martes, 26 de enero de 2010

EL AMULETO - Primera Parte



Primera Parte: Un claro objetivo


Llevando una pesada carga de leños sobre su espalda avanzaba como podía, entre rocas y espinos un pobre y harapiento muchacho. Bajo los fortísimos rayos de sol del mediodía el desgraciado se compadecía una y otra vez de su infortunado destino.

Solo desde los nueve, sobreviviendo como pudo y gracias a la caridad de la gente de su pueblo, el huérfano no conoció nunca el descanso ni la alegría que merecen los niños.

Desde siempre debió afrontar la soledad, el desamparo, las maldades gratuitas de los que se creen superiores, el desprecio hasta de quienes aspiran a santos, la incomprensión de los que se dan por sabios y se entretienen regalando consejos vanos.

Cansado ya de soportar lo insoportable imploraba al cielo que algo inesperado pusiera fin a su desgracia: algún generoso noble que pasara por aquellos caminos y se compadeciera de su pobreza, algún mago que lo hechizara para torcer el rumbo de sus días, quizás algún caballero que se apiadara y lo tomara como escudero…mil y una artimañas del destino intentaba imaginar para que, por fin, alguna vez le sonriera la suerte.

Casi había perdido ya las esperanzas de salir de pobre cuando una noche, luego de un día entero de cortar y traer leña desde el bosque, un viajero alentado por el sopor del vino que se prodiga para alejar viejos fantasmas, le confesó en forma fortuita, que alguna vez, conoció una hechicera que consiguió, gracias a sus artes ocultas, ayudarlo a alterar el rumbo de su vida.

Erizada la piel por la posibilidad de estar frente a la información que quizás lograra sacarlo de la extrema miseria en que vivía, el joven se ilusionó, de inmediato, con los detalles que aquel desconocido le brindara.

Resultó en principio complicado lograr descifrar las indicaciones que el ebrio le indicara para llegar a aquel sórdido lugar de brumas y peligros.

Más intrincado fue el camino que debió andar para vencer el recelo inicial de aquel que duda en dar información valiosa a quien no la merece.

El joven debió desplegar todo su ingenio, apelar a toda su astucia y aún a la compasión del viajero, para que aquel hombre se apiadara de su situación y decidiera confiarle los pormenores de su secreto.

Aquella noche no pudo dormir. Tan grande era su inquietud por llegar al sitio que le indicara su embriagado benefactor que sentía emocionado como su cuerpo entero presentía la inmediatez del vuelco que daría su vida.

Antes aún que amaneciera, el joven juntó sus pocas pertenencias, las dos o tres monedas que hiciera el día anterior por la venta de leña y muy decidido partió para enfrentar el giro de su destino.

Como un gesto íntimo hacia el rincón que lo viera nacer, el joven levantó su mano en alto saludando su pasado y dedicó, con cierta melancolía, una última mirada al pueblo que ya sentía como lejano.

Decidido a no perder el rumbo ni las ganas de alcanzar su cometido aquel pobre harapiento repetía mentalmente una y otra vez las instrucciones recibidas para localizar a la hechicera que, esperaba, lo ayudara a revertir su fortuna.

El camino era mucho más difícil de lo que había pensado, más peligrosos los inconvenientes que debió sortear, más inquietantes las personas que conoció durante la larga travesía. Hubo quienes quisieron estafarlo, gente que apenas se dignaron a dirigirle la palabra, algunos pocos comedidos que buscaron desalentarlo en su búsqueda y unos cuantos que se mostraron totalmente indiferentes antes sus consultas.

Muy pocas almas generosas le tendieron una mano en su adversidad. Ciertas personas lo ayudaron con algún mendrugo de pan, otros le obsequiaron algo de abrigo, pero afortunadamente hubo varios que le ofrecieron techo a cambio de algún trabajo que pudiera realizar.

Fue con ellos con quienes quedó más agradecido porque mientras cumplía las tareas que le solicitaron, fue adquiriendo algunas habilidades que, estimaba, le serían muy útiles en su nueva vida: a lo largote varios meses aprendió a trabajar la madera, adquirió nociones de herrería, se ejercitó como dependiente tras un mostrador, aprendió normas de comportamiento que fueron suavizando su falta de roce con la gente.

