Me sumo con este texto reeditado a la convocatoria que nos deja Dorotea desde su blog.
EL CIRCO
Ubicadas en el sitio
preferencial, cercanas a la pista central y separadas del resto del público por
un elegante acordonado bastante pretencioso, las mullidas butacas del sector
Vip (Very Important People) aguardan ser ocupadas. Mientras tanto el resto de
los espectadores, ansioso y entusiasmado, puja por a acomodarse en sus lugares,
estrechos escalones entablonados bastante incómodos y con evidentes rastros de
viejas representaciones: escritos obscenos, astillas levantadas y chicles
pegoteados. Inequívocos vestigios de otros públicos, de otras funciones.
Cansada por la larga espera que
tuvo que soportar antes de pagar sus entradas, la gente llega con las manos
cargadas de pochoclo, salchichas y bebidas azucaradas. Apenas antes de comenzar
el show y sin haber tenido que pasar primero por la boletería, los ocupantes
del sector Vip van arribando y se acomodan sin complejos, haciendo gala de la
ostentación que acostumbran con fingidos aspavientos. Para la gente de las
gradas populares, vistos desde lejos, semejantes personajes resultan parte del
espectáculo.
De improviso todo se queda a
oscuras y en silencio. Un potente reflector luego se enciende y el maestro de
ceremonias enfundado en lustroso frac anuncia con grandilocuencia que el gran
espectáculo está a punto de iniciarse. Un festival de luces irreales enmarca el
comienzo del desfile, cerrando por unas horas las puertas de la realidad que
afuera angustia y oprime.
Payasos y malabaristas versados
hacen su entrada triunfal desfilando en grupo y con aparatosas genuflexiones
mientras la música suena. Máscaras y pinturas ocultan sus verdaderos rostros,
fingiendo, en cambio, sólo las muecas de lo que pretenden ser. Todos se afanan
por mostrar empatía ante los embobados espectadores, quienes ansían que la
magia circense los transporte hacia ese edulcorado mundo de fantasía que se
anuncia desde los carteles.
Tragafuegos y acróbatas trasnochados intentan sostener su arte sin
demasiado esfuerzo. Domadores sin fieras se las ingenian azotando al aire sus
látigos chispeantes. Saltimbanquis con antifaces coloridos asombran con sus
volteretas, dando tumbos de aquí para allá sin que se les caigan sus
ornamentos, mientras acompañan a los artistas principales haciendo equilibrio
sobre delgadas cuerdas extendidas sobre la multitud que los contempla.
De vez en cuando un estallido de
vaporosos papeles de colores distrae nuevamente a la multitud, que aplaude con
insistencia. De veras esperan que aparezca el mago que saque de la galera algo
que les cambie el destino y los maraville.
A esas alturas se advierte que la
inocencia no es sólo de los más pequeños: cada vez que el telón se eleva y los
fuegos de artificio anuncian con estruendos un nuevo número, la expectativa de
la gente para dejarse llevar por la magia y la ilusión se renueva pese a lo
obsoleto de los trucos.
*Cualquier
similitud con el circo de la política local NO es mera coincidencia
Esa ultima observación, cae de genial. La politica y el circo, es juego de pobres.... y muy real
ResponderEliminarMe alegra que te gustara Gustab. Lamentablemente suele serlo. Muchas gracias por leer. Un abrazo
EliminarPolitica universal diria yo, que no teneis por ahí la exclusiva. No te extrañe que cuando aplaudan a los artistas, algun vip de la clase politica se dé por aludido.
ResponderEliminarUna fina ironia se advierte en la separacion entre publico y los vips, dejando s los ultimos en un punto intermedio entre "artistas"(de la politica) en el circo, y público.
Abrazoo Monica
No sé porque a veces salgo anonimo. Con gustab tambien me ha pasado.
ResponderEliminarDisculpa la duplicidad, pensaba que podria borrar el primero, pero tampoco puedo
Vale el doble entonces tu comentario, Gabi! Jajaja... No hay problema, son varias las desprolijidades de lis comentarios últimamente. Un abrazo y muchas gracias por leer con atención
EliminarNada mas intimidante que el circo. Recuerdo que se decia que una vez un tigre se salio de la pista y le mordio la cabeza a una chiquilla.
