jueves, 3 de diciembre de 2020

CADA JUEVES UN RELATO: Reuniones

Me sumo con este texto alguna vez publicado -como parte de una historia más extensa- para sumarme a la propuesta juevera de esta semana por parte de la querida Dorotea, quien nos conduce desde su blog. Para leer todos los textos participantes, dar clic aquí.

P.D

les recuerdo que hoy se vence el plazo para enviarme sus fotos para la tarjeta navideña. Aprovecho para agradecer a tod@s los que nuevamente se han decidido a participar.


NOCHE DE PAZ, NOCHE DE AMOR

(imagen tomada de la red)

La cuñada llegó como siempre, radiante y fresca como una lechuga. Cada vez parece estar más joven, detalle éste que no pasa desapercibido para la anfitriona ni para su hermano solterón que intenta, a duras penas, acaparar la atención de la recién llegada sin que lo interrumpa el pesado del marido.

El zapping cede lugar al acostumbrado intercambio de indirectas que se despliegan a modo de bienvenida: “qué linda estás”… “pobre, te tocó otra vez a vos”…” ¿cómo anda mi cuñado preferido?”… “qué guapa se la ve, doña Inés, nadie diría que ya va por los noventa”…“esta chica, cada vez más alocada”…“ojo cuñadito que ya no tenés cintura”… “qué rico pan dulce, lástima que no tienen piñones”… “cuidado con el turrón que te va a sacar los pocos dientes que te quedan”… “qué suerte que trajiste sándwiches, por las dudas que las cinco docenas que compramos no alcancen”… “qué bien te sienta el rojo, cuñada, tendrías que usarlo más seguido”… “me imagino que ya habrán puesto la cerveza en la heladera, no vaya a ser como el año pasado que se olvidaron”… “prestale el autito a tu primo, vos, no seas egoísta, ¿no ves que él no tiene uno como ese?”

En la cocina, los manjares fríos y calientes se van colocando sobre las mejores bandejas, sobrevivientes desparejas de olvidadas vajillas heredadas.

Se llenan las copas, el griterío se acrecienta. Llegan después el hijo y su novel acompañante. Demasiado reciente la relación, quizás, para ostentar el título de noviazgo, aunque la chica ofrece al entrar, como tarjeta de presentación, la mejor de sus sonrisas. Ese gesto cae bien, no en todos, pero es un comienzo.

Con total displicencia el novio apenas le muestra atención mientras de lleno se suma a la excitada charla de fútbol que en el rincón de los hombres va tomando forma y color de pasiones encontradas.

Así de a poco, en medio de risotadas y caras largas ensambladas en su justa medida, la noche se inicia, mientras, de fondo, desde el televisor suena un villancico que trae recuerdos de otras tierras. La abuela lo escucha y blandamente se deja transportar hacia sus años mozos, cuando entre las colinas de su España natal, lo cantaba con franca emoción y esperanza ..

”Un Ángel fue a despertarme

para anunciarme la Navidad.

Y en cuanti que yo lo supe

de Guadalupe viné p'acá.”

 

…sin darse cuenta y rompiendo su habitual silencio contemplativo en el que suele guarecerse de dramas y penurias cotidianas, su voz temblorosa y quebrada se enlaza con la melodía que endulza el aire y llena con nostalgia su corazón y sus ojos. El canto quejumbroso se transforma en inesperado regalo para una Noche Buena que no pensaba poblarse de emociones y en cambio, en ellos se ahonda, cuando la nieta, de improviso, aunque desacostumbrada en manifestaciones afectuosas, la abraza con sincera ternura prodigándole además un beso.

El ángel de alas doradas encaramado en la estantería – nube, logra contener un imprevisto aleteo provocado por la sorpresa, evitando así ponerse en evidencia frente a los invitados.

Los chicos, en cambio dejan escapar una sonrisa acompañando el candor de ese irrepetible momento.

Sonrojada por el esfuerzo y la vergüenza de verse así sorprendida, la abuela deja escapar unas lagrimitas que recorren los surcos de sus mejillas. Intentando conservar el momento como puede, se siente de repente muy afortunada, pensando en cambio en la soledad de aquellos que estarán en ese momento contemplando en silencio las paredes desnudas de la habitación de algún geriátrico.

