miércoles, 27 de agosto de 2025

CADA JUEVES, UN RELATO: BOLSAS DE PLÁSTICO

Me uno a la propuesta juevera  que nos hace Tracy desde su blog. L@s invito a leer todos los relatos.



NO ERA MEDUSA

Cuatro naranjas que llevará a la playa y una botella de agua mineral para hidratarse. A esa hora el sol está muy fuerte y no quisiera insolarse. No tiene grandes expectativas pero igual buscará de mantener el entusiasmo. La chica parece simpática y la cita no requiere de mayores compromisos. Si ve que la cosa no funciona, inventa una disculpa y desaparece sin muchas explicaciones. Sabe que a la hora de justificarse, mientras menos se extienda uno, más fácil es sostener la mentira que se ha inventado. Así que, nada. Paga en caja y se marcha hacia la playa con la bolsa en mano. Tampoco es cuestión de aparecerse con las manos vacías. Las primeras impresiones cuentan.

La tarde pasó volando y las naranjas y el agua fueron insuficientes. Debió comprar unas cervezas frías para sobrellevar el insoportable calor, pero por suerte, un vientito fresco se levantó justo antes de caer el sol y las dos parejitas culminaron el encuentro disfrutando de dulces arrumacos. Todo un éxito que buscarán repetir.

Rueda la bolsa con los desperdicios por la arena caldeada. El viento llega solícito aliviando las pieles ardientes mientras los cuerpos aprenden a tocarse. Una apariencia extravagante toma el indeseado envoltorio hinchándose sobre la orilla. Corre riesgo de enterrarse entre la arena, bajo los pies de los paseantes, pero una ráfaga insurrecta la arrastra mar adentro, jugueteando manso entre las olas espumosas. No tarda en desaparecer hundiéndose en el mar inquieto, llevando en su interior cáscaras y mordiscos de cuatro adolescentes torpes.

Unos pececillos curiosos laceran el traslúcido atado mecido por el oleaje. Las cáscaras de naranjas se dispersan, ablandadas por el salitre. Queda ahora a la deriva la bolsa anudada en su lisura. Se confunde entre un enjambre de medusas que flotan, leves, bajo la superficie del mar apenas dormido.

Recién llegada de los arrecifes, una tortuga celebra su suerte apurando el festín que se mece frente a ella. Lo devora con fruición, aprovechando los últimos rayos solares. 

Se aleja de pronto, confundida la tortuga, atascado el último bocado en su garganta. No sabe que no ha sido una medusa la razón de su atoramiento. Tampoco que los perfumados restos ingeridos precipitarán muy pronto su muerte.

9 comentarios:

  1. Una historia que se da con demasiada frecuencia y no somos conscientes del daño que se causa.
    Esos jóvenes no saben que con su mal hacer dañan más de lo que se piensan.
    Concienciar está en manos de todos, y no fabricar tan bien. Un besote grande.

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    1. Muchas gracias Campi. Me alegra reencontrarte. Espero hayas disfrutado de tus vacaciones. Un abrazo

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  2. Boa noite de paz, querida amiga Mônica!
    Ficou muito boa a construção da sua participação, muito bem detalhada e com um romance no ar... muito bem pensada.
    Temos há sabido dos estragos dos plásticos na natureza.
    Gostei muitíssimo da criatividade.
    Tenha dias abençoados!
    Beijinhos fraternos

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    1. Me alegra que te gustara, Roselia. Muchas gracias por leer con atención. Un abrazo

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  3. Ese triste final me da mucha pena, pero queda expuesto magníficamente como un simple gesto de descuide puede desencadenar un percance irreversible.
    Muchas gracias , Neo, como siempre fantástica.

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    1. Me alegra haber encontrado inspiración, Tracy. No me resultó un tema sencillo jeje. Un abrazo y muchas gracias por conducirnos

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  4. La tortuga pago la fiesta de los jóvenes y ellos ni se enteraron.
    En cambio el ojo del narrador sigue de cerca , sin perder detalle ni alcance, el camino de muerte y destrucción de la bolsa.
    AbrZooo

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    1. Cuántas veces perdemos de vista las consecuencias de nuestros actos! Gracias por leer con atención, Gabi

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  5. Qué triste Mónica, has narrado la realidad de muchos animales que perecen a causa de las bolsas, unos ahogados, otros asfixiados. La sociedad debe reaccionar. Un abrazo

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