Me sumo con esta anécdota real a la convocatoria que nos hacen Rosana y Patricia desde su blog. Pasar por aqui para leer todos los relatos.
P.d hay tiempo hasta el 30 para enviarme sus fotos para la tarjeta navideña. No se demoren!
VERGÜENZA
Estábamos esperando en la sala de
embarque del aeropuerto que se pasen las horas entre vuelo y vuelo. Habíamos
llegado a eso de las dos de la mañana desde nuestra ciudad para tomar el que
nos llevaría cuatro horas más tarde hacia nuestro destino final fuera del país.
La espera venía siendo
particularmente tediosa y agotadora. El reloj parecía ralentizarse y nada
servía ya para distraernos. Decidimos entonces desayunar para sacudirnos el
sopor acumulado. Elegimos una cafetería muy coqueta y moderna en la
que numerosas mesitas redondas rodeaban el amplio mostrador en donde se
exhibían delicadas confituras.
Optamos por el clásico café
gigante con medialunas de manteca. Si bien se suponía que el servicio sería rápido y no había demasiados
clientes a esa hora de la madrugada hubo que esperar un rato hasta que nos
prepararan el pedido, mientras tanto ocupamos una de las pequeñas mesas a unos
pasos del mostrador donde el encargado disponía la cafetera.
Cuando al fin nuestro pedido
estuvo listo, nos acercamos a la barra y nos dividimos las cosas, yo me ocupé
de las medialunas y mi marido de las bebidas calientes. Muy calientes. Y en
grandes vasos plásticos. Plástico lustroso.
Resbaloso. Tan resbaloso y maleable que uno de los vasos se convirtió en
una especie de misil resbaladizo y caliente y salió disparado con fuerza desde la
mano de mi marido hacia una de las pocas mesitas ocupadas en ese momento, justo
sobre una pobre mujer distraída que intentaba beber tranquila su infusión,
aislada del mundo y sin conciencia de nuestra presencia.
La cara de espanto de esa pobre
mujer bañada en café hirviendo de pies a cabeza no la olvidaré en mi vida.
Tampoco el grito mudo que brotó de su boca mientras nos miraba con odio e
impotencia. Sacudiéndose como pudo los rastros de semejante afrenta y
callándose para sí los insultos variopintos que sin duda cruzaron por su mente,
se alejó de allí con suma hidalguía, sin que su dignidad sufriera más
desquicios que los ya padecidos. Valoré su nobleza. Merece destacarse. Ni siquiera
la obscena mancha marrón que quedó estampada en su antes blanquísimo pantalón
logró inmutar su andar sereno y digno alejándose de nosotros.
Nos quedamos sin palabras
deseando hacernos invisibles. Conteniendo la vergüenza todo lo que pudimos
deglutimos lo que quedaba de nuestro pedido y nos escabullimos discretamente
entre la multitud que ya se disponía a abordar nuestro vuelo, rogando -con
toda la fuerza de nuestros corazones- que aquella mujer manchada no estuviese
entre los convocados.
Por lo que contás, los vasos no eran lo más adecuados para servir bebidas calientes.
ResponderEliminarPero quien haya pensado que eran adecuados para los clientes, no tuvo que afrontar la vergüenza.
Y yo sospecho que ha pasado más de una vez.
Un abrazo.
Siiiii. Si bien la torpeza para ese tipo cosas de parte del susodicho es indisimulable, el material del vaso era totalmente inadecuado. Seguro habrá habido varios accidentes jeje. Un abrazo y muchas gracias por leer con atención Demiurgo
EliminarTienen es que dar gracias de que no os tocará en el avión sentaros al lado suyo. ¿cuál hubiera sido el tema de conversación? La abolición del plástico en nuestra civilización, quizás?
ResponderEliminarABRAzooo
Noooo si hubiésemos tenido tanta mala suerte nos hubiésemos cambiado de asiento haciéndonos los descompuestos jaja. Qué mal momento pasamos! Ella y nosotros! Jaja 😂
EliminarUn lujo leer cómo fluye tu relato. Sinceramente, "avergüenza" a mucho texto cuya lectura tortura, los artículos periodisticos de los diarios argentinos últimamente, por ejemplo...
ResponderEliminarAbrazo hasta vos.
Agradezco tu concepto. Muchas gracias Carlos. Un abrazo
EliminarVaya disgusto, pero también fue por su parte no armar un escándalo, digno de destacar.
ResponderEliminarAunque tu marido no tuvo culpa ninguna, si alguien la tuviera, sería el camarero, debió advertir que estaba muy caliente y ofrecer una servilleta para su traslado o mejor una bandeja. Asi, pues, un cero para el servicio de camareros jajajá.
Muy buena anécdota. Un besazo.
Fue un papelón mayúsculo que aún nos avergüenza recordar. Coincido en que la calidad del vaso en cuestión fue la principal causa de la desgracia. Un abrazo y muchas gracias por la atenta lectura
EliminarPobre señora, creo. que la vergüenza aun siendo enorme no se puede comparar con el disgusto de la señora y su ropa mojada para todo el camino. El final queda abierto porque no sabemos si tomó el mismo vuelo y si armo un enfado a voces. Odio los vasos de cartón y los cubiertos de madera. Un abrazote
ResponderEliminarPor suerte no volvimos a verla, por lo que deduzco que tomó otro vuelo. Un abrazo Ester.
