Perspectiva 3. UNA ETÉREA BIENVENIDA
Miró hacia atrás desde la ventanilla del auto hasta perder de vista la que fue su casa desde siempre. Dejaba allí sus primeros recuerdos, parte de su infancia, sus tesoros escondidos en tardes de lluvia.
Entre aquellas paredes blancas había aprendido a escuchar el silencio, inventarse mundos, compensar abrazos nunca recibidos, juegos nunca compartidos.
No eran una familia modelo, los tres lo tenían muy presente. Padre, madre e hijo, cada cual más ensimismado que el otro en sus propios asuntos…o más bien sus conflictos.
Cuando sus padres le comunicaron que iban a vivir en el campo se sintió conmocionado. Siempre había vivido en esa ciudad, solitario entre medianeras, acostumbrado al ritmo y ajetreo urbano, jamás se halló cómodo allí… pero eso era lo único que conocía y como era lógico, lo daba como inamovible, natural e incontrastable. Pronto comprendió que no era así. Que mudarse estaba dentro de los vaivenes de la vida y aferrarse a los sitios y las cosas era hacerse trampa.
Tarde o temprano todo termina y no aceptarlo era mostrarse vulnerable. Más tristeza y dolor para acumular en la que era ya su solitaria existencia: incomprendido por sus padres y compañeros de escuela, solía refugiarse en el abrigo de su fantasía que a esas alturas había pasado a ser su única aliada.
Especular en cómo sería su vida de ahora en más le resultaba muy angustiante. No tenía idea sobre qué le esperaba y pensar que debería adaptarse a andar entre nuevos extraños no le entusiasmaba en absoluto.
El último tramo del largo trayecto lo hicieron en auto, desde la estación hasta las cercanías del pueblo, donde los esperaba la que sería su nueva casa.
Desde lejos comprendió que aquel lugar no era nada parecido a lo que hasta entonces había conocido.
Rodeada de un amplio jardín, la casona se alzaba entre doradas arboledas. Mecidos por el viento, los follajes de los árboles parecían querer darle la bienvenida arrullándolo con ternura. Eso le gustó, hizo que el desasosiego que llevaba en el la boca del estómago se disipara con la brisa.
La imponencia y el mal estado de la casa lograron otra vez inquietarlo un poco, pero la actitud de su madre, serena y firme ante aquel nuevo desafío, hizo que tuviera alguna esperanza: tal vez aquel sitio donde debería pasar los próximos años de su vida terminaría siendo menos inhóspito de lo que a primera vista sugería.
La mudanza fue tan caótica como se imaginó. Varias cajas con sus libros se perdieron en el traslado y otras tantas se maltrataron al desembalarlas.
Si bien demoraron bastante en instalarse, la amplitud de la espaciosa casa compensó en algo la inseguridad de saberse alejados de todo.
Él fue el primero en tener que habituarse al ritmo pueblerino. Apenas al otro día de haber arribado debió comenzar sus clases en la pequeña escuela del pueblo, absolutamente diferente al especializado colegio en el que cursaba en la ciudad.
Su naturaleza solitaria no se alteró en aquellos parajes, su actitud distante seguía siendo un muro infranqueable para todo el que intentara acercársele, más aún tratándose de chicos poco habituados a actividades sedentarias.
Tampoco mejoró la relación con su padre, quien continuaba mostrándose apartado, a pesar que tenía ahora más tiempo para compartir en familia.
En compensación, algo muy especial e impalpable le brindó sus efluvios a modo de bienvenida: un dulce olor a almizcle mezclado con canela que se desprendía del interior de la casa. En un principio no lograron identificar muy bien la causa del aroma, ni el lugar desde donde provenía, ya que en todos los ambientes se percibía suavemente su presencia. En ningún sitio en particular su intensidad se acentuaba o desaparecía totalmente. Su madre a veces creía descubrir que era la madera de las ventanas, puertas y escalera el origen de aquel suave perfume. Otras, identificaba directamente al aire como portador de tan sutil mensaje olfativo.
Lo cierto es que una tarde, él mismo logró descubrir el verdadero origen de aquella fragancia: tan sutil como su apariencia, el aroma especial que ella exhalaba embargaba todos los rincones, aunque su presencia se circunscribiera a la habitación donde él mismo se hallara.
Primero desde lejos, a través del espejo del hall de ingreso. Más tarde, tomando algo de coraje, aquella presencia etérea se animó a contemplarlo más de cerca, silenciosa y mesurada…sin dudas para no atemorizarlo.
A los pocos días ya compartían largas horas de caminata junto al lago, juegos silenciosos, fantasías compartidas. Susurrando, cada cual contó al otro sus secretos, sus deseos, sus sueños dormidos…y así entre ambos fue naciendo un vínculo real y sólido, logrando expresar los afectos que, a los otros, no solía retribuir.
Fue así que comprendió, casi sin darse cuenta, que aquella casa lo había elegido para transformarse en su verdadero hogar…y que jamás desearía (ni podría ya) alejarse de ella.
(fin)
Qué belleza este final, me gustó que la casa los eligiera.
ResponderEliminarBesos.
Ya te lo dije ayer. Hoy con el tercer punto de vista, lo confirmo.
ResponderEliminarTres miradas, tres vivencias. No puedo elegir una. Me quedo con las tres.
Enhorabuena.
Un beso
Impresionante relato del que no he podido evitar sentirme identificado en más momentos de los que recordaba...
ResponderEliminarÉpoca lejana, mucho, y que sin embargo he revivido hoy puntualmente con una dulce sensación de tiempos pasados... Y ellos fueron, casi siempre, buenos...
