Sumándome a la convocatoria juevera que esta semana nos deja Inma desde su blog, me dispongo a intentar jugar con el tiempo (asumiendo con cierta culpa que me pasé en cantidad de palabras). Dar clic aquí para leer todos las historias.
EL JUEGO DEL TIEMPO
Inesperadamente heredó la casa.
Una antigua construcción centenaria en las afueras de un pueblo en medio de la
nada. Pensó que quizás la suerte comenzaba a cambiarle a partir de ese momento
e inmediatamente se dispuso a tomar posesión de ella. Apenas llegar afloraron
los recuerdos. Registros de su niñez que creía perdidos bajo la niebla de la desmemoria.
Los coloridos veranos con sus abuelos, las siestas a la sombra del olivo, las
carreras junto al rio con sus primos, las primeras flores que viera nacer. Algo
de aquellas evocaciones hizo que su mirada dejara de lado sus habituales
pesares y hasta sintió que le brotaba una sonrisa.
La casa estaba en silencio y sombría.
Descascaradas sus paredes pero seguía acogedor su espíritu. Abrió las ventanas
para que el sol y el aire despejaran el polvo del tiempo ido. Mucho del ayer
logró aflorar con placidez de todos los rincones y una dulce nostalgia lo
envolvió con ternura. Tuvo la certeza que allí había sido feliz.
Luego de comer unas frutas
cortadas del jardín que solía cuidar su abuelo, se fue a dormir, agotado por el
viaje y por la gris pesadumbre acumulada sobre sus hombros. Sin grandes
prolegómenos ni necesidad de pastillas, lo logró rápido y profundo. Nada que
ver con las angustiosas noches de sus últimos años.
Soñó con su infancia bajo aquel mismo
techo y aquel mismo cielo, su inocencia, su alegría, la sensación de libertad
latiendo bajo su piel. Recordó con nitidez las caricias de su abuela, las risas
de sus padres, los ojos chispeantes de su abuelo, el aroma de los azahares, el rojo
de las manzanas lustrosas, las noches de lluvia después de la cena compartida,
el sonido de la radio acompañando la sobremesa. Bellos detalles que tenía
totalmente olvidados.
A la mañana siguiente despertó
reconfortado y con el vívido recuerdo de un ingenioso juego de mesa que solía
jugar en aquel tiempo. Revisó todos los estantes de la biblioteca en que solían
guardarlo, rezando poder encontrarlo. Detrás de una vieja foto en que se le
veía radiante junto a sus padres y abuelos, lo halló.
El artesanal tablero constaba de
una grilla intrincada de casillas que a simple vista resultaba laberíntica,
alternando en claros y oscuros el camino de madera por donde el jugador
avanzaba con su ficha sobre las representadas líneas del tiempo hasta llegar a
alguna bifurcación desde donde, luego de girar una especie de ruleta con
distintas opciones y considerando las variables que surgían de cinco dados que
se arrojaban antes de adelantar, decidía qué camino tomar, optando así por una
de las tantas rutas que el juego proponía, brindando al hacerlo aventuras,
pesares, encuentros y consecuencias que nunca se repetían y determinando, según
surgieran de las múltiples posibles combinaciones, circunstancias por las que
el participante arribaría a un punto de llegada diferente. He ahí lo atractivo
y divertido del asunto. En ciertos cruces de los eventuales caminos que podían
recorrerse había algunos pocos casilleros en donde aparecía la leyenda “botón
de arrepentimiento” instancia por la que se podía optar si allí se caía al
tirar los dados y la ruta que se iba transitando no resultaba ser favorable
para el jugador. Al invocar en voz alta ese recurso, se le permitía retroceder sobre
la línea temporal hasta algún punto antes transitado y desde allí redefinir el
trazado explorando alguna nueva bifurcación. Esa posibilidad implicaba
enfrentarse a nuevos riesgos y consecuencias, por lo que la llegada al futuro
deseado nunca estaba garantizada.
Mientras recordaba lo complejo
del juego, y lo relacionaba con lo complicada e infeliz que venía siendo hasta entonces su
vida, descubrió que detrás de la foto que ocultaba la caja de madera, con letra
que reconocía como la de su abuela, había un curioso mensaje:
“Marco, pequeño, si quieres volver, mirando
hacia aquí, pronuncia en voz alta la opción botón de arrepentimiento” y se le
ocurrió pensar lo bueno que sería si aquel juego tan especial que compartía de
niño con sus mayores tuviera oculto en verdad algún poder extraordinario que
hiciera posible mover hacia atrás el tiempo dándole la opción de borrar las malas
decisiones que modificaron drásticamente su destino.
