Sumándome a mi propia convocatoria:
PIC NIC
Corrió espantada la iguana hacia las ramas más altas del árbol cuando
comenzaste a cavar el hoyo. La fuerza con la que manejabas la pala debió asustarla, tanto como me hubiese estremecido
a mí, de haber estado viva. Pero ya no lo estaba. De eso te percataste bien
antes de comenzar tu fajina de borrado de huellas fuera del camino desolado que
nos trajo hasta aquí. Apenas el potente veneno
comenzó a hacer efecto en mi organismo -disfrazada su amargura entre las
delicias del almuerzo con que me sorprendiste después de tu prolongada
ausencia- comprendí que algo no estaba bien. Aquel mareo no era consecuencia de
las pronunciadas curvas del sendero por el que bajamos peligrosamente buscando
el sitio ideal para este curioso pic nic de
reencuentro que planeaste. La causa real era el arsénico camuflado que jamás
hubiera imaginado hallar entre sándwiches y frutas frescas. Pero ya era tarde.
No pude decir nada mientras comprobaba tu mirada aliviada y tu risita
tragicómica cuando hurgabas en mi bolso buscando tus cartas
comprometedoras –las que me conminaste a traer bajo un motivo tan absurdo que
ya ni recuerdo-. Tu verdadera naturaleza afloró en aquel instante en que te
sentiste a salvo, sin necesidad de aparentar lo que no sentías. Hasta no te
privaste de sacarme el poco dinero que quedó en mi billetera después de aquel
capricho que decidí permitirme ayer: el coqueto sombrero
de paño que tanto me gustaba y que por fin me decidí a comprar para lucir hoy
en nuestra cita. Ahí está: aplastado sin miramientos bajo mi cabeza a modo de
improvisada almohada mientras me envuelves con la manta
verde que trajiste expresamente “para acomodarnos mejor sobre el césped”
y que ahora resulta ser mi mortaja. Imagino, que cuando termines de cubrir mi
cuerpo con la tierra húmeda que acabas de extraer del pozo, te irás para
siempre. Te librarás definitivamente de mí y lo que para ti represento. Ya no
te estorbaré más. Te marcharás -como si nada- y tomarás el tren que tanto ansiabas, buscando librarte… de tu
culpa y mi recuerdo.
¡Vaya un Pic-nic de miedo! Genial el relato resultante de unir todos los elementos! ¡Cualquiera se apunta ahora a una invitación a un Pic-nic, después de leer tu relato! Ja,ja! Un abrazo!
ResponderEliminarMe alegra que te gustara y te resultara divertido Marifé. Yo disfruté mucho al escribirlo. Un abrazo y muchas gracias
EliminarCon lo que me gustan las meriendas campestres, ahora me lo pensaré. Un relato magnífico tocando todos los palos, elementos, se disfruta, a pesar de..., leyéndolo. Abrazos
ResponderEliminarJajaja. Muy amable Ester. Me alegra que te gustara y espero no haber dañado tu gusto por las meriendas campestres! Un abrazo y muchas gracias por leer con atención
EliminarUna merienda con tintes dramáticos, por un amante que no quiere correr riesgos y planeo con ese pic-nic cargarsela y recoger toda prueba evidente. Mal bicho a ver si cuando la tiré al pozo que cavó con la pala va él detrás ajajja. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMal bicho. Muy cierto! Jajaja muchas gracias por leer con atención Campi. Un abrazo
EliminarUn buen relato el que has urdido en una tarde de campo, nunca pensé en asistir a una de estas citas pero ahora menos que nunca porque me has metido mieditis en el cuerpo.
ResponderEliminarUn abrazo
Jajaja no te prives de algo lindo x miedo! Es una buena lección je. Muchas gracias por leer con atención. Un abrazo
EliminarMuy interesante, el punto de vista de la víctima del homicidio, me encantan este tipo de historias. Justo elegí el mismo collage, pero se ve que lo puse desde el otro punto de vista, jaja. Muy buen relato, gracias por la propuesta. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegra que te gustara el punto de vista que elegí para narrar, Cyn. Muchas gracias por leer. Un abrazo
ResponderEliminarJolines se lo pones difícil a cualquier inspector de policía. Has sabido hilvanar la historia a fuego lento sin dejar ninguno de los objetos al azar. Muy bueno, besos
ResponderEliminarJajaja me alegra que te haya entretenido Molí. Muchas gracias por leer con atención. Un fuerte abrazo
EliminarUn pic-nic peligroso nos traes este jueves, tenemos que pensar con quien vamos de campo y si tiene una pala pasar de sú compañía. La victima cuenta muy bien la historia, voy a leer la segunda parte para resolver la curiosidad que me ha entrado con esta.
ResponderEliminarGracias por tu buen hacer siempre.
Besos
Me alegra que te gustara Lucía. No hay segunda parte, sino desarrollo de otra tarjeta. Muchas gracias por leer con atención
EliminarYo soy ella y, teniendo tanto tiempo como la eternidad, le dejo un buen regusto desde el más allá. Para que no olvide que los picnics fríos durán más 😱😱😱😱
ResponderEliminarUn beso enorme, Moni.
Me voy a por el otro relato.
Muchas gracias por tu constante y cálida compañía Mag. Buen finde!
EliminarOtro relato que te inspiró otro de tus collages, qué bueno, esta vez un picnic más que entretenido.
ResponderEliminarA ver si esta vez se publica a la primera mi comentarios, porque blogger parece que me tiene mania jajaj.
Más besos.
Jeje. Gracias x no desistir en los intentos para comentar, María! Muchas gracias. Me alegra que te gustara. Un abrazo
EliminarAnda... una historia de crímenes sin castigo. Con protagonista en "primerapersonapostmortem".
ResponderEliminarPor lo menos ya sabemos que hay algo después de la muerte.
Abrazo fuerte Monica
Jaja. Podemos estar tranquilos! Muchas gracias Gabi. Te agradezco por tu atenta lectura. un abrazo
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