EliminarSin dudas debieron darles para sostener los vasos de café una especie de cintura de cartón que es precisamente para no quemarse y que el vaso no se escurra, pero imagino que a esas horas de la madrugada el empleado estaría medio dormido, imagino la vergüenza que ustedes sintieron y todo lo que habrá pensado esa mujer de ustedes. Pero la realidad es que en los viajes nadie esta exento de sufrir alguna mancha, así que yo opte por viajar con jeans oscuros siempre.
ResponderEliminarMuy buen relato Mónica, me alegra que hayas podido participar, un abrazo.
PATRICIA F
Celebro haber recordado esa vergonzosa anécdota como inspiración para esta convocatoria. Un abrazo Patricia
EliminarPobre mujer. Seguramente no volverá a viajar con pantalón blanco (no es el idóneo).
ResponderEliminarEse tipo de vasos no son los adecuados para una bebida caliente. Los de la cafetería tan fina y moderna deberían tenerlo presente.
Por lo demás, y por más que produzca vergüenza, ¿quién puede enfadarse por un accidente?
Un abrazo
Todas consideraciones muy válidasAlis, igualmente nos sentimos pésimo en ese momento. Un abrazo y gracias por leer
EliminarHola Mónica, menuda situación más se creo, y muchos que la mujer no lanzó improperios a diestro y siniestro. Una buena anécdota a recordar. Pero que sepas que le pasa a mucha gente con esos vasos. Un abrazo
ResponderEliminarPor suerte, con el paso del tiempo, los momentos vergonzosos terminan transformándose en anécdotas divertidas para compartir. Un abrazo nuria. Muchas gracias por leer con atención
EliminarAyyy no tremendo, es de esos momentos que quieres desaparecer por arte de magia jajaja Muy buena tu historia, me encantó! Hasta cuándo se podía mandar la foto para la tarjeta de navidad? El sábado a más tardar te la mando, mañana tengo un día de locos jeje Besos por ahí!
ResponderEliminarMe alegra que te gustara, Mari. Totalmente real. Te espero hasta el sábado para la foto. No hay problema. Gracias por sumarte. Un abrazo
EliminarUn accidente TERRIBLE. Similares eventos he visto en aviones cuando sirven agua hirviendo para hacer el te.... una de esas se rego y le quemo la manito a una niña.
ResponderEliminarEl consejo seria pues: Pedir bebidas frias o incluso evitar cualquier liquido en los viajes.
Si hubiera sido un pan..... si por causalidad se le cae enciama a algun ser humano, no va a salpicarlo.
¿que seria de la dama ofendida?
Toda la escena es fabulosa, y algo siniestra a la vez.
La mancha .... en la ropa, creo NUNCA puede lavarse.
Exacto! Esa mancha será el recordatorio mudo in eternum de ese desastre! Jaja un abrazo José. Gracias por tan detallado comentario
EliminarNo quisiera verme en esa situación porque me he visto en otras come derramar sopa en los pies de quien estaba detrás de mi. No quiero ni recordarlo.
ResponderEliminarUn saludo
Jaja situaciones espantosas en kas que muchas veces nos vemos envueltos sin querer. Un abrazo Buscador. Gracias por leer
Eliminar¡Quién sabe! Igual resulta que la señora fue a asearse al baño, se cambió de ropa y la tuvisteis sin daros cuenta todo el rato detrás de vosotros mirándoos la nuca. En fin, una experiencia como para llorar, aunque yo no veo culpable alguno. Tan solo que aquellos vasos deberían haber sido de mayor calidad.
ResponderEliminarBuen aporte, Neo.
Un abrazo.
De haberla tenido cerca, seguro se hubiese encargado de devolvernos "el favor" de alguna manera jeje. Pobre mujer. Seguro recordará el evento con menos risas! Gracias por leer, Marcos
EliminarEs de las anécdotas que más suceden con los malditos vasos de plástico que se mueven más que un flan
ResponderEliminarOs comprendo a vosotros y a la señora manchada. Jajaja
Jaja uno se ríe ahora pero en el momento no sabe qué hacer ni cómo disculparse! Un abrazo. Muchas gracias por leer
EliminarMónica un accidente terrible en el que no me gustaría ser sujeto activo o pasivo, te comprendo por que no hay suficiente tierra que te trague Un abrazo
ResponderEliminarAsí nos sentimos, Rodolfo, deseosos que la tierra nos tragara jaja. Un abrazo y muchas gracias por leer con atención
EliminarMás que torpeza veo unos vasos inadecuados para llevar esos líquidos :) Odio los vasos desechables, no puedo con ellos... La mujer reaccionó bien, pudo ser bastante peor :)
ResponderEliminarPudo ser una situación muy desagradable. Por suerte no lo fue. De ahí que hoy lo podamos contar con humor. Un abrazo y muchas gracias por leer
Eliminarjajaja, me imagino a la señora como el protagonista de esta leyendo urbana un procedimiento penal en España... Está puesto en papel timbrado de la Fiscalía española, así que no sé si será cierto, pero es buenísimo.
ResponderEliminarSiento la tardanza en comentar...
Un abrazo.
Jaja creo que la intención de insultarnos esi la tuvo, pobre, pero lo logró disimular! Te agradezco por tu visita, Mercedes. Celebro que te hayas divertido. Un abrazo
EliminarHola Neo, me he olvidado de la foto! Estoy a tiempo?
ResponderEliminarHola Mari, lamentablemente no. Es una lastima 😢
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