Esta semana la propuesta nos llega de la mano de Dorotea, desde su blog Lazos y Raices. Me disculpo por no haber podido respetar la consigna de 350 palabras. Suele ocurrirme...
Para leer todos los relatos, pasar por el blog de Dorotea
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UNA MANO AMIGA
Se conocieron en el grupo de
apoyo al que ambos concurrían para intentar encauzar los conflictos de sus
días. A primera vista no tenían mucho más en común: distintas orígenes,
distintas edades, distintas actividades, distintos intereses, distintas formas
de sofocar sus penas. Solamente la igualdad en la profundidad del dolor
acumulado y la insoportable necesidad de venganza hacia sus respectivos victimarios
los había acercado una tarde lluviosa de invierno, luego de aquella última sesión
de terapia grupal en la que ambos pudieron reconocerse íntimamente reflejados
en la historia del otro, sin que nadie más del grupo pudiera darse cuenta de
las terribles consecuencias que aquello desencadenaría.
La legitimidad del dolor de cada
uno era incuestionable: terribles las atrocidades padecidas e indiscutible la
vulnerabilidad de ambos en el momento en que debieron sufrir aquellos
tormentos, mantenidos en secreto desde entonces a fuerza de haber contenido las
lágrimas a la par que sus frustraciones afloraban destruyendo cualquier vínculo
que intentaran construir. Solamente se animaron a confesarse mutuamente sus
calvarios cuando tuvieron la certeza que el otro lo iba realmente a comprender,
sin juzgarle ni cuestionarle la necesidad de hacer justicia por mano propia.
Aquella tarde en que por primera
vez se atrevieron a reconocer uno frente al otro la naturaleza aberrante de su
pena, también volcaron la inquietud por ir más allá de lo moralmente se espera
de una víctima, por lo que con sigilo y puntillosa planificación comenzaron a
tejer a dúo la descarnada trama de sus venganzas.
Sabían con certeza que cuando hay
interés cierto por esclarecer un crimen, la punta fundamental por la que se
intenta hallar al culpable es la cercanía que pudiera existir con la víctima,
los motivos que llevaron al desenlace, la causa que pudiera conectar al muerto
con su potencial matador. De ahí que llegaran a la conclusión que ninguno de
los dos debía de hacerse cargo de su propio victimario, porque de alguna u otra
forma, algún detalle que los conectara podría salir a la luz y así serían, tarde o
temprano, descubiertos.
La forma más indescifrable de
llevar a cabo su venganza sería que cada quien descargara su ira sobre el causante
del dolor del otro, sin que hubiere puntos de contacto que pudiesen revelar una
eventual relación ni motivos que pudiera implicarlos, ya que ninguno de los dos
conocía personalmente a quien iba a ser su víctima. Además, para mejorar la
coartada de ambos en el momento en que cada victimario sería ejecutado, su
correspondiente víctima se encargaría de acumular, para un eventual
interrogatorio, la suficiente evidencia de que en ese momento se encontraba a
gran distancia del lugar del hecho.
Para que tal intrincado plan
tuviera buen resultado, la confianza entre ambos debía ser total y absoluto el
secreto con el que manejaron los detalles intercambiando información sin dejar
ningún rastro. Además, deberían dejar de verse. Se mudarían eventualmente a
otras ciudades y esperarían con paciencia y absoluta confianza el tiempo
estipulado para concretar que el plan se cumpliera sin sobresaltos ni necesidad de
volver a reunirse. La venganza es un plato que se sirve bien frío y ambos
estaban ansiando el momento de sentarse a la mesa.
Pasaron los años. El odio y la
ira no se aplacaron, fueron torneándose en la madurez de un plan que fue
trazado con toda la justeza y el equilibrio necesarios para ser perfecto.
El primero en morir ahorcado
simulando un suicidio en la sacristía de su capilla rural, fue el viejo cura
pedófilo, apartado de su feligresía anterior luego de muchas denuncias
desestimadas acusándolo de abusador de monaguillos. La ignota asesina
resultaría ser una joven extranjera, judía de origen, que nunca se había
cruzado con él antes de aquella noche fatídica. Jamás fue descubierta.