Esta noche antes de dormir,
frente a la foto familiar y al atrapante tablero desplegado listo para retomar el
juego, intentando traspasar con sus felices recuerdos el ajado papel sepia en
el que se ve retratado junto a sus seres queridos, (el pequeño) Marco se seca las
lágrimas hasta ayer contenidas y se apresta a accionar el botón de
arrepentimiento como último recurso justo antes de claudicar.
Muy buenas Neo, espero que todo este bien y hayas disfrutado de tu mes de Agosto.
ResponderEliminarDicho lo cual tu relato es muy bueno, esos juegos que hay más que eso en ellos. La mente hace todo lo demás. Recuerdos que pueden ser accionados por un botón de arrepentimiento. Besos y un placer leerle.
Hola Campi, bienvenida!. Por aquí agosto no es mes de vacacionar, no al menos en forma masiva. algunos se toman unos días pero no ha sido mi caso. La rutina sigue y apenas estamos experimentando una leve apertura gradual en distintas actividades dada la disminución de contagios y el avance de la vacunación. Por lo demás, firme frente al cañón bloguero jjee. un abrazo y muchas gracias por pasar.
ResponderEliminarTen un buen mes genial relato . Escribes muy bien te mando un beso
ResponderEliminarEnamorada de las letras
Muy amable. Gracias por tu visita
EliminarVuelvo y compruebo que tu portentosa imaginación no ha sufrido menoscabo en este tiempo vacacional.
ResponderEliminarComo siempre, es un verdadero placer leerte.
Mi viejo seguimiento a tu artistica manera de expresarte en la literatura y en la fotografía, no tiene botón de arrepentimiento.
Besos.
Ayyy Juan! Cómo me alegran y me incentivan tus palabras! Muchísimas gracias. Me pone contenta tu retorno. Por cierto, se te extrañaba. Un abrazo y muchas gracias otra vez.
EliminarSorprendente. En la vida hay pocas o nulas opciones para corregir una accion o decision mal tomada. Este boton me viene como anillo al dedo.
ResponderEliminarJaja se me ocurrió pensar que sería muy útil contar con algo así como último recurso antes de bajar los brazos después de un gran fracaso... Por otro lado, es cierto que aprenderíamos menos y jugaríamos de otra forma el juego, pero seguro sería menos tortuoso saber que las malas decisiones no fueran tan definitivas. Un abrazo y muchas gracias por leer con atención
EliminarUn relato muy bonito, con recuerdos de infancia cono con una amplia batería de detalles que te hacen imaginar el momento.Aquel momento de inocencia arropado por los seres queridos, por los juegos, por esas noches de naturaleza y luna.
ResponderEliminarNo todo antes fue mejor, pero hay cosas y momentos que sí. Y ahí están los recuerdos del protagonista acercándolo de nuevo a aquella época imborrable que le da paz y serenidad.
A veces si pudiéramos corregir algo, yo creo que volvería a ocurrir lo mismo. Todo ocurre tal cual y en el momento que tiene que ocurrir, si no la vida sería infalible y tal vez muy aburrida.
Abrazos.
Muy válidas reflexiones, José. Me alegra haber logrado un texto que haya ayudado a provocar las. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer con detenimiento
EliminarPortentosa demostración de imaginación,;el juego debía ser. Apasionante, y por las reglas que se trasparentan,lo podía jugar uno solo. Ahora está ante el dilema, el miedo, a pronunciar las palabras, a pesar de que la lógica diga que no pasará nada,cuando pronuncie las palabras.y aún así ,el miedo.
ResponderEliminarNo menos portentosa demostración de cómo puntuar un texto para redactar una frase infinitamente larga, sin perder un solo momento el sentido, y el control de la entonación.
Felicidades por este ( y otros). No sé si es cosa mía, o no me había fijado bien antes,pero me parece que cada vez escribes mejor.
Besosss, monica
Gabiliante, no sé qué decir y como agradecer semejante comentario, tan generoso y detallando que me hace sentir orgullosa de mis humildes textos con los que me animo a dejar volar mi imaginación más allá de la lógica. Un fuerte abrazo y muchas, muchas gracias por tan cálido comentario.
EliminarHay lugares que tienen magia y otros demonios, quizás la diferencia radica en cómo lo pasaste en esos lugar, esa casona tiene el poder de conservar entre sus paredes y atmosfera la esencia feliz del niño, tanto poder que lo volvió a su tiempo.
ResponderEliminarQuizás no debería dudar en pulsar el botón.
