendo casi
en su totalidad los trabajos programados para la jornada. Al día siguiente fue
la electricidad la que se interrumpía constantemente. Una y otra vez saltaban
los tapones del tablero principal sin que siquiera se hubiera conectado algún
aparato.
Luego de esa sucesión inexplicable de desperfectos,
comenzaron a ocurrir extraños accidentes que lograron perturbar a más de uno de
los trabajadores intervinientes: uno de los carpinteros más avezados perdió un
pulgar a causa de una maniobra muy desafortunada, cosa impensada para alguien
de su experiencia. Dos peones resultaron malheridos al desprenderse un andamio
que acababan de montar. Eso puso muy nerviosos al resto de los albañiles por lo
que comenzaron a tejerse ciertas absurdas historias sobre casas encantadas y
duendes que gozaban haciendo imposible el trabajo de quienes pretendieran
alterar el sitio que habitaban. Otro día resultó ser un episodio tragicómico el
que alteró la jornada, pero igual de nefasto a la hora de impedir el avance de
las obras: el contenido de toda la colada de enduído cayó –sin que hubiese
causa aparente- sobre el trío de yeseros que, luego de observar incrédulos el
desastre provocado, decidieron inmediatamente guardar sus bártulos y abandonar
la obra en forma definitiva.
Así, por boca del encargado, nos fuimos enterando de todos
los increíbles episodios que se fueron sucediendo a lo largo de estos días
transcurridos y que, en definitiva han hecho fracasar nuestro intento de
remodelar la vieja casa… ventajosa adquisición que ahora, luego de escuchar tan
extrañas historias, estamos considerando volver a vender…
Más relatos en lo de Gustavo
Y quizás algunas otras cosas no fueron contadas...
ResponderEliminarUn abrazo
¡Hay que venderla, ya! que esa casa va a seguir dando muchos problemas :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bueno, Mónica... de cine.
ResponderEliminarHabrá que sospechar si el posible comprador es el jefe de la constructora, jajaja.
Sí, como tu dices, hay elementos en común, (normal por otra parte)
Besos
El motivo de precio tan asequible ya lo tienes, mejor dejarla pasar a otras manos jejeje.
ResponderEliminarUnas reformas de cine de terror.
Besos.
Eso se llama pasarle a otro el muerto: yo, honradamente, optaría por negociar con los fantasmas.
ResponderEliminarLa escena de los tres tipos bañados por el induído es digna de Los tres chiflados ahjajajja!
ResponderEliminarPero! yo venía leyendo y pensando que era una historia real, la historia de su propia casa por ejemplo. No sé que haría en una situación asi, posiblemente vender y huir rauda jajaja, no soy muy valiente, cero onda con los fantasmas.
Un beso vecina!
No meto yo un albañil en casa... ni con una pistola en la espalda.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
por las dudas no lo difundas mucho, será más difícil venderla...shhh....shhh... si se de alguien de aviso
ResponderEliminarMe recordó una película muy divertida de cuyo nombre querría acordarme pero no he podido....
muy buena aportación, Mónica.
besos y abrazos
A venderla ya. Está gafada. Es una casa-bruja. Cualquiera sabe qué puede pasar allí. Hay que deshacerse de ella.
ResponderEliminarGenial relato.
Un beso
Mas que vender, a esa casa hay que "encajetàrsela" a alguien.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo.
Esto parece la película "Esta casa es una ruinaa " Vaya papelón y vaya compra. En fin espero que se pueda vender.
ResponderEliminarUn abrazo
¿Considerando volver a vender...? Pero ya mismo. Vamos, que ni en foto querría yo una casa así. ¡Poldios!
ResponderEliminarGracias por las sonrisas, a pesar del tema tan embrujado que nos has mostrado.
Un abrazo.
Maat
Me has hecho poner los pelos de punta Neo! Francamente esa casa estaba endemoniada!!!
ResponderEliminarDe todas maneras, habría que hacerle una especie de exorcismo previo a venderla o... convertirla en escenario para atraer turistas ansiosos de vivir experiencias misteriosas!
