Acecha en la oscuridad
apenas se apagan las luces de la casa. Lo presiento. Lo percibo.
Sin que sea necesario confirmarlo,
ahí está, agazapado en la noche oculto en ese silencio espeso a donde no llegan
las alas del sueño benéfico ni las evocaciones nostálgicas. Allí hace su nido, en medio de telarañas
repulsivas y rastros obscenos de macabras ceremonias inconclusas. Observando callado,
aguarda el momento propicio para saltar y dar su zarpazo aciago revolviéndome
las entrañas sin que pueda hacer nada para esquivar sus ataques traicioneros.
A veces, a fuerza de
agudizar mis sentidos en medio de la negrura profunda en la que reina sin que
nadie lo advierta, creo adivinar su mirada insidiosa, su jadeo lascivo, justo
antes que dé su artero brinco mortal sobre mi lecho en el que intento evadirlo
con mis ingenuas argucias. Ni las ovejas que procuro contar, ni el puntilloso
repaso del día precedente o de los compromisos futuros, logran romper la maldición
que su presencia nefasta me recuerda cada vez que me ataca.
Contra él no funcionan los
amuletos de protección, los conjuros de purificación, ni los exorcismos. Su
poder de destrucción es terrible y a medida que pasan los años logra socavar
mis convicciones con mucha más profundidad que la que alcanzaba en mis años de
juventud irreverente. He llegado a la conclusión que mi vejez lo fortalece.
Su naturaleza monstruosa no
ha brotado de alguna maldición ancestral, ni surgido como cruza impura de
distintas alimañas. He descubierto que su existencia está enlazada con mi
propia identidad y es por eso que lo siento tan presente, aun cuando quiero
hacerme el distraído pretendiendo que no existe, o simulando que lo he vencido.
Es un monstruo producido exclusivamente
por el peso de mis culpas. He ahí la causa de su letalidad.
(Para leer todo los textos jueveros participantes de este encuentro, pasar por el post anterior)
Si que las culpas pueden ser un monstruo al que se le da de comer y por ello toma tanta identidad.
ResponderEliminarTal cual lo cuentas en tu relato.
Wow!! hay que portarse bien con uno para que eso no ocurra :)
otro abracito Moni :)
Te agradezco el abrazo y tu constante compañía Cecy! Y si, las culpas pueden crecer con o sin causa y hacerse monstruos muy destructivos. Besos
EliminarAl menos tu personaje reconoce el peso de sus culpas.
ResponderEliminarHabría que ver si es capaz también de expiarlas. Que bien le calza esa imagen a tu relato. Los monstruos internos son los que si o si tenemos que vencer para
poder superarnos como especie.
Gracias por anfitrionarnos, con un tema que da mucho juego Mónica.
Besotes
Me alegra que te gustara el relato y que te motivara el tema. Siempre nuestros propios monstruos son los que más logran sacarnos, y a veces no logramos venderlos. Un abrazo y muchas gracias por pasar y participar
EliminarA medida que avanzaba en la lectura del relato pensaba en un íncubo. Pero la línea final lo pone más duro y menos placentero. El monstruo de la culpa -cuánto saben los moralistas del dogma sobre su creación- es el peor de los monstruos. Hay gente que vive todos los días de su vida cargando con él, sometido por él. Me has intrigado.
ResponderEliminarTe cuento que cuando escribo este cuento pensé en lo terrible que debe ser cargar toda una vida con culpas reales y no confesar, pensé en asesinos, en genocidas, en torturadores. No lo escribí desde el punto de vista moralista con el que se pretende inculcar el miedo al pecado para intentar matar el libre albedrío. Pero de las dos maneras el monstruo que creamos llega a ser poderoso en la medida que no lo enfrentamos con la verdad de los sentimientos. En fin, me alegra haber logrado sorprender en el final. Era mi intención. Muchísimas gracias por pasar y leer Fackel. Un abrazo
EliminarAl final del texto, te das cuenta que la culpa que uno lleva dentro es tan monstruoso como el más feroz dragón. Un texto con una gran reflexión. Un abrazo querida Neo, y te deseo una gran semana, besos!!
