Dejo mi aporte (superé las 350 palabras, me disculpo) a la convocatoria de esta semana que nos deja Marcos desde su blog.
EL DOBLÓN DE ORO
Mecido por la borrachera el experimentado
capitán corsario decidió hacer un repaso mental de esa noche
de apuestas y jolgorios y quedó satisfecho: dieciséis reales, una bolsa de
tabaco y un antiguo doblón de oro hendido en el medio que se propuso conservar atado
al cuello como símbolo de buena fortuna. Al otro día zarparía su barco, el
Barbanegra, en incierto derrotero por la Ruta de Indias persiguiendo galeones
españoles cargados de tesoros y todo amuleto que pudiera sumar resultaba
bienvenido.
La travesía se inició con un mal
augurio: un albatros muerto cayó sobre la cubierta del barco y la tripulación
sintió que aquella aventura no terminaría bien. Inmediatamente se desató una
fuerte tormenta de viento y granizo, algo totalmente inusual por aquellos
mares. El capitán ordenó arriar las velas pero pese a la velocidad con que los
marineros respondieron, la del palo mayor quedó rasgada.
Los días siguientes fueron igual
de nefastos: una fiebre fulminante mató a su primer oficial, mientras otros marineros
cayeron enfermos. Justo en medio de ese trance avistaron al primer galeón
español atravesando su ruta y el capitán dio la orden de atacar pese a tener la
tripulación menguada. Fue una decisión totalmente errada. Las maniobras de
acercamiento fueron imprecisas, exponiendo al Barbanegra a los certeros
cañonazos de los españoles, que dejaron gravemente averiada la nave corsaria. El
abrumado y supersticioso capitán comenzó a buscar la causa de su infortunio en
alguna cosa concreta que pudiera exorcizar. Con la certeza que da la
desesperación, recordó de repente al antiguo doblón de oro que llevaba como
amuleto desde aquella noche de juerga precediendo su zaga de desventuras, y sin
pensarlo dos veces, con desprecio y rabia
lo arrancó de su cuello lanzándolo a las aguas bravías.
A partir de ese momento la
travesía comenzó a encarrilarse dentro de lo esperable. Las averías fueron
reparadas y los enfermos y heridos fueron mejorando. Días más tarde tuvieron la
fortuna de toparse con un pequeño buque mercader que lograron saquear
compensando las pérdidas padecidas.
Guarecidos ya en una isla
desierta, el corsario sigue reflexionando sobre aquel doblón de mal agüero. Mientras
camina por la playa, la frase del viejo al que se lo ganó resuena en su memoria:
“solo él decide con quien quedarse”. De repente un destello destaca entre la
arena. Instintivamente se inclina para ver de qué se trata. Con pavor comprueba
que el maligno doblón hendido está nuevamente entre sus manos, pese a haberlo
arrojado con furia a las profundidades del mar.
El desenlace es muy bueno, y has creado un ritmo que nos abduce, la verdad.
ResponderEliminarUn buen relato. Un fuerte abrazo
Te agradezco tu generosas palabras, Albada. Un abrazo y muchas gracias por leer
EliminarUn doblón obstinado que remata una historia muy bien narrada, los piratas al final siempre resultan simpáticos. Un abrazo
ResponderEliminarNunca han sido de mis preferidos, pero entiendo tu punto de vista. Muchas gracias Ester por la atenta lectura. Un abrazo
EliminarLa maldición de aquella moneda estaba hecha a fuego.
ResponderEliminarUna historia totalmente de piratas, conforme iba leyendo, era cono aventurarme en este galeón y ver la fuerza de los vientos.
Nunca hay que menospreciar el desafío de la mala suerte en un objeto, los hay malditos y ese era el doblón. Un besazo.
Me alegra que te haya gustado, Campi. Un fuerte abrazo y muchas gracias por tu amable comentario
EliminarPerfecta narración y un inesperado final, como colofón de este magnífico relato.
ResponderEliminarA la playa siempre suelen llegar restos incontrolados.
Besos.
Los objetos desechados se empeñan en volver cuando menos lo esperamos jeje. Un abrazo Juan. Muchas gracias por tu visita
EliminarLos objetos magicos tienen MENTE y saben cuidarse. Este doblon es cosa seria.
ResponderEliminarImagino que el corsario quedaría pensando en como deshacerse definitivamente de él. Da para continuar la historia. Un abrazo José. Muchas gracias por la visita
EliminarTremendo desenlace para esta historia de piratas! Sin duda la mala suerte le ha escogido a él y no quiere abandonarlo por una temporada! A ver pobre, que nuevas desventuras le esperan! Je, je! Un abrazote Neo!
ResponderEliminarLe será difícil sacudirse la mala fortuna! Jajaja. Gracias por leer con atención, Marife. Un abrazo
EliminarMe encantan las historias de piratas, así que tu historia me ha metido de lleno.
ResponderEliminarAlgunas maldiciones sólo pueden aceptarse y cruzar los dedos para que pasen de largo lo antes posible.
Saludos
Anoto esa recomendación jeje. Gracias por pasar leer Beauséant. Un abrazo
EliminarEL doblón de ida y vuelta!!! A ver si me pasa lo mismo a mí cuando entrego un billete de 20 pavos en las tiendas. Pobre capitán. Besos y gracias por tu relato.
ResponderEliminarSi fuera un billete grande, por mí, que vuelva siempre! Jajaja. Gracias Santi por tu amable comentario. Un abrazo
EliminarEl doblón sabía muy bien con quién quedarse, aunque tardara bastante en manifestárselo a su nuevo dueño. Has recreado perfectamente el ambiente en el barco y la narración está plena de atractivo y detalles muy bien expresados.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu aportación, Neo.
Un abrazo.
Agradezco tu pormenorizado análisis, Marcos. Me alegra que te gustara. Un abrazo
EliminarPuede que el mal augurio lo tuviera alguien de su tripulación y el doblon inocuo le hubiera tomado cariño En todo caso formaron uña y carne Un abrazo
ResponderEliminarEse sería un giro muy interesante para una saga, Rodolfo! Jeje un abrazo y muchas gracias por leer con atención
EliminarEl doblón decidió que le gustaba el que menos lo quería... Muy buen relato.
ResponderEliminarO simplemente se ensañó con él para disfrutar con su mala fortuna jejeje. Pura maldad! Gracias por leer, chicos
ResponderEliminarLa suerte iba con él, ojalá pasara eso en tierra firme
ResponderEliminarLa mala suerte no quería abandonarlo, Tracy. En mar o en tierra, de él dependerá si logra sacudirse el mal augurio. Un abrazo
EliminarQue bien le queda a ese pirata el dicho de...Lo que es del cura va pa la iglesia...y bueno, yo creo que con no agarrarlo y pasar de largo...espero no me llegue a mi ese doblon ni aunque sea de oro....bss
ResponderEliminarCoincido. Lo que pasa es que a veces el miedo logra nublar la razón y no actuamos como debiéramos. Gracias por leer, Diva. Un abrazo
EliminarCuánto hace que no disfrutaba "una de piratas" de tan impecable original mirada ..
ResponderEliminarAbrazo hasta allá.
Me alegra que lo hayas disfrutado, Carlos. Muchísimas gracias por leer con atención. Un abrazo
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