Sumándome a la Propuesta Juevera que esta semana nos deja Nuria desde su blog, dejo un relato algo más extenso de lo sugerido. Sepan disculpar.
MUJERES (Una distopía no tan ficticia)
Después de la vorágine de las
primeras olas, el movimiento de las feministas tocó los bordes de la orilla
extrema desatando la furia de los retrógrados que veían amenazados sus
camuflajes supremacistas. La prédica de las mujeres –no todas, sí muchas- llegó
a tocar fibras neurálgicas del status quo
y más allá de los excesos que toda revolución genera, la relación de
géneros logró redefinirse en gran parte del mundo.
A consecuencia de esto, la
contracorriente se disparó de la mano de los reaccionarios anti-todo que,
escudados en el poder económico que los sustentaba, se instalaron con la idea
de borrar de un plumazo los avances progresistas que con tanto esfuerzo se habían
venido construyendo.
El retroceso se dio en todas las
áreas. Con la excusa de hacer eficiente lo
que sin tapujos proclamaban querer destruir, liquidaron todos los organismos de
protección estatales que encontraron a su paso. Estudiantes, jubilados,
discapacitados, científicos, artistas, intelectuales. Independientemente de su
rótulo partidario vieron cercenados sus esfuerzos a medida que la avalancha de
imposiciones arrasaba con todo lo institucional –malo o bueno- establecido alrededor de algún derecho.
Con eslóganes absurdos como “la
justicia social es una aberración” los pretendidos innovadores desempolvaron consignas
ya vetustas. Ante la notoria apatía de
las masas - hartas de anteriores fracasos- la justificación para cortar de
cuajo todo lo que molestaba a los ganadores de la contienda, fue simplemente el
dictamen del autoproclamado mesías local. El coro de complacientes instalados
alrededor del supuesto paladín se encargó de batir palmas ante todo lo que
brotaba de la boca del mandamás, sin que los argumentos empáticos que surgieran
de la gente llegaran a afectarle. De un
día para el otro se vieron mellados todos los valores básicos establecidos por
la sociedad para su convivencia. Se perdieron los filtros diplomáticos y los
instrumentos formales fueron pisoteados por la soberbia de los dictadores.
Mientras tanto la gente –no toda, sí mucha- confundida por las sucesivas
incoherencias con las que se les azotaba cada día, se concentraba en su propia
sobrevivencia.
Como era previsible, las
injusticias y la violencia volvieron a resurgir. Nuevamente las mujeres fueron
las principales víctimas. Vueltas a ser tratadas como meros trofeos decorativos
o minimizadas a su función reproductiva, las féminas –no todas, sí muchas- de
aquella sociedad distorsionada volvieron
a recordar su época de lucha y decidieron nuevamente empoderarse para recobrar
su dignidad.