ResponderEliminarMe alegra que te gustara Campirela. Muchas gracias por tu amable comentario. Un abrazo
EliminarMientras te leía imaginaba mil cosas pero en ningún momento he podido anticipar que era ese insidioso monstruo de la culpabilidad, me ha encantado tu relato por la intriga que me ha despertado en cada línea. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarTe agradezco mucho por pasar y leer con atención Neuri. Me alegra haberte sorprendido . Un abrazo y muchas gracias por sumarte. Espero se repita
ResponderEliminarUno de los peores monstruos, creado día a dia , segundo a segundo...muy bueno, besos.
ResponderEliminarMuchas gracias Moli. Me alegra que te gustara. Un fuerte abrazo
EliminarUn monstruo interior creo que es lo que da mas miedo...
ResponderEliminarbreve y conciso relato, saludos
Coincido,JLO. Gracias por pasar y leer. Un abrazo
ResponderEliminarAmiga querida todos tenemos nuestros monstruos interiores que de alguna forma han nacido por alguna situación enfrentada desde la niñez y que sin querer hemos alimentado a lo largo de los años
ResponderEliminarEs cierto María. Los monstruos de algunos nacen de los abusos sufridos, otros, nacen de la culpa de haber causado esos abusos. Esos son peores porque quizás mo tengan curación. Un abrazo María y muchas gracias x sumarte.
EliminarEse monstruo que llevamos pegado, cuyo aliento sentimos en el cogote. Tenemos esa versión, es faceta nuestra, aunque no lo sepamos reconocer. Muy bueno el texto. Inquietante.
ResponderEliminarUn abrazo
Te agradezco Albada por tu reflexión. Me alegra que te gustara. Un fuerte abrazo y gracias otra vez.
Eliminarhay en tu relato todo un análisis de la angustia. Nadie nos conoce mejor que nosotros mismos, con los años los éxitos y fracasos se acumulan son como la leña que calienta en largo invierno de la vejez.
ResponderEliminarLlegar a ser el personaje que describes es algo que aterra, que sean nuestros miedos los que dominen esos fríos días, es un castigo, pero no deja ser el que hemos ido forjando. Monstruoso
Esa fue mi intención Rodolfo: hablar del terrible peso de la culpa al final del camino. Tener sobre los hombros un gran peso por el daño causado sin que el arrepentimiento haya logrado expiarlo. Te agradezco por pasar y leer con atención. Un fuerte abrazo
EliminarY que dificil es enfrentarnos a ese monstruo, debemos sacar fuerzas y convencernos de que no es peligroso y podemos vencerlo. La angustia y el miedo nos atenazan esa es la dificultad para enfrentarnos. Un abrazo
ResponderEliminarDebe ser terrible cargar con una culpa así de monstruosa, sobre todo cuando el daño causado no se puede subsanar. Un abrazo Y muchas gracias por tu reflexión Ester
EliminarSe ve que tu personaje "no ha hecho bien los deberes" que la vida le ordenaba, cuando los monstruos habitan en su cabeza.
ResponderEliminarNo hay cosa mejor que haber hecho las cosas, para (como por aquí se dice), poder dormir a "pierna suelta".
Besos.
Exacto Juan. Eso intenté reflejar. Creo que la tranquilidad de conciencia es el mejor remedio para andar "suelto" por la vida. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer
Eliminarhay muchoe textos de monstruos interiores que acechan a la hora de dormir. casi todos afectan a la infancia, menos el tuyo. al principio tambien imaginas una niña, pero a medida que avanza nos hacs cambiar de punto de vista, y crece el misterio de lo que puede acechar a un adulto. y obviamente no podia ser otra cosa que las "mierdas" que vamos acumulando (no solo culpa, cosas no dichas, cosas dichas que no se debieron decir, problemas materiales irresilubles y todo lo que pesa tanto que al final nos hace andar encorvados.