Igual, creo que dado el caso yo hubiera salido corriendo sin siquiera mirar atrás, jaja!
Muy buen relato como ya nos tienes acostumbrados.
Besito al vuelo:
Gaby*
Con semejante propaganda te costará trabajo deshacerte de ella! pero uissss cuanto fantasma suelto te vendieron a precio de ganga.
ResponderEliminarCierra la puerta y no mires atrás.
Un beso
Neogéminis ¿Esa casa no será la de mi Juzgado?...porque cualquier parecido, pura coincidencia...
ResponderEliminarAbrazos
Una casa que venía con una historia callada, que difícil debe ser poder aceptar eso y saber que no se puede hacer más que dejarla.
ResponderEliminarYo me habría ido a las primeras muestras de rarezas surgidas, es que soy un poco miedosa jajaja
Un abrazo.
avanzar hacia un lado del que luego hay que retroceder y dejar el lugar para otros... a veces son decisiones dificiles de sostener y es necesario tirarse atrás... :D un relato muy real amiga! un beso!
ResponderEliminarY, que se yo: ristras de ajo, sahumerios, velas encendidas, algo!
ResponderEliminarProbaste llamando a los Ghostbusters?
Mas de una vez fantasee con que pasara algo asi (preferentemente a otro!)No se si fantasmas o que la casa tiene vida propia, como la casa de los Usher en el cuento de Edgar Allan Poe. Por momentos, me acrodaba de este cuento mientras leia tu relato. Al menos tu casa no se derrumbo!
Publiqué un relato en mi blog hace tiempo con este tema. Y cómo comprendo a quien sufre las obras en casa... o en las del vecino...
ResponderEliminarTe sugiero Neo que, dado que está en auge el turismo de aventura, puedes sacarle un enorme provecho como atracción turística. Ofrece sorpresas increibles a aquellos que se atrevan a modificar o intentar restaurar la misma. Seguro que habrá quien pague cifras sustanciosas por vivir experiencias como las que nos narras.
ResponderEliminarUn abrazo.
no y no, que no, que no la vendasssss¡¡¡
ResponderEliminary si la vendes, me quedo con ella. quiero saber de estas casas encantadas,pero de primera mano..
por otra parte...¿díme cómo demonios es que haces de un tema un tanto insípido, una obra enclucida? quiero sabes cómooooo...
medio beso, mónica.
Bueno... Y eso en lo que a Blogger se refiere... Pero y si retomáramos los comentarios de aquellos Spaces... ¿Cuántos años llevamos compartiendo blogosfera?...
ResponderEliminarcuriosa manera defensiva a ser alterada . Porqué no? Bueno ahora en la familia, un tío mío tiene un lio. En su parcela del campo, tras varios meses de no ir por allí,
ResponderEliminarse encuentra que " alguien" está construyéndose una vivienda . Así, como te lo cuento. Ya veremos como termina la cosa
Yo haría lo mismo, la vendería enseguida, porque es difícil convivir con fantasmas tan determinados.
ResponderEliminarSaludos.
Una casa viva con personalidad propia, quizas las casas tambien deban aceptar a los propietarios para tener una buena armonia, ¿verdad?
ResponderEliminarte iba leyendo y me iba acordando de cuando compramos la casa, mira si me salen con lo de que hay fenómenos paranormales la que me hubiera convertido en un fenómeno habría sido yo jajajaj que de hecho algo si me convertí. Vade retro! Obrassssss jajaja
ResponderEliminarUn besote NeO
Estoy con alguna de las sospechas que te han dejado, seguro que la constructora quiso comprarla más barata y fastidiasteis su compra a la baja, jeje.
ResponderEliminarUn besote.
¡Ay Mónica! habrá que untar al encargado con algo más que dulce de leche para que cierre la boca antes de venderla, ja!, era todo muy bueno para ser verdad
ResponderEliminarTe dejo un fuerte abrazo