miércoles, 26 de octubre de 2016

ESTE JUEVES UN RELATO: La puerta

Esta semana nos convoca Pedro Pablo, desde su blog, para leer más relatos, dar clic aquí
Nota:
Me excuso por haberme pasado de la cantidad de palabras sugeridas, pero no ha sido mi culpa, sino del relato, que se escribió solo.





LA PUERTA

La puerta se veía añosa, descascarada, de grandes dimensiones. Los restos de un antiguo esmalte sintético color “rosa chicle” con el que alguna vez había sido pintada sobrevivían a lo que suponían ser varias décadas de abandono y olvido. Un antiguo cerrojo de barra horizontal anclado a la agrietada madera contrastaba por su temple con la decrepitud de la fibrosa hoja apenas labrada.

Aquella era la puerta de entrada a la guarida de sus deseos, esos que, aunque ansiados con ahínco, jamás se cumplieron. Lo supo con certeza, aún antes de intentar abrirla. El corazón de su propia identidad permanecía estoicamente detrás de ese portón, lo percibía sin necesidad de confirmarlo con sus ojos.

Intentando analizar la simbología de aquella puerta -tan especial en su mundo onírico- no pudo evitar sentir cierta confusión al observarla en detalle. Si bien podía entender el porqué de lo desvencijado de la hoja y sus formas sobrias, le desconcertaba en cambio aquel color que prevalecía sobre su superficie, tan llamativo y rayano en el mal gusto. Ese rosa chillón no tenía nada que ver con su personalidad ni con las fantasías idílicas nacidas de sus sueños más sentidos.

Le dolía suponer que allí adentro, detrás de esa hoja tan poco glamorosa y poco digna, se encontrara preservado el compendio de sus mejores y más elaboradas ilusiones, las que en verdad representaban esa parte de su yo íntimo y sublimado. Allí aguardaban, atesorados para siempre, sus más caros deseos pasionales, las mejores respuestas a las ironías hirientes alguna vez recibidas, las miradas más sugerentes, las frases más amorosas, los besos más dulces, los orgasmos más increíbles, las grandes verdades nunca desmentidas, las certezas más radicales, los sentimientos más sinceros. Quizás algunos hubiesen sonado demasiado locos ante la gente, otros, demasiado extravagantes y algunos pocos, demasiado atrevidos, pero todos resultaban ser para ella tan auténticos y deseables como luminosos.

Pese al desconcierto que la embargaba, tomó fuerzas y se dispuso a abrir la puerta. El pesado barral oxidado chirrió al correr entre aquellos herrajes destartalados. La añosa hoja pintarrajeada se abrió paso entre restos de hojarasca seca: restos mustios de ensoñaciones e ilusiones muertas. Poca luz entraba por un ventanuco mugroso que se destacaba en un rincón, casi a la altura del techo. Telarañas espesas como mantos desgajados se balanceaban con pesadumbre al ritmo de su propia respiración. Cierta sustancia, apenas perceptible bajo los rayos mortecinos de un sol que no calentaba, iba cayendo blandamente hacia un piso que no se lograba distinguir.

Sobre una mesa ubicada en el centro de la habitación, resaltado por una temblorosa flama de vela, un viejo libro de hojas crujientes y empolvadas esperaba ser leído. Ningún texto había en él, ningún signo, ni ilustración, ni rastro preservado existía ya entre aquellas páginas olvidadas. Sólo al final de la última hoja y a punto de desvanecerse logró entrever una frase que la conmovió terriblemente: “…las ilusiones llegan a hacerse polvo si el excesivo pudor, la cobardía o la indecisión desmedida se ocupan de mantenerlas encerradas hasta que nos llegue la muerte.”

La angustia la abrumó al punto de hacerle brotar el llanto. Un dolor en forma de punzada aguda le atravesó el pecho. Se sintió desfallecer.

Todo el cúmulo de ilusiones atesorado a lo largo de su vida, desde su más tierna infancia, pasando por los años de su más romántico idealismo, incluidos sus más esperanzados sueños apostando por un mundo mejor y una vida plena, se habían desintegrado. No existían más, ningún rastro quedaba de ellos en aquel enigmático mundo onírico que en ese momento recorría. La tristeza fue sintiéndose tan presente que logró materializarse ante ella, definida y real como si se tratase de su imagen en un espejo.

Sin que hubiese necesidad de más explicaciones, supo que su error había sido resignarse siempre a mantener sus sueños en estado latente, enclaustrados y alejados del mundo real bajo candado, negados a la luz de un sol verdadero que les inspirara confianza y les facilitara el vuelo. Sin la posibilidad de saberse libres, aquellos mágicos anhelos terminaron por marchitarse y desvanecerse ahogados por el encierro tras aquella puerta de cerrojo pesado y colores inverosímiles. Quizás fue por miedo a que los demás se burlaran por considerarlos demasiado ingenuos. No se animó a mostrarlos por temor al “qué dirán”, para no ser catalogada de “diferente”. Nunca se había atrevido a experimentarlos, a darles la posibilidad de ser reales.

Una lágrima resbaló fría sobre su rostro resumiendo su enorme congoja. La nitidez de esa leve humedad atravesando su mejilla logró despertarla.