Pero a pesar que fue notorio su aprendizaje nunca dejó de tener bien en claro que su objetivo primordial seguía siendo encontrar la hechicera visionaria de la que le hablara el viajero.

Pasó bastante tiempo hasta que por fin el muchacho consiguió hacerse del equipo necesario para alcanzar su reto: la maga en cuestión vivía en un lejano pantano al que se accedía luego de sortear una alta cordillera. Por ello el joven debió reunir el dinero necesario para comprar algo de pertrechos para escalar y realizar el viaje.

Por fin llegó el ansiado día y otra vez, aquel que sólo sabía cortar leña en su pueblo natal, partía ahora muñido de un mínimo equipaje para soportar el frío, el hambre y la larga caminata.

(continuará)


17 comentarios:

  1. Moni...triste ,verdaderamente triste el comienzo.Me recuerda la infancia de tantos y tantos niños..y la deseperación en su búsqueda por encontra algo mejor.
    Un millón de besos.MJ

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  2. ¡Me ha gustado mucho! Tiene una fuerza especial el muchacho, una fuerza que te anima...

    ¡Un abrazo, Neogéminis!

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  3. Por el momento, me encanta la determinación que muestra ante la posibilidad de dar un giro de 180º a su vida para siempre.
    Un abrazo.
    Pepe.

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  4. ¿A que lo vuelve piedra o algo parecido? A ver, a ver...

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  5. Caminante no hay camino, se hace camino al andar... decía Machado.

    Si en su camino va adquiriendo conocimientos y modos de ganarse la vida ya vale la pena el viaje.

    Sigue pronto, estoy intrigada.

    Un besito

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  6. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  7. Por ahora solo puedo decir ¡¡¡Mucha suerte!!!!, estaré atenta a la siguiente parte.

    Besines wapa

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  8. Desde luego, el que quiere conseguir algo no debe sentarse bajo la sombra de un árbol a esperar.
    Sin embargo, y no sé por qué, me da la impresión de que a veces nos obcecamos tanto con el objetivo, con la meta, que no nos damos cuenta de lo que nos brinda el camino.
    Ya veremos a qué nos conduces!
    Estoy segura de que me gustará :D


    Un besito


    Lala

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  9. Paso a agradecerte tus comentarios y a leerte. No todos los muchachos tiene la determinación del tuyo. Ojalá fueran así todos... No podré leer lo que viene... más adelante. Te dejo un abrazo.

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  10. Mi querida Neogeminis:

    El relato del boxeador y la vedette es absolutamente ficción... no eres la primera que en este post lo asume como real... ¡já!, ¡no sé si tomarlo como un acierto o como un error!...será que en la literatura ficción y realidad se enmarañan y siempre hay mucho de cierto hasta en lo más imaginado.
    Volveré con calma a leer tu relato!
    Un beso cariñoso para ti!

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  11. Dramático, bello: profundo y directo al corazón.

    Me ha impactado. Y, por supuesto, lo he imprimido, amiga.

    Espero la continuación.

    Besos...!

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  12. Me ha gustado, pero no me aventuro a decir nada, espero la continuación ya que siempre me sorprendes.

    Un abrazo.

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  13. Como siempre tus relatos te mantienen en la tensión de que sucederá.

    Besos Noe.

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  14. Aqui estamos a ritmo de violin siguiendo como nuestro joven amigo se planta ante este nuevo desafio de vida ,amen de lo que ya esta cambiando en èl y pueda que no sea del todo consciente.

    continuaremos leyendonos

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  15. Neo, otra vez llego tarde, lo siento, pero !que bien, nueva historia!, en esta parte el infortunio se ceba con el pobre huerfano... pero ahí está la esperanza de la hechicera, esa que puede cambiar su destino... desde luego que espero que la encuentre. Me voy corriendo a la otra entrada para ver como sigue.

    Un besote, por supuestisimo, de los gordos

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  16. sí, dime que lo va a conseguir Neo, para desastres ya nos basta mirar alrededor... No sé si te lo había dicho ya, lo mucho que me gustan tus trilogías... jajajaja.
    Abrazote : )

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  17. Me ha gustado mucho, se pone muy interesante el relato y paso a la continuación.

    Besos Mónica.

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