Me encanta como escribes, Neo, seguiré repitiéndote lo mismo
Abrazo
Mujer de negro, no sabes cuánto me alegra tu comentario. Valoro el hecho que leas y reflexiones luego de leer con atención. Contar con un refugio donde volver es ya, de por sí, la posibilidad de retomar fuerzas para seguir andando. Un abrazo y muchas gracias
EliminarMari Carmen, nos dejas un impecable y profundo comentario que nos hace reflexionar sobre nuestras carencias y fortalezas me alegra haberlo inspirado a partir de algo que se me ha ocurrido. Muchas gracias. Valoro cada una de tus palabras. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarComo siempre un muy excelente relato, bie hilado y que realmente atrapa, me ha encantado
ResponderEliminarMuchas gracias María. Me alegra que te gustara. Abrazos 🌺😁
EliminarQué bueno, todos los juegos de la vida tendrían que tener ese botón de arrepentimiento.
ResponderEliminarUn placer leerte
Beso
Jaja. Sería un recurso muy utilizado! Muchas gracias por leer y comentar, Charly. Un abrazo
Eliminarla herencia familiar no sólo era la casona, los frutales y los recuerdos que cada rincón le traían, el premio gordo de la herencia era ese llamado botón del arrepentimiento, que bien usado en el momento adecuado pudiera cambiar su vida.
ResponderEliminarY es que los abuelos son lo más despegado que hay para sus nietos Un abrazo
Muy cierto Rodolfo. Quién ha tenido abuelos cariñosos siempre llevará a cuestas un gran tesoro. Me alegra que te gustara el relato. Un abrazo y muchas gracias
EliminarEstaría muy bien que ese juego del tablero se pudiera aplicar a la vida ¿Cuantas veces pulsariamos el botón de arrepentimiento? Preciosa historia, gracias por participar, besos.
ResponderEliminarFue un gusto poder hacerlo Molí. Me alegra que te gustara la historia. Un fuerte abrazo
EliminarUn juego para volver al pasado gracias a una fotografía... Me encantó la idea. No sé si lo conocerás, pero hay un videojuego que se llama "Life is strange" que tiene una premisa parecida.
ResponderEliminarUn besazo, Neo
Vaya, no. No conocía el juego. Obviamente no hay nada nuevo bajo el sol, Dafne jaja. Me alegra que te gustara. Un abrazo y muchas gracias por leer con atención
EliminarMónica, un relato que me ha hecho recordar mi infancia, allí, en la casa de mis abuelos, las vacaciones de verano...
ResponderEliminarLos juegos de mesa se inventaron para pasar el tiempo... Pero ¿y si su objetivo tiene un doble juego, el cual desconocemos.? ¿ Y si la vida es simplemente un juego?
Me ha gustado mucho. Un gusto leerte.
Un abrazo y feliz fin de semana.
Esos planteos quise dejar, además, la nostalgia se presta para eventuales fantasías de este tipo, no? Te agradezco por leer y comentar, Berta. Un abrazo
EliminarNo, thanks
ResponderEliminarHola Mónica, otro jueves y otro magnífico relato. Ciertamente la flecha del tiempo no es reversible pero la situación del personaje al final me ha hecho preguntarme bajo qué circunstancias no es posible, no digo volver a atrás como en el juego, que no, sino un reset vital, un perdonarse y dejar lo vivido atrás y comenzar de nuevo; El tiempo no perdona pero nosotros sí lo podemos hacer. Es un placer leerte. Un abrazo grande.
ResponderEliminarInteresante tu planteo, Esther, y muy sanador cuando la culpa nos aprieta y condiciona el presente y futuro. Un abrazo y muchas gracias por tu amable comentario.
ResponderEliminarMaravilloso tu relato, es necesario ese botón para corregir una mala acción. También me ha llevado a mi niñez disfrutando días de vacaciones en casa de mi abuela.
ResponderEliminarUn abrazo, es todo un placer leerte.
Agradezco mucho tu amable comentario, Dakota. Me alegra que te gustara. Un abrazo y bienvenida al grupo.
EliminarUn realato que atrapa, que no te deja abandonarlo. Precioso y bien realizado.
ResponderEliminarRegreso de mis vacaciones y me alegra leerte. Un gsuatzo. Te mando un abrazo enorme
Muchísimas gracias Albada. No sabes cuánto me estimulan tus palabras. Me alegra que regreses contenta y dispuesta a seguir bloqueando. Un fuerte abrazo
EliminarQue bueno sería todo si existiera ese botón...poder eliminar los errores del pasado...pero por otro lado, han sido esos errores los que han formado nuestra vida, que mal o bien, es la que nos ha tocado y pienso..que no ha sido tan mala....besosss..hermoso relato
ResponderEliminarPienso como vos. A pesar de lo tentador de poder desandar los errores, el hecho de aprender de ellos no es un tema menor, y bien vale transitar el aprendizaje! Me alegra que te gustara. Un abrazo y muchas gracias
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