CADA JUEVES, UN RELATO: Una boda atípica

Con una historia bastante alocada, me sumo a la propuesta que esta semana nos hace Moli desde su blog. Para leer todos los relatos, dar clic aquí.

UNA BODA ATÍPICA

De esa boda él fue quien preparó todo, desde el diseño súper original de las invitaciones hasta la elección del salón de eventos y su decoración, pasando por el agasajo a los invitados y el costoso vestido de novia. Todo, absolutamente todo pasó por su supervisión estricta y atenta.

Obsesivo hasta los extremos, siempre fue minucioso y exigente en cada punto y etapa de su vida, no podía esperarse que fuese distinto en esta situación tan definitoria, por lo que no nos sorprendió a quienes lo conocíamos desde pequeño que fuese exclusivamente él quien se encargara de organizañr cada uno de los detalles del que describió como la coronación de su gran amor.

A través de los años le habíamos conocido varias relaciones casuales con las que se dejaba ver un tiempo pero nunca alguien especial a quien presentara como pareja estable. Debido a su gran exigencia con las mujeres siempre supusimos que le sería prácticamente imposible encontrar alguien que se ajustara a sus específicos cánones y pretensiones -según sus propias palabras su mujer ideal debía ser sumamente atractiva, bien provocativa, dócil en su carácter, sumamente fiel, siempre dispuesta para tolerar su cambiante humor y que no lo abrumara con parloteos, planteos y caprichos, tan propios de las tontitas que gustan ser independientes o que viven centrando su atención en su propia persona- por eso aquella vez, cuando nos contó muy decidido que se había enamorado y que había puesto fecha para su boda, la sorpresa nos desbordó y entre bromas y felicitaciones nos dispusimos a conocer a aquella mujercita singular que había logrado capturar su corazón. Pero, como bien especificó, no lo haríamos hasta el momento mismo de la boda -ni siquiera por fotos- así la sorpresa sería mayúscula.

Al fin llegó el gran día y todos acudimos, expectantes al magnifico salón de fiestas en cuyos jardines se realizaría la ceremonia. La decoración de todo el edificio por dentro y por fuera era de excelente gusto, sin estridencias, con flores delicadas coronando sillas y mesas y una amplia guirnalda enmarcando el sitio donde aguardaba el encargado de oficiar la ceremonia. El primer detalle singular que me llamó la atención fue ver que el novio y la novia avanzaban al mismo tiempo, tomados del brazo, sin que hubiese un padrino encargado de conducir previamente a la novia. La distancia y la gran cantidad de asistentes me impedían ver sus caras, pero imaginé que ambos estarían radiantes. Recién cuando se detuvieron bajo el dosel florido logré darme cuenta que enfundada en el ajustadísimo vestido de encajes y tules no había una mujer real, sino el modelo más sofisticado de cyber femenino que el mercado había sacado a la venta hacia unos meses.

Ahora comprendía con claridad de qué forma tan particular mi amigo había logrado satisfacer sus rebuscadas exigencias.