Parte 1: CIUDAD SIN ÁNGELES
Bajo la espesa bruma de cenizas y humos tóxicos, un desecho de hombre avanza casi a tientas en medio de la noche. Algunos gritos ahogados resquebrajan el silencio letal de las calles. A lo lejos alguien corre cruzando el puente. Nada fuera de lo previsible, se diría normal.
Anidando en su corazón desde hace tiempo, la alternativa del suicidio continúa madurándole en su mente abatida. Pese al recuerdo de algunos pocos años felices - en aquel tiempo en que el sol aún brillaba con fuerza en las mañanas de algunos niños inocentes- la idea de poner un punto final a la pesadilla diaria de sobrevivir sin horizontes, cobra cada vez más sentido… particularmente a esas horas y respirando el aire sucio de esa ciudad sin alma, prodigios ni enterezas.
El eco de un andar acompasado interrumpe sus lúgubres pensamientos. Se trata de algún otro anónimo que se anima en la noche, vagando sin rumbo entre caseríos grises, mugre y desperdicios arrastrados por el viento. Apenas una sombra más entre tantas sombras.
Retornando hacia el hueco que crece en su interior, él vuelve a sumergirse en el desconsuelo de sus pensamientos. Desde hace más tiempo del que quisiera recordar, la vida se fue convirtiendo en una lucha obscena por la mera subsistencia. Cualquiera podría llegar a matar por un fajo de billetes o mutilar sin siquiera invocar causa aparente. Las viejas sociedades fueron perdiendo paulatinamente su sentido y apenas son ahora una excusa para que el puñado de poderosos privilegiados tengan mano de obra barata disponible para sus urgencias. Nacer o morir son ahora apenas circunstancias anecdóticas, procesos biológicos reducidos a un simple trámite, un acontecer más de lo inevitable que sólo se considera según sea la molestia que cause.
Los pocos que como él, recuerdan lejanas épocas en que la convivencia humana aún tenía otro sentido, no logran descifrar cuándo y cómo, lo que era…dejó de ser…para transformarse en este infierno encadenado de castigos y supervivencia. Aunque en realidad, lograr establecer el punto inicial de la decadencia humana ya no importa demasiado. Las consecuencias nefastas están en su apogeo y es nada lo que puede hacerse para contrarrestarlo.
Hace siglos ya que en aquella ciudad no quedan en pie estatuas, templos, teatros, museos o bibliotecas. La impiadosa realidad hizo trizas hasta las alas de los ángeles más persistentes. Mucho tiempo también ha transcurrido desde que el miedo fue dejando de hacer de alerta para convertirse apenas en una inquietud blanda que sirve sólo para esquivar momentáneamente lo inevitable. Hasta lo que alguna vez fue instinto de conservación ya no existe…tan poco importante resulta lo que hay que conservar que cada quien ha resignado cualquier cuota de esperanza o ilusión – palabras vanas que ya nadie usa-
Entregados a esa condena sin cuestionamientos los últimos sobrevivientes de los sucesivos holocaustos intentan simplemente transcurrir un día más, mezquinos, insensibles, resignados…
Apañados en la suerte que les toca vivir, cada cual asume sin chistar su destino ruin de escoria bastarda, de carne sin sentimientos.
El hombre, perdido en medio de tanta desolación, continúa con la idea del suicidio sobrevolando su cabeza.
(continuará)
Triste forma de vida.
ResponderEliminarun relato triste , pero quizas tenga un final mejor?? ojala¡¡
ResponderEliminarbesito monica, buenisima semana¡¡¡
Bonito. Pero... por favor, un poco de optimismo, que ya tenemos bastante con la p crisis.
ResponderEliminarBesitossss.
pero si ya está muerto....
ResponderEliminarAlgunos viven esa situación, desgraciadamente.
ResponderEliminarBesos.