El segundo en ser ajusticiado fue
un acaudalado ciudadano “modelo”, quemado en su propio auto luego de una noche de
orgía en la que jovencitas engañadas eran abusadas para el entretenimiento de sus
vejetes amigos. Curiosamente el causante del desperfecto mecánico que culminó
en incendio resultó ser un apocado bibliotecario de avanzada edad, homosexual
declarado, que jamás antes había pisado la ciudad donde muriera el occiso. Tampoco él fue descubierto.
Genial Mónica! Qué bien has ido avanzando lo que se veía venir hasta culminar en las muertes de los causantes del sufrimiento de los dos conocidos precisamente por ese sufrimiento. Por un momento tu relato me ha recordado a la película “Extraños en un tren”, no sé muy bien por qué...
ResponderEliminar!Me ha encantado!
Un beso
jeje gracias Charo! me alegra que te gustara y sí, la ocurrencia de que para un crimen perfecto haya que entrecruzar los eventuales sospechosos no es mérito propio. Hay varias series y películas que ya lo han desarrollado. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarLo has relatado genial , era como ver la secuencia ..la venganza es como bien has dicho en plato frío y aún pasando los años el plan se llevo a la perfección ...
ResponderEliminarLa asesinato nunca tiene sentido pero hay veces que se lo merecen y muy mucho ..
Un abrazo NEO y te deseo una gran fin de semana .
Te agradezco tu comentario Campi, un abrazo
EliminarDIFICIL EL RETO DE LAS MANOS JUSTICIERAS, hoy en dia con ADN, camaras, y tanta gente al rededor ya no se puede trabajar en paz,jeje muy bueno Un abrazo
ResponderEliminarMuchísimas gracias Javier x pasar y leer. Un abrazo
EliminarTu aporte es muy diferente de otros que ya he leido, tu has puesto otro acento, me has recordado "Extraños en un tren" de Highsmith. Abrazos
ResponderEliminarTiene mucho que ver, sí. Te agradezco por tus palabras Ester. Un abrazo
EliminarMira, es de lo más interesante que he leído últimamente. De hecho, da para una novela, si te pones a mirar, o imaginar. Me parece que la mano amigo aquí es perfecta. Impecable. Dos seres abyectos asesinados, por una víctima de otro ser abyecto, lo que da pie a que sean crímenes perfectos. Nuestro sueño escondido, me permito añadir. Me ha encantado cómo de ese grupo de ayuda de víctima sexuales en la infancia surja la mano amiga definitiva para vengar tanto dolor. Porque de hecho, los grupos de autoayuda ya son de manos tendidas, pero tú lo llevas a otro nivel, impecable. Perfecto.
ResponderEliminarUn abrazo y no dejes pasar este hilo conductor de una enorme y buena novela, Neo
Jeje muchísimas gracias Albada por tan analítico comentario. Me alegra que te gustara el relato. Un abrazo
EliminarAl igual que Charo, conforme te leía recordaba la pelicula de Hitchcock, sacada de un relato de Patricia Highsmith, aunque con un final distinto.
ResponderEliminarA veces, se puede dar el crimen perfecto, aunque es conveniente no probar, por muy atados que se tengan los motivos y sus posibles salidas.
Besos.
En la ficción las reglas y los cuestionamientos no siempre siguen los valores que nos sostienen en la vida. De ahi la importancia de tener en claro ese principio cuando nos largamos a escribir. Son válidos todos los vuelos a la hora de liberar la imaginación jeje. Muchas gracias por pasar y leer con atención Juan. Un abrazo
EliminarNo des ideas... no des ideas...
ResponderEliminarMuy bien maquinado el argumento.