ResponderEliminarDesde ese dia procuro evitar dicho lugar.
Coincido. Nunca me gustaron. Es más, me parece un ambiente muy deprimente, sin nada de la magia que se intenta mostrar. Con o sin animales, el mundo circense nunca me resultó atractivo. Un abrazo y muchas gracias por leer, José
EliminarEs la magia, sobre todo en la mirada de loss niños, los adultos recuperamos un poquito de ella, pero a saber si es suficiente.
ResponderEliminarUn buen texto, con tantos pesonajes circenses. Un abrazo
Mí intención de fondo fue la ironía, haciendo. Un paralelismo entre el circo y la política local, más allá de mostrar la magia circense. Puede que no haya sido muy explícito. Un abrazo, Albada
EliminarDesde que leí el "VIP" esperaba esa referencia crítica a la política y no me has defraudado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jajaja me alegra que lo hayas notado. Tenía que fuera muy sutil. Un abrazo Noelia y gracias por leer con atención
EliminarCuriosa crónica personal acerca del circo. El circo nos llegó a todos al corazón. Yo asistía a una sesión cada vez que aparecía. Me has hecho recordar una anécdota. Una vez nos llevó un tío a dos de sus hijos ya mí al circo. Compró un esbelto manojo de ¡plátanos! y allí nos vieras comiendo como monos uno tras otros. Sin indigestión. Se ve que la expectación, la ilusión y la risa permitían una buena digestión.
ResponderEliminarSalud, y del otro circo que tenéis ahí permanentemente montado mejor no hablar. Aquí lo hay también, pero no tan grave. Pero aquí también nos crecen los enanos, los incendiarios, los equilibristas de poco pelo y los clowns de poca gracia. Un abrazo.
Curiosa anécdota que te agradezco compartir. Vaya con la merienda circense. .. ¡plátanos! Jaja muy original y memorable. Sobre la magia de lis circos reales, nunca la he sentido. Los pocos que he tenido la ocasión de conocer han sido muy deprimentes, al menos, así me han parecido. Nunca me llegó el encanto que a otros le producen, salvo los más contemporáneos como el de Soleil. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer
EliminarNo tengo apetito por descubrir un escenario circense, tal vez por la única ocasión que fui y el accidente fatídico que hubo.
ResponderEliminarEl tuyo es más real, casi que lo estoy viendo
Un abrazo
Tampoco me gustan los circos tradicionales. Intenté ser sarcástica en mí relato. Gracias por leer.
EliminarEn el trayecto, me hiciste visualizar las distintas formas de distracción que tienen nuestros gobernantes para hacer creer al pueblo, ''público'' lo que ellos quieren.
ResponderEliminarAbrazo, Neo
No todos, pero muchos lo hacen. Así lo creo. Un abrazo
EliminarLeyéndote he asistido a una sesión de circo, dentro de otra y soporto aún menos la de los VIP, que la de los pobres animales.
ResponderEliminarMuy bien relatado y muy buenas reflexiones las que has hecho al respecto.
Te agradezco, Tracy, por tu amable comentario. Un fuerte abrazo
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ResponderEliminarTraes una buena historia para la convocatoria de hoy. A través de ella reflejas a los diversos políticos que tenemos, son puro circo.
En mi entrada, hablaba de cuando era pequeñita, con la edad se adquiere conocimientos, cultura, capacidad analítica y vas evolucionando...
Dejé de ir hace mucho tiempo. No me gustan los animales enjaulados. Me quedo con Los Payasos de la Tele y los magos.
Para el tema de hoy los traje, marcaron mi infancia, juventud y madures, no les olvidé...
Gracias por comentar.
Un beso y abrazos.
Siempre es interesante ver los distintos puntos de vista que se disparan a partir de un mismo tema. Éste que nos convoca está semana es un buen ejemplo. Muchas gracias por tu visita. Un abrazo
EliminarBien contada esta historia sobre el circo farsante que otorga engaño, prometiendo ilusión.
ResponderEliminarCuando hay un abismo entre el engaño y la ilusión.
Bien contado. Un abrazo.
Me alegra que te gustara Demi. Muchas gracias por leer
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