La confirmación de que todo había sido un sueño – uno muy trascendental, aunque ilusorio al fin- logró confortarla. Se incorporó, aún dubitativa, sobre su cama. Todavía llevaba el sabor de la tristeza prendido en su boca.

Avanzó lentamente hacia la puerta del balcón de su cuarto intentando despejarse. Abrió, con convicción los postigos de madera (en cierto modo parecidos a la puerta del sueño) y resuelta a replantearse desde ese momento las prioridades de su vida, paladeó con placer la luz de la mañana.

18 comentarios:

  1. Hola; pues sí que resulta sorprendente en muchos aspectos. Es como una confluencia de genios, je, je. La puerta da mucho juego, sobre todo al interior de uno mismo. Y el libro también, quién lo iba a decir. Sinceramente, me alegro de haber coincidido. Un abrazo. Pablo.

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  2. Nosotras, gente de aire, sabemos cuánto aire hace falta infundirle a nuestros sueños y proyectos. Si los mantenemos escondidos, tal cual lo cuentas con metafórico y onírico preciosismo, envejecen, se desvanecen hechos polvo y quedamos grises y vacíos.
    Un abrazo doble después del disfrute de leer tu prosa.

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  3. Vidas vacias..huecas..tan falta de todo que no hay ni siquiera una frase que dejar en un libro...La vida es de los que se arriegan..vivir sin el sabor de ganar lo que tanto esfuerzo nos da..no es vida...Besosss.....

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  4. Ilusiones soñadas y almacenadas que van creciendo en importancia y al despertar el desengaño nos hiere. Soñemos hoy y vivámoslo inmediatamente. Tiene moraleja tu relato que para nada es largo. Un abrazo

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  5. Me anoto esa frase que estaba a punto de desvanecerse, va a ser el motor de algo que tengo que hacer.

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  6. Los sueños necesitan airearse, comprobar que resisten la claridad de la luz y, por supuesto, que rafagas de brisa los inoculen de vida. Encerrados, no tienen sentido, libres al menos pueden aprender a hacerse realidad.
    Un beso.

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  7. La ventana abierta a la realidad deja al descubierto tu maravillosa fortaleza, allí dónde se amotinan las ilusiones. Entrar o salir de uno mismo, soñando despierto.
    Un beso

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  8. Al leer tú relato , es como una puerta abierta hacía un futuro que se ansía pero que da miedo pasar ese umbral , impresionante me ha gustado mucho ..Un fuerte abrazo y feliz resto de semana.

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  9. Una puerta donde tu protagonista ha ido acumulando todos sus sueños e ilusiones. Y que al pasar del tiempo llegó la hora de abrir y dejarlos salir, para sacarles el mejor provecho a los que aun le queda tiempo por realizar. Fascinante relato metaforico.
    Beso

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  10. A veces hay que luchar por esos sueños, porque al final se diluyen,my se quedan para siempre detrás de esa puerta.
    Una gran reflexión.
    Un abrazo

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  11. Vamos poco a poco a abrirle las puertas a esos sueños a esas ilusiones y ganas de vivir y de creer en nosotros mismos y sobre todo en nuestros sueños

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  12. Las ilusiones es verdad que a veces se quedan en solo eso. Pero hay que lanzarlas al aire y que formen parte de tu vida. Ese sueño te lo está diciendo. Gracias por abrir la puerta de tus sueños. Un saludo

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  13. Creo que es lo mejor para sentirse vivo, el ver las ilusiones más profundas cumplidas tras grandes esfuerzos, porque no creo que las casualidades pasen de largo, más bien que las oportunidades se asemejan a imprudencias en algunos casos y las dejamos marchar por ser poco valientes. Sentir ilusiones es algo que siempre he pensado que debe materializarse, hay que abrir la ventana del balcón, hay que ser testarudo y empeñarse en ello, en verlas realizadas.

    Un abrazo y mi más sincera enhorabuena por el relato.

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  14. Muy buena narrativa de algo metafórico como es salir de una habitación para respirar aire puro. Los armarios solo deberían usar para guardar la ropa, no para guardar la vida. Te ha quedado muy trascendente el relato y muy bien escrito.

    Un beso :)

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  15. Tus palabras siempre me dejan pensando y reflexionando, y esta vez no es la excepción. Un relato genial de principio a fin.

    Un beso.

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  16. Me guardo esa frase que nos regalas marcada en cursiva, "...las ilusiones llegan a hacerse polvo si el excesivo pudor, la cobardía o la indecisión desmedida se ocupan de mantenerlas encerradas hasta que nos llegue la muerte.”

    Hay que vivir cada sueño, cada deseo sin miedo a equivocarnos y si nos equivocamos siempre queda aprender del error y corregir. Nunca dejar que los sueños se queden arrinconados.

    Tu prosa perfecta como siempre.

    Un beso.

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  17. Para reflexionar lo que se encuentra detras de tu puerta...creo que acabaremos todos en terapia con alguna que otra ilusion rota!

    Gran relato Monica!
    Besito juevero

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  18. Tienes una prosa con un vocabulario que me envuelve, tus giros, tus formas y metáforas... y la manera que tienes para expresar las reflexiones a las que nos haces llegar.
    El texto de hoy... ¡¡¡GRANDE!!!

    Besos enormes.

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