UNAS PUERTAS ENTREABIERTAS (un cuento muy particular) Cap.3

Cap.3: APENAS UN DESTELLO Según quien las observara, el contenido que cada puerta encerraba, resultaba ser diferente. Para los más jóvenes aquellas puertas se abrían a escenas del pasado. Pinceladas coloridas de años idos que ellos nunca conocieron directamente pero de los que habían oído hablar por boca de sus mayores. Tener la posibilidad de observar aquellos tiempos de cerca y en primera persona hacía que comprendieran cabalmente la complejidad de emociones y la impotencia que los viejos de su pueblo sentían ante lo inevitable. Mirar hacia atrás no implicaba necesariamente, como ellos anteriormente interpretaban, negarse a intentar nuevos retos o nuevas soluciones. Al contrario, resultaba ser una fuente fresca de inspiración donde abrevar para encararlos. Los más viejos, en cambio, apenas dejarse llevar por el encanto de lo que encerraban aquellas puertas, lograban revivir en forma íntima, sugestiva y cautivante el desafío que se siente ante lo nuevo y lo desconocido. Otra vez conseguían sentir en carne propia la inquietud por vivir lo que se tiene por delante, las ganas de entregarse entero por un ideal, la fuerza y la atracción de lo posible...y aún más, de lo que se da como imposible. Gracias a la magia de aquellas puertas pintadas por un ignoto loco, aquellos hombres, antes gastados por el tiempo y la falta de horizontes, lograron redescubrir el entusiasmo propio de la juventud, la alegría y la ilusión ante los nuevos desafíos. Pero el prodigio que ese muro deparaba no terminaba ahí, como pronto descubrieron al transcurrir los días. Cada quien que se detenía lo suficiente para contemplar en el momento justo y desde el ángulo adecuado aquellas puertas pintadas, lograba divisar con suma precisión una respuesta para lo que antes creía irresoluble. Si bien el fenómeno duraba apenas unos segundos, como un destello casi imperceptible y muy esquivo de atrapar, cada quien lograba comprender - si abría su corazón y se predisponía a mostrarse receptivo – sus respectivos problemas como incentivo para su propio crecimiento, no como determinantes de un inevitable fracaso. De esa manera todo el que así se dispusiera lograba sentir sus esperanzas reverdecer y su espíritu fortalecido. Cada quien a su manera, todos salían renovados. Esas puertas mágicas resultaron ser un vínculo entreabierto hacia las fuerzas perdidas. De alguna manera aquel loco había logrado combinar los elementos necesarios para llevar acabo semejante prodigio, cuyo poder pronto trascendió más allá de los límites del pueblito, logrando atraer muchos visitantes. Luego de aquella primera vez en que todos, viejos y jóvenes enlazaran sus respectivos puntos de vista de la realidad a través de lo que habían visto en aquellas puertas semiabiertas, la concordia y el diálogo entre ellos fue realmente efectivo: unos aprendieron a escuchar y respetar a quienes conocían el pasado. Los otros, aprendieron a valorar lo que las nuevas generaciones tenían por decir. Al comprender que la suerte, bajo la intermediación de aquel que todos daban por desequilibrado, les había dado una oportunidad magnífica para hacer revivir su pueblo, entre todos decidieron reunir sus fuerzas y conocimientos para llevar a cabo un ambicioso proyecto: refundar la vieja estación ampliándola como museo y centro cultural, aunando nueva estética y tecnologías con la noble intención de no perder nunca raíces y memoria…y, como era de esperarse, el fantástico mural de las puertas entreabiertas pasó a ocupar un lugar destacado dentro del complejo. Pronto, aquel ferrocarril antes dispuesto a morir, acrecentó sus viajes hasta esos lejanos parajes iniciando una lenta pero sostenida mejoría económica para esa gente hasta ayer entregada a la inercia y la desesperanza. La fama del mural y su poder se extendieron hasta remotos lugares. Los turistas comenzaron a llegar como en peregrinación. Todos aspiraban a experimentar la magia que allí se daba. No todos la alcanzaban, es cierto. Era imprescindible predisponerse para experimentarlo. Pero esa falta de certeza en la aplicación del sortilegio fue tomada como parte del riesgo y del atractivo… porque, como ya se sabe, siempre es preferible aventurar, intentando algo nuevo, que quedarse a morir anclado en la inacción. (fin)