Se deja llevar por la alegría y con fruición devora todos los sandwichitos que le ponen a su alcance.

La música cambia abruptamente. Alguien ha cambiado de canal pensando quizás que el festejo  tiene que ver con el bullicio. Ahora pasa a ser reggaetón  lo que llena el aire y el padre hastiado por ese ritmo de locos apaga abruptamente el condenado aparato. Así es mejor. Por lo menos las voces no tendrán que pelearse para ser escuchadas.

La impaciencia de los más chicos no logra ya ser contenida ni por lo salado ni por lo dulce y el poco espacio disponible para corretear pone en serio riesgo el antiguo cristalero que alguna vez enemistó a los hermanos que peleaban por su tenencia. Eso ya termina de descolocar a la dueña de casa que no logra contener el grito buscando reprimir el brío de sus zafados sobrinos. La madre de éstos tampoco es dueña de una alta cuota de paciencia y decide intervenir gritando más fuerte aún que su descontrolada cuñada. No sea el caso que quien rete a su progenie no sea alguien de su propia sangre… habrase visto!

Al fin, las doce campanadas consiguen aquietar los ánimos que, a esas alturas ya estaban bastante caldeados. Más aún que el termómetro con abejitas zumbonas del pasillo, recuerdo éste de una tía muy querida que la dueña de casa conserva a modo de  prueba evidente de su mal gusto, según siempre acota la hermana de su marido.

Apenas se advierte la llegada de la medianoche todos se apuran por llenar copas y vasos. Los brazos en alto, canturreando algunos, otros esforzando las sonrisas, todos deciden a la vez celebrar el minuto clave. Ese último de la Noche Nueva que se hace Navidad. Las cañitas voladoras comienzan su ritual de ruido y colores chispeantes. Los cohetes y demás bombas de estruendo inician su inmisericorde ráfaga de estallidos que altera hasta el más paciente de los invitados. Los chicos estallan en gritos e histeria reclamando por la pronta apertura de los regalos. Se los merecen. A estas alturas nadie lo duda, luego de haber soportado más de tres horas enteras escuchando las insulsas conversaciones de los grandes, que sin pudores, hacen caso omiso a la premisa de no mentir que a diario intentan inculcar a sus hijos.

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El saldo de la noche no ha sido tan terrible. Sólo cuatro copas rotas y el sofá de la sala manchado con mayonesa. Mejor así, se plantea para sus adentros la dueña de casa. De esa forma su marido no tendrá excusa a la hora de proponerle retapizarlos. Por fin logrará que combinen con las nuevas cortinas que encargó la primavera pasada.

Los hijos mayores han salido a festejar con sus amigos y el menor cayó ya rendido luego de haberse quejado una y otra vez por no haber recibido la Play que soñaba.

La dueña de casa no terminó aún de lavar todos los trastos pero igual se apura por irse a dormir. Por fin ese día tan largo se ha acabado y se consuela en pensar que la próxima semana será ella la que se apure en torcerse un pie o llamar oportunamente al plomero para aliviarse de ser otra vez la “hija de la pavota” que termina siempre haciendo de anfitriona en esas insufribles reuniones familiares.


28 comentarios:

  1. Al fin de cuentas, que esta vez tenga que ser un poco más sosegado el festejo, nos evitará males tan repetidos, cotidianos y complicados(no por eso menos evocados con contradictoria nostalgia, en esta nueva normalidad). Entre copa y copa, mes has hecho sonreir,después de años y años de hermoso "anfitrionasgo".

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    1. Hola Cass! Qué alegría verte!. Si sabré yo de anfitrionazgos!😂 con pandemia o sin pandemia, siempre me toca 😂. Un besote y muchas gracias por pasar

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  2. Mi familia siempre ha sidi reducida en números si no en amores, y siempre he soñado con muchos parientes de varias generaciones. Con tu relato me ha asaltado la duda: ¿no será mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer? Gracias, Mónica, por este toque de sabiduría que me has regalado. Y gracias igualmente por participar y por el tiempo queestarás deducandi al montaje de la tarjeta navideña. Gracias también por tus cariñosos comentarios y por la larga amistad que nos une a través del mar! Un beso navideño

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    1. Un placer Doro¡ no creas, basándose en el relato, que no me gustan estas fiestas. Todo lo contrario. Pretendo ser irónica, nada más 😁 un fuerte abrazo

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  3. Intuí que esa noche no iba ser tan de paz. Aunque pudo ser peor.
    Me hiciste sonreír.
    Un abrazo.

