miércoles, 14 de mayo de 2014

ESTE JUEVES UN RELATO: El Patio


Los  mediodías de verano el patio de la casa de mis abuelos se tornaba verde. El toldo de lona que solíamos tender desde la terraza para cubrirlo le daba una luminosidad esmeralda e irreal que lo hacía parecer mágico. El calor sofocante provocaba un vaho muy particular que ascendía desde los mosaicos amarillentos hasta el coronamiento de la escalera que llevaba al altillo.

Como en toda casa que bien se precie de acoger sangre italiana, los domingos se cocinaba pasta, tanto en invierno como en verano y sentados desde los escalones de cemento, ojeando alguna revista de historietas, mis primos y yo espiábamos por la ventana a mi abuela mientras preparaba la salsa con la que acompañaría los tallarines o los ravioles que ya tenía oreándose sobre la mesada. Los aromas deliciosos se diseminaban por toda la casa.

Mientras tanto el patio se llenaba de risas, música, trinos y juegos. En el rincón más sombreado de una de las esquinas, un pequeño canario del que ya no recuerdo el nombre mezclaba su canturreo con la música irregular que brotaba de una vieja radio chillona.

Los mayores hablaban de sus cosas mientras iban de aquí para allá llevando y trayendo sillas para aprontar en torno a la mesa. Nosotros nos contábamos las vicisitudes de la semana pasada en la escuela, lo que habíamos aprendido o algún chisme inocente propio de chicos curiosos que se entretienen creciendo.


Aquel patio era el centro de la pequeña casa, escueta en habitaciones pero grande en calidez y cobijo familiar. Colgadas de sus altas paredes decenas de cuidadas macetas lucían sus verdes sencillos matizados con algunas flores coquetas que le agregaban encanto y estilo. No tenía lujos ni azulejos que lo vistieran con gala pero algo en mi memoria lo recuerda como el más bello, digno del mejor de los castillos. 

Será que cuando uno es niño y se es feliz, todo lo ve magnífico y si se esmera un poco durante los años que siguen, logra preservar esos recuerdos con la misma alegría, con la misma magia intacta de los que fueron sus mejores años, lista para ser evocada con nitidez cuando las circunstancias de la vida o la nostalgia lo dispongan.


Más relatos sobre patios, en lo de Ma. José

23 comentarios:

  1. Es verdad que cuando somos niños vemos las cosas diferentes, yo en mi casa de niño tenía una azotea que me parecía inmensa, ahora cuando la veo, digo vaya, si no era tan grande, pero es verdad lo que has escrito, ese lugar era el núcleo de la familia, cenabamos allí, reiamos, jugabamos, haciamos barbacoas....
    Gracias por recordarme aquellos momentos de mi infancia a través de tu relato.
    Eso no tiene precio.
    Como comprenderas me ha encantado y muy bien escrito.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Que bonitos son los recuerdos de la niñez, cuando todo era grande y magnifico, nos has conducido a años atrás con tu historia. Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Preciosos recuerdos que ennoblecen aún más al patio.

    ResponderEliminar
  4. Has hecho magia con las palabras: me has llevado a ese patio.
    Besos.

    ResponderEliminar
  5. tu recuerdo me fue haciendo sonreír de manera que mis ojos se han humedecido, esos ravioles y tallarines con el olor a estofado de los domingos y la abuela, es un tesoro, que coincidimos.

    Un abrazo :)

    ResponderEliminar
  6. Neogéminis, pusiste el alma en tus letras y ha sido un placer disfrutar de ese patio lleno de vida y de recuerdos, amiga.
    Mi felicitación y mi abrazo grande por tu buen hacer.
    M.Jesús

    ResponderEliminar
  7. Es cierto. Todo lo que leí me llevó a mi propia infancia, al patio con parra e higuera de mi abuela, la pasta de los domingos con ese tuco cuyo olor y sabor quedó grabado en mi memoria y no volvió a repetirse ... . Claro que quisiera, como ud, volver a ese patio, que era el mejor patio del mundo!
    Un beso vecina

    (soy Any que se olvidó de su propia contraseña)

    ResponderEliminar
  8. Que lindos y agradables recuerdos nos dejas con tu patio. Me llevaste a recordar el patio de mi abuela cuando fui una chicuela. Y tienes razón la nostalgia de tus recuerdos se evocaron en este relato juevero. Fue un placer leerte.
    Saludos

    ResponderEliminar
  9. Precioso texto, nostálgico y evocador de escenas dejadas a tras en el tiempo, cuando un patio,una calle del pueblo o del viejo barrio,eran los lugares más fascinantes para disfrutar y todo era inmenso, como un universo por explorar.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Algo similar me vino a la mente cuando leí sobre tu patio, la inocencia que no ve ni a la abuela y al abuelo, a la madre... quitando las hojas secas de las macetas que baja el padre con el gancho, riega, vuelve a poner, esquejes de una maceta a otra, que nos vamos de vacaciones y le dejo la llave a la vecina... Mientras tanto, los niños ven el movimiento y juegan ajenos a todo. Pero el gusto por las plantas y la belleza de lo vivido queda y marca.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  11. "Aquel patio era el centro de la pequeña casa, escueta en habitaciones pero grande en calidez y cobijo familiar."
    esta frase, que resume tu texto, ya es irreal a día de hoy. pero es irreal en estas sociedades nuestras medio avanzadas o tan avanzadas...
    medio beso.
    a veces, sí, el pasado fue más cálido.

    ResponderEliminar
  12. Ya he dicho en otro comentario, que todos llevamos dentro un patio interior donde poder jugar a ser niños.
    Un relato tan real que haste he sentido el olor de la salsa de los tallarines.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  13. Bonitos recuerdos, esas comidas al airé libre con el cielo como techo debe ser algo muy satisfactorio.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  14. Este relato me ha dado alegría, me ha demostrado que la niñez no hay que olvidarla, sino transportarla al presente. Me he sentado en ese patio y también estaba con mis primos, me he metido en tu escrito y me ha encantado. Gracias Neo. Besos y buen finde.

    ResponderEliminar
  15. Neo, yo también me he criado en un patio. Conozco esas sensaciones, ese frescor de las flores y del patio regado,sé de esa estrecha convivencia que en ellos se genera, también tu escrito me ha devuelto a mi infancia, porque esos recuerdos, como muy bien dices, están frescos y vivos en la memoria.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  16. Recuerdos ligados a una infancia feliz y con un patio como centro, ha salido varias veces este tema por lo que compruebo que somos muchos los que tenemos recuerdos similares. Imagino esos domingos de charlas y comida mediterránea porque los viví parecidos a este lado. Un beso y gracias por participar, amiga.

    ResponderEliminar
  17. Cómo no emocionarse con tus palabras. Cómo no volar hacia esos tiempos de inocencia?

    un fuerte abrazo (mejor:uno doble)

    ResponderEliminar
  18. ¿quieres que compartamos este jueves que viene?

    ResponderEliminar
  19. Has descrito maravillosamente bien el patio de tu niñez que para ti, como tu bien dices era lo mejor del mundo.
    Un beso

    ResponderEliminar
  20. Has traído a mi mente el patio de mi abuela. El verano pasado me encontré con dos primos y hablamos de aquellos tiempos, felices.
    Me encantaron los detalles que das y hacen vivir ese ambiente de ese patio.
    Besos.

    ResponderEliminar
  21. Una delicia de texto, lleno de recuerdos entrañables. Una visión particular donde los espacios, los aromas y los colores son los que se llevan en el corazón y en los recuerdos para siempre.
    Precioso Mónica.

    ResponderEliminar