HISTORIAS DETRÁS DE UNA FOTO
¡Vaya! ¡Había un sol, después de todo, sobre el cemento y el
vidrio espejado!
Más allá de tanto número e
informes y estadísticas, más allá de las tensiones constantes y la comida
envasada y la soledad dentro de la multitud y el reloj tirano señalándome
implacable cuándo trabajar, cuándo comer o cuándo dormir. Había un cielo
después de todo y yo no lo vi. No miré hacia arriba y jamás lo descubrí.
Quizás por costumbre de andar
siempre con la vista fija puesta en lo inmediato, en lo que tenía enfrente, apenas a
la altura de mis ojos y de mi propio ombligo. O quizás fue por miedo que no me
animé antes a levantar la mirada más allá del horizonte que me trazaba la
rutina en mi día a día. De veras tuve miedo
de buscar algo inusitado y sólo me quedé con la frustración de hallar mil
puertas cerradas a la hora de inventarme otro camino. Quizás, en definitiva,
sólo me asusté y quedé estancado en mi cobardía, esa que aplasta sueños y requiere
menos compromiso. Quizás me apresuré. Sólo me enceguecí y me apuré por escapar
sin evaluar bien la realidad antes de saltar y darme por vencido.
Había un sol, después de todo, y
un bello cielo con nubes y aves libres que lo sobrevuelan y yo no lo vi antes. Me
doy cuenta de ello recién ahora, que ya es muy tarde. Lo sé. Lo siento en la sangre que
se me escapa inundando el piso de la calle que muy pronto pisarán otros como yo:
desahuciados en medio de un mundo inhóspito que nos empeñamos en construir... mientras
vamos odiándolo.
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Sí que fue tarde, cuando le pasó algo trágico, pasando inadvertido para quienes siguen sin para hacia arriba. Y hacia abajo.
ResponderEliminarBuen aporte para tu propia convocatoria.
Un abrazo.
Me alegra que te gustara De mi. Tarde pero no quise dejar de aportar jeje. Muchas gracias por participar
EliminarMaravilloso relato. Morir es no saber encontrar el sol que cada día nace en el horizonte.
ResponderEliminarBesos.
Te agradezco, Juan, por la contundente síntesis de tus palabras. Un abrazo y muchas gracias por leer siempre con atención.
ResponderEliminarDesde luego esa mole de hornmigón y cristales a veces nos quita el ver el cielo ..y más cuando son edificios donde el trabajo es tan intenso que lo que menos haces es pensar que más allá de esos muros se abre un inmenso océano azul con nubes y destellos ..
ResponderEliminarCreo que has plasmado una realidad del día día de la mayoría de las personas ..
Un buen sábado y mi abrazo para ti .
Muchas gracias Campirela por tu amable comentario. Un abrazo y muchas gracias por sumarte a la convocatoria.
EliminarLo malo es darse cuenta demasiado tarde de lo que se pierde, cuando ya no hay vuelta atrás. Es un relato que deja material para meditar. Tenía mucha curiosidad por saber la que escogerías. Yo supe enseguida, no mas verlas, sobre cual escribiría y lo hice con mucho placer.
ResponderEliminarBesotes
Estuve indecisa en un primer momento sobre cuál escoger, Myriam, incluso pensé en optar por varias a la vez, pero bueno, es éste el texto que nació y quedé bastante conforme. Te agradezco por sumarte con entusiasmo. Un abrazo
EliminarY muchas gracias por anfitrionarnos.
ResponderEliminarAl contrario, gracias por participar 😁
EliminarUn relato precioso, rezuma poesía, darnos cuenta demasiado tarde que los mejores momentos de la vida se nos han escapado.Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Poetas. Me alegra que te gustara. Un abrazo
Eliminarmirar la punta de los pies, sin percatarnos que hay vida más allá de ese lugar. Tuve un amigo de juventud, que paseando en grupo se dio cuenta que en el suelo había doblado un billete más o menos de importe importante. Lo recogió y su cara cambio a la excelencia. Lo que ocurrió es que ya nunca más levantó la vista de la punta de sus zapatos.
ResponderEliminarMuy triste la anécdota de tu amigo,aunque es perfecta para graficar las consecuenciss de no saber mirar más allá de lo inmediato. Muchas gracias Rodolfo por tu visita. Un abrazo
EliminarEs que a veces cuesta ver el cielo o este se descubre demasiado tarde. Bello relato, besos.
ResponderEliminarMuchas gracias Moli. Me alegra que te gustara el relato. Un abrazo y buena semana!
ResponderEliminarAunque tarde ha merecido la pena tu relato, y qué bueno que elegiste la misma foto que yo.
ResponderEliminarBesos.
Sí, creo que esa foto fue la más elegida. Tenía pensado escribir sobre dos o tres, pero me faltó tiempo. Me alegra que te gustara María. Un abrazo y muchas gracias por pasar y leer con atención.
ResponderEliminarHOla.buenas noches: Vivir en una gran metrópoli metrópoli, es loq ue tiene; deshummaniza. Gracais a Dios qune nosotros vemos el cielo las nubes y los pájaros. Un abrazo y ha sido un placer seguirte.
ResponderEliminarMuchas gracias Montse. Que tengas una linda semana
EliminarDesde abajo, los muros y cristales nos recuerdan poco que el sol sigue ahí. Pero así es. Por las miradas que pueden ver el árbol y el bosque.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias por pasar y leer Albada. Un abrazo
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