ResponderEliminarun placer de txto y muchisimas gracias por la convocatoria
besosss neo
Muchísima gracias Gabiliante por tu generoso comentario y por haberte sumado a esta cita juevera . Un Abrazo
EliminarConforme avanzaba pensé que te referías al insomnio, el monstruo que te consume cada noche y hasta me llegué a sentir un poco identificada, pero el avance final muestra la dureza de la culpa.
ResponderEliminarYa lo sabes, me gusta la forma en que escribes y logras transmitir.
Abrazo, Neogéminis
Me halagan tus palabras Mujer de Negro. Muchas gracias. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer con atención
Eliminar¡Ay la culpa! Es un concepto tan arraigado en nuestras culturas latino cristiano católicas que aunque a veces intentemos librarnos de ella se queda pegada a la ropa como un mal olor.
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo virtual
Buena reflexión Max. A veces la culpa nos limita en nuestro aprendizaje vital. Otras, aflora con el tiempo recordándonos que todo acto -sobre todo los más aberrantes- tienen ingrata consecuencias, aún para los victimarios. Te agradezco por pasar y leer . Un abrazo
Eliminarbuenas tardes Neogéminis: estos seres contrahechos,y deformes que nos quieren vender como seres maquiavélicos y malvados, no son nada comparandolOs con nuestros fantasmas interiores que són los verdaderos culpables de nuestros insomnios. UNa entrada muy trabajada y efectiva. un beso.
ResponderEliminarMuy agradecida por tu comentario, Montse. Me alegra que te gustara. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarLos monstruos que creamos nosotros son los más difíciles de derrotar, pues es como tener que luchar contra uno mismo. ¡Me encantó tu relato y tu convocatoria!
ResponderEliminarUn besazo :3
Me alegra mucho Dafne. Me alienta cuando la propuesta es bien recibida. Te agradezco por sumarte con entusiasmo. Un abrazo
EliminarHa de ser terrible que pasen los días, las semanas, meses y años y el irse a dormir sea una experiencia maliciosa, y sobre todo, ser consciente que uno no puede escapar de esa maldición ya que se lleva a impregnada a fuego en el interior y se alimenta del recuerdo de los actos llevados a cabo.
ResponderEliminarGenial, como siempre...
Un abrazo.
Has interpretado tal cual fuera mi intención al escribir este texto. Te agradezco Jorge por pasar y leer con atención. Un abrazo
EliminarA nuestros demonios solo se les vence mirándolos a la cara, temiéndolos y plantando cara.
ResponderEliminarEl miedo está ahí, entonces hay que luchar con miedo.
Un relato inquietante.
Un placer leerte
Beso
Muy amable Charly. Me alegra que te gustara y te agradezco por participar. Un abrazo
EliminarNo imaginaba que iba a ser la culpa el monstruo de tu relato, qué bien lo has plasmado, Neo, me ha encantado.
ResponderEliminarMe gustan tus convocatorias, y tus relatos, enhorabuena.
Besos enormes.
Me alegra haberte sorprendido con el final María. Muchas gracias por leer con atención. Un fuerte abrazo y gracias por participar.
EliminarYa llego, Moni :-9
ResponderEliminarLas culpas, ese sí que es un terrible monstruo que se ramifica y se hace tan potente que nos hunde en la miseria. De nada sirve luchar contra é mientras sintamos que lo hecho es cosa nuestra... pero tiempo al tiempo... quizá haya que analizar que no todo el peso de nuestra mochila es responsabilidad nuestra.
Brillante como siempre, Moni.
Un beso enorme.
No hacía falta apurarse Mag jeje. Lo importante es el gesto de acercarse y leer , sin compromiso y con sincera actitud. Te lo agradezco desde lo más profundo del corazón. Un fuerte abrazo y gracias por constante compañía
EliminarExcelente texto Neo, para enmarcar. El final es además tan contundente como pueda ser de real en la vida misma. Enhorabuena. Sé que llego tarde y además no he podido participar ni apenas he leído otros relatos de la convocatoria por falta de tiempo, pero este me ha encantado. Saludos!!!!!
ResponderEliminarBueno, te agradezco con sincera emoción tus palabras Manolo. Me alegra que te gustara. Tal vez puedas sumarte en las próximas convocatorias. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer con atención
Eliminar