Parte 2: UN HÚMEDO SOPOR
Guareciéndose en su refugio el hombre refuerza trabas y coloca cadenas, más por inercia que por precaución. Más por costumbre irreflexiva que por garantía de efectividad.
Adentro, la soledad pesa más aún que afuera. El silencio es más cortante. La angustia de no tener esperanza le oprime el pecho, le llega hasta los huesos.
Mientras un húmedo sopor parece brotar de pisos y paredes, se tiende con dejadez sobre el viejo colchón desvencijado deseando dormir profundamente -hace siglos que no lo consigue-
Al rato, una inesperada lluvia le otorga exiguo consuelo: el rítmico repiqueteo de las gotas sobre el techo de chapas lo retrotrae hacia otras lluvias, más dulces, más fecundas, más ansiadas…en su remota infancia, recuerda, alguna vez vivió en el campo, cuando aún el verdor de las praderas lograba sobrellevar el castigo al que los hombres sometían a la tierra. En aquellos días su inocencia seguía intacta, tan fresca y verde como evocaba aquellas praderas. Sus sueños eran sueños de fantasías, de esperanza, a pesar de la crudeza de los inviernos o de los desconsuelos que ya abundaban, recordaba sentir en su costado un mágico palpitar de alegrías e ilusiones, quizás sembradas por la inconsciencia de unos padres que insistían –pese a los pronósticos más realistas- en apostar por un futuro distinto.
Por breves instantes logra revivir aquella fragancia inigualable de la tierra recién sembrada bebiendo ávida la lluvia buena -esa que aún no era ácida, ni turbia, ni tóxica- esa que alegraba con su melodioso repicar sus sueños de infancia limpia.
El mágico sortilegio del sueño plácido lo atrapa, lo inunda, lo transporta. Poco a poco se desliza y se deja llevar sin oponerse entre los pliegues de su subconsciente.
Sosteniéndose, apenas, de viejos recuerdos perdidos entre las telarañas de su mente, logra sentir otra vez la calidez de aquel sol, la brisa fresca, el aroma de la albahaca recién cortada, la música suave que su madre escuchaba en la vieja radio de su casa natal, la voz querida de su padre llamándolo al atardecer, el ladrido cómplice de su perro…todo eso vuelve a resurgir de entre los cadáveres de sus recuerdos.
Profundamente ocultos, quizás intencionalmente para preservarlos intactos –o para él preservarse cuerdo- los hilos de su memoria se van soltando y otra vez recuerda, otra vez añora, otra vez… angustiosamente llora…
No sabe cuánto tiempo logró dormir. Quizás fueron varias horas, quizás apenas unos minutos, pero la enorme cercanía de aquella infancia ya perdida logró conmoverlo en lo más profundo de su ser. El acre olor de la mugre urbana que lo rodea ahora se filtra por las hendijas de su casucha y el contraste fatal de la amarga realidad con lo que recientemente fue reviviendo le estremece las entrañas.
Sentirse allí, hundido en la miseria irreductible de un mundo apocalíptico y sin retorno, lo aniquila al punto de confirmarlo en su decisión de abandonar lo que ya no es vida.
Ha sido breve la dicha de recordar lo que fue felicidad a través de aquel sueño extraño, y ha sido la añoranza de esa misma dicha lo que lo determina a lanzarse al fin hacia el vacío.
Quizás como homenaje a esos recuerdos decide no terminar su tiempo entre esos inhóspitos muros ni en la pérfida ciudad en la que se esconde.
Atreverse a cruzar los límites de lo conocido es –como todos saben- muerte segura, pero si en definitiva es eso lo que busca, bien vale arriesgarse por buscar un sitio –nadie sabe a ciencia cierta lo que hay más allá- que le recuerde a sus praderas. Quizás apenas un horizonte despejado, quizás un trozo de suelo menos destruido…cualquier cosa que le evoque algo menos doloroso…Y si lo halla, entonces sí. Allí se dejará llevar por la muerte, dueña y señora indiscutible de todo lo que aún ha sobrevivido.
Sin poner más que lo indispensable en las bolsas que harán de alforjas –apenas agua, abrigo, una linterna, algo con filo- el hombre sale por fin, hacia lo que ha decidido, será el fin de su camino.
(continuará)
Acabo de leer las dos partes, la primera me dejó un poso de tristeza, pero la segunda es un canto a la esperanza en un futuro fuera de esos muros y lleno de colores infantiles que, aunque imposibles de recuperar con la brillantez de la infancia quizá si pueda encontrar con matices que le devuelvan la ilusión
ResponderEliminarPrecioso relato
Un beso de Mar
Esta historia no puede terminar con la muerte dueña de todo.
ResponderEliminarMuy bien escrito.
Esperamos.
un abrazo.
Seguro que hay un cruce de caminos y tendrá que tomar, de nuevo, la decisión.
ResponderEliminar*.*.*._/\_*.* .Hola!.....
ResponderEliminar. + . )_"( . * . + * . +. + . * . + . *
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. * )_"(.. Tu Amiga Jessy.
...va hacia la vida, cualquier destino está más cerca de ella...
ResponderEliminarEspero que acierte en su decisión.
ResponderEliminarBesos.