Excelente. Me encantó!!!
ResponderEliminarun abrazo doble.
No pude leer por asuntos que me ocuparon el primer punto de vista, el de la madre. De los dos me quedo con el del niño, ha asimilado ese olor como un síntoma de bienvenida, habla consigo mismo o con "algo" impregnado en la casa, su casa ya. A los niños las novedades les cuestan en un principio, luego saben adaptarse mejor porque carecen de la mochila de las experiencias y las vivencias como un lastre.
ResponderEliminarIntesos relatos, nos conduces Mónica de la mano de tus palabras que son mágia y expresan muchas sensaciones. Te felicito y añado besito cariñoso.
My bien escrito.
ResponderEliminarPrimero, el desarraigo.
Despuès, el encuentro.
Perfecto final.
Un abrazo.
Me ha encantado.
ResponderEliminarHe vivido, en mis veinte casa... muchas de esas sensaciones, pero,¿ sabes? he aprendido un cosa en todos estos traslados...
Y es el título de tu bella historia.
...Un hogar no es una casa... La casa es el receptáculo donde vivimos nuestras vidas...
El hogar lo llevamos dentro. Es una actitud, es un estilo es un sentimiento...
Un hogar lo forman las relaciones, las formas, lo que nosotros somos y queremos ser.
Es el espíritu, la esencia....
Bellísimo.
Enhorabuena, un besito
Aunque se que es ficción, que todo se debe a tu imaginación, estoy deseando que el hombre, una vez libre de ese miedo a estar con su familia, aprenda y aprecie ese olor en positivo, para encontrar su hogar.
ResponderEliminarMe gustó mucho el realto, siguiendo paso a paso las tres instancias. El toque de seducción, un aroma que empieza a poblar el alma, a seducir, para demostrar que allí, puede estar el lugar de uno. Generalmente somos nosotros los que escogemos dónde-cómo y por qué, pero la idea de que las cosas tengan una vida propia, y puedan a la vez elegirnos, me atrae muchísimo!
ResponderEliminarBesitos Neo, siempre un gusto leer tus relatos, tienen magia...
Gaby*
Y es que , nuestro hogar tiene alas. Va con nosotros, ahí adentro.
ResponderEliminarUn beso, del Aire
¡Que bello y excitante ejercicio literario! Un todo conformado con tres partes distintas. Como es la realidad, así es la vida. Contado con tu maestría habitual y con un final que cierra perfectamente la historia.
ResponderEliminarMe gusta como escribís (en argentino, ¡che!)
Besos.
Salud y República
Está preciosísima la historia. Totalmente rítmica. Cuando me tomó por los pelos, pues me gusta imaginar que sea así, no me soltó. Me encantó leerla. Ese aroma, ese hogar que se pone a elegir quién va a habitarle... A mí me pasa con las imágines y las canciones. He escrito cosas que son las imágenes las que me llaman diciendo: Cógeme a mí!!! Y clavan con lo que escribo.
ResponderEliminarTe dejo mi aprecio y un abrazo. Encantada de haberte leído.
Andri
Aaaaah, eso me pasa por leerte antes de dormir!!
ResponderEliminarCuando veo que publicas I, ya espero el II y el III, así que me espero a leer tu FIN y leo de un tirón!
Como dice Ciberculturalia, me quedo con la trinidad!
Besito.
ser admitidos, integrarse
ResponderEliminardesnudar el alma de defensas
asi sin equipaje somos receptivos
Parafraseando famosa frase, el hogar está en nosotros, y añado, y en los que queremos y nos quieren.
ResponderEliminarLa idea de que sean las cosas quienes nos eligen me da un poquitín de cosa, para que negarlo, pero no está mal ... a veces es asi, uno debe rendirse ante la evidencia.
ResponderEliminarDe los tres me quedo con este último por ese toque mágico del final. Ah si, soy la gata flora, me da miedo pero me encanta jajajaja
besos vecina!
Así es, y pienso que siempre fue así.
ResponderEliminarHermoso final!
ResponderEliminarYo creo que a veces hacemos demasiado esfuerzos para acomodarnos y hacer que la vida se ajuste a nosotros, y que deberíamos relajarnos y dejar que el aroma de las cosas que nos rodean nos atraiga. Siempre me entusiasmó la idea de que las cosas nos eligen.
Besos
Belloooooo! El "agujero que llamamos hogar" muy probablemente nos elije. Manucho García Marquez ya nos decía del alma de las cosas, y de verdad, así se siente muchas veces.
ResponderEliminarUn abrazote!
Preciosa reflexión, nuestras casa nos elijen, ¿nos ha elejido el planeta? pues si lo ha hecho, se equivocó le bella Gaia.
ResponderEliminarNostálgico, precioso.
ResponderEliminarSolo he leido (por ahora) esta tercera parte, me ha bastado para decirte que me ha encantado como has definido el concepto de hogar.
ResponderEliminarJ....., que me ha gustado mucho!!!, un precioso relato.
Besos
Me han gustado mucho las tres visiones pero esta la que más.
ResponderEliminarY creo que es un sitio ideal para ser feliz y crear un hogar dónde crecer saludablemente y bien arropado por seres encantadores.
Felicidades Mónica, es precioso.
Abrazos.
pues creo que si en estas circunstancias esta casa va a ser un hogar...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Estupendas narraciones. el mismo tema captado por tres almas difentes e introvertidas. Has seguido el hilo de las tres narraciones a la perfección, Solo e queda una cosa por decir: Felicidades!
ResponderEliminar