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  4. Has hecho un buen resumen de cualquier noche de estas fiestas que nos llegan. Hace tiempo que dejaron de ser lo que eran una reunión de la familia incluido los abuelos, cuando ellos ya no estaban todo cambió y ahora sin los padres mucho más, pero llegan nuevos miembros a la familia y aunque son pocos los pequeños son los que nos hacen sentir esa alegria pq la vemos reflejada en sus ojos. Tu fiesta no terminó mal del todo. Pero hay que ser honesto y cuando hay muchos siempre salen trapos que no debieran salir ajja. Un abrazo y feliz semana.

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    1. A pesar de todo, a mi me gustan estas fiestas. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer con atención

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  5. Un retrato fiel de una Cena familiar, de Navidad, co todos los ingredientes que suelen ser aderezadas. Este año también habrá un recuerdo penoso para los geriátricos. Y tendremos que recurrir a tu relato para oír e bullicio.
    Fuerte abrazo

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  6. Desde luego has hecho un buen retrato de una reunión familiar, tiene mala fama, terminan con algún disgusto y cuesta hacer las paces, algo se rompe (la paz) y algo se mancha (la fama).
    nosotros somos pocos porque no vivimos todos en al misma ciudad, así que nuestras reuniones son desenfadadas, alegres y pacíficas.
    Te mando una foto, he tenido que buscar porque tengo pocas y ahora son con mascarilla, si llego tarde no te preocupes el año próximo seré mas puntual. Abrazos

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    1. Me alegra que te gustara el relato y que llegarás a tiempo para sumarte a la postal. Gracias x partida doble. Un abrazo

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  7. Has hecho un fiel retrato de muchas de esas cenas familiares, y las distintas fases que van surgiendo a lo largo de la velada. Situaciones que se dan y se lidian, y que tú has llevado maravillosamente.

    Muy bueno, querida Mónica. Gran aportación.
    Abrazos, y muy feliz noche 💙

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  8. Esa noche mágica, con la familia, que repasas desde lo normal de una familia media española, me ha encantado a la abuela, en el ambiente navideño.

    Un retrato perfecto de una noche familiar. Un abrazo y feliz finde

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  9. Quien ve su familia, conoce la ajena! - podríamos decir-
    Renegamos de estas reuniones familiares pero si no las tenemos las añoramos.
    Lo has contado tal cual es...jajja
    Besos amiga.

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    1. Gracias Lucía 😉 intenté ser irónica, me alegra haberlo logrado jeje. Un abrazo

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  10. Una situación muy real a ambas lados del atlántico ;)
    Un saludo.

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  11. Has pintado, pincelada a pincelada, un cuadro costumbrista con todos
    sus colores.

    Besotes, Mónica

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    1. Jaja gracias Myriam! Cobra más sentido con los textos que lo acompañan, pero publiqué sólo éste, porque fe otro moda resultaba muy extenso

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  12. Lo has retratado tal cual ocurre en muchas familias. Durante muchos años me toco ser la anfitriona ahora por falta de espacio lo es mi hija mayor. Me gusta el tono irónico que la das. Besos.

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    1. Jaja gracias Moli 😊 me alegra que te gustara. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer

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  13. Un buen resumen de muchas de esas reuniones,,,,,,me ha gustado como lo describes,,,,
    Un saludo

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    1. Te agradezco Víctor. En muchas ocasiones estas fiestas se distorsionan en su espíritu y se transforman en la parodia que quise contar. Un abrazo

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  14. "Si sabré yo de anfitrionazgos!😂 con pandemia o sin pandemia, siempre me toca 😂" Y yo feliz por eso esperando tu propuesta. Besotes

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