Jaja gracias Tracy. Un abrazo
EliminarEl Principio de Reciprocidad ( Ley del Taliom ) es la aplicación legal más antigua conocida ( Código de Hammurabi, siglo XVIII Antes de Cristo) y sólo resuelve que o todos ciegos o todos sin dientes. Tu historia es intrigante y hasta posible
ResponderEliminarReconozco que me fue inspiradas por algunas series y películas. La fricción suele ser útil para hacerme imaginar situaciones desde el punto de vista de otros, no siempre con mi mismo código de valores. Gracias Rodolfo por pasar y ñeer. Un abrazo y buen fin de semana
EliminarEl plato frío de la venganza es lo que más me ha impresionado. Eso de mudarse y espera afilando las uñas lejos del lugar del crimen, me resulta entre trágico e impuesto por la cruel sociedad. Gracias por tan fantástico aporte y un abrazo
ResponderEliminarFue un placer poder participar, Dorotea, muchas gracias por tu conducción. Un abrazo
ResponderEliminarM gustan demasiado los “re-equilibrios” pese a que la Judith bíblica resulte todo un referente! He observado en silencio como se desarrollan los ofensores sin perjudicarles directamente, porque estos no son sino unos ciegos y pobres ignorantes del poder de las leyes naturales que todos atraemos inconscientemente a nuestro radio de acción o circunstancia. Si la mayoría ni se enteran de sus crímenes o los pasan por alto, cómo reequilibrar?
ResponderEliminarBastaría con alinearse con dichas leyes naturales y esperar tranquilamente a que actuen. Al fin y al cabo todos somos su producto.
Se trata de seres que primero destrozan lo más cercano para acabar auto destruyéndose. Sus víctimas deberían aprovechar esa oportunidad dolorosa para aprender y no volver a caer en semejantes redes. Se trata de aprender mucho y deprisa, tanto en propio cuerpo como en ajeno, de lo contrario repetiremos necedad o sustituiremos infortunio por necedad.
Los ofensores se aprovechan de la necesidad de credulidad social y de las pequeñas vanidades, inexperiencias o supuestas necesidades ajenas.
Una buena técnica podría consistir en sorprenderlos hasta puntos inimaginables y ver cómo su vida se torna desgraciada a través de sus propias debilidades. Matarles sería hacerles un cierto favor y hacerles sufrír por una “buena causa” puesto que cualquier tipo de venganza acarrearía más perjuicios que beneficios a largo plazo. Y la supervivencia humana en estos tiempos tiene más posibilidades de alargarse!
Conviene aprender el arte de la ocultación que dispone de diversos métodos: entre los principales: huir de individuos mediocres que se sientan con algo de poder y aprender a disipar el propio ego dentro de lo posible para mantener vidas discretas.
La ley natural nos enseña que si un depredador es más fuerte que tu, mejor ocultarse porque combatirlo resultaría inútil y no compensa malvivir atemorizado. Que se muera de “hambre” es una opción. Conviene ocultarse de tanto mediocre con ínfulas de capitán general que utiliza su verborrea para “cazar” infortunados. ....y aquí entraría la cuestión feminista!
Toda una reflexión la tuya, emejota! Cargada de consideraciones en cuanto a ese equilibrio natural hacia el que todo conduce, pero al que no siempre sentimos como suficiente a la hora de considerarnos compensados por el dolor padecido, sobre todo cuando ese dolor nos llega sin haberlo buscado y sin que nuestro estado de madurez defensiva se haua concretado. Qué puede hacer un niño para defenderse de un depredador? Da mucho para pensar tu comentario. Te agradezco por pasar y leer con atención. Un abrazo
EliminarCierto querida, la santa infancia siempre resulta inocente, este pensamiento me dirige a la gran injusticia bíblica que siempre me atormentó: “ los pecados de los ascendientes caerán sobre sus descendientes” y tan solo la ciencia del caos me ha ayudado a soportarlo muy malamente desde una perspectiva materialista.
ResponderEliminarEsa cita bíblica sí que resulta una gran injusticia. Pero de acuerdo a la pequeñez humana y a su forma de repartir las culpas difícilmente los hijos puedan liberarse de la responsabilidad y la carga de ser "hijo de"
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