Sumándome a la propuesta juevera que nos hace Mar, aporto un texto algo alocado que surgió casi sin querer. Para leer todos los relatos, pasar por La Bitácora.
HISTORIA EN EL MERCADO
Por supuesto, como en todas las
historias, cada quien cuenta las cosas según sea el momento en que llegó o
desde dónde lo vio. Lo cierto es que ese jueves, cerca de mediodía, todo en el
mercado era un desastre. Justo en el momento de mayor ajetreo, los puestos cerca
de la entrada estaban hechos un desquicio, con la mercadería desparramada por el
piso y muy maltrecha.
Si le preguntamos a Gloria, la
vendedora de frutos secos, nos dirá que ella no vio nada, ya que su pequeño
puesto está bastante alejado de donde ocurrió la pelea, pero sí pudo escuchar
los gritos y logró reconocer claramente la voz de Paula gritándole a alguien “desgraciado”.
Paula, como casi todos saben, es muy celosa, y su empalagoso marido más de una
vez se pasa de la raya con alguna clienta que le dé calce, por lo que Gloria
pensó que se trataba de algún reproche hacia el verdulero.
El carnicero en cambio, pese a no
ser de los más chismosos, cuenta que un muchacho de aspecto algo extraño entró preguntando
por el verdulero, así sin más, sin dar nombre ni aclarar el motivo por el que
lo buscaba, y sin dudas no era comprar o vender naranjas o zanahorias, desde
ya. Para él, la cosa venía a razón de la hija, esa casquivana que a veces
atiende en el puestito de conservas de doña Inés y que alguna vez me ha contado
que la chica no se priva de tirarse lances con cualquier cliente que se arrime
con ganas de probar algún “dulce”.
La versión de la pescadera es
otra muy diferente, y si me preguntan, es la más confiable, ya que su mostrador
está cerca del de Paula y su marido y casi siempre tiene pocos clientes a esa
hora, por lo que está más atenta a lo que pasa a su alrededor. Ella calcula que
la verdulera advirtió un faltante de dinero en la caja y mandó llamar
enseguida a su hijo, que estuvo atendiendo el puesto los días anteriores y que
seguro metió la mano en la lata para irse de juega con sus amigos. No sería la primera
vez, de ahí que al verlo entrar tan campante, el padre, desbordado por la
bronca comenzó a tirarle frutas por la cabeza y a correrlo entre la gente que,
ante los gritos y los golpes, pensando que se trataba de un robo a algo peor,
comenzó a huir despavorida llevándose todo por delante y pisoteando lo que se
le cruzara por delante. Un verdadero caos.
Yo, qué quiere que le diga, me
limito a mirar y escuchar sin opinar, porque no me gusta el chisme. Que si bien
vengo al mercado a diario lo hago por obligación y no para hacer sociales, que
para hablar, hablo en mi casa y con mi familia, que -por fortuna- no es como la
del verdulero, que entre la madre, el padre y los hijos hay para escribir una
novela mejicana… sin menospreciar!
Los diferentes puntos de vista enriquecen una historia colorista y un punto socarrona.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fue mi intención hacer algo divertido, espero haberlo conseguido. Muchas gracias José Antonio. Un abrazo
Eliminarjajajaja Digno relato para una obra de teatro,
ResponderEliminar(Ya me la iba imaginando mientras te leía).
Muy gráfico tu relato, Mónica, y divertido.
Besotes
Me alegra que te divirtieras, Myriam. Era mi intención. Muchas gracias. Un abrazo
EliminarVaya tela de padre, madre e hijo!!! La santísima trinidad en pleno zafarrancho de gritos, frutas volando y espectáculo para deleite de todo aquel que se encontrara por allí jajajaja!!! Y es que en los mercados, todo puede pasar. Muy divertido, Mónica.
ResponderEliminarGracias por participar.
Bss.
Fue un placer poder sumarme, Mar. Me alegra que te gustara. Un abrazo y muchas gracias por tu comentario
EliminarJaaa , en verdad los mercados de hace unas décadas si ocurrían cosas de ese estilo ..de todos modos me has traído al mi recuerdo que cuando era pequeña e iba con mi madre a los puestos algo de esto si llegué a escuchar , ese tendero un poco descarado o aquella tenderá con artes no solo de vender fruta ...es la picaresca y la vida en sí ..
ResponderEliminarMe gusto mucho esa pizca de cotilleo le diste un sabor especial ..
Muy bien Neo ..
Abrazos y un bonito jueves .
Me alegra haber podido lograr un relato que fuera divertido. Te agradezco por pasar y leer, Campirela. Un abrazo
EliminarUna graciosa historia, ya estoy viendo al verdulero tirándole fruta al hijo, y es que a veces el chismorreo lo embadurna todd y quién sabe si fue el hijo algún cliente.
ResponderEliminarUn abrazo
El entramado q los chismes suelen armar, muy poco tienen que ver con la realidad, por lo general, pero en este caso, es lo que menos importa. Me alegra que te haya resultado divertido. Un abrazo Carmen. Muchas gracias por tu comentario
EliminarBrillante, jocosa y pleno de sano humor esta entrada. Y lo digo pleno de buenas intenciones y sin "malmeter", que uno es muy meticuloso con estas cosas. ¿Se me ha pegado algo de tu protagonista?
ResponderEliminarBesos.
Jajaja muchísimas gracias Juan! Te has ganado un papel dentro del sainete ! Un abrazo
EliminarEstas cosas ya pasan en el comercio de proximidad. Están todos tan próximos que lo ven todo sin la perspectiva necesaria y así las interpretaciones son lo que son.
ResponderEliminarSaludos de proximidad.
Francesc Cornadó
Agradezco mucho tu amable comentario, Francesc. Me alegra que pases a leer y saludar. Un abrazo
EliminarOtra lectura de los mercados, que pienso que con el tiempo se va suavizando y aunque los chismes existen en todos los ámbitos, la gente cada vez tiene menos tiempo de ocuparse de ellos, incluso en las verdulerías.
ResponderEliminarPuede ser, Tracy, pero quien quiere inmuscuirse en la vida ajena, siempre halla excusa y tiempo necesario jajaja. Un abrazo y gracias por pasar, leer y comentar
EliminarPor aqui tampoco hay ya de esos mercados, pero en pueblos mas chicos, puede que aun queden rastrps. Un abrazo Evan y gracias
ResponderEliminarVamos que si hubiera más puestos cerca la versión de los hechos no se donde iria a parar....Me he divertido mucho leyendo las diferentes versiones y eso que la proragonista no queria escuchar...es buenisimo, besos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Moli, me alegra que te haya divertido. Un abrazo
Eliminar¡Oh! Lamento haber llegado tarde, no había visto el post. Realmente me ha gustado mucho, el uso de los diferentes puntos de vista para ilustrar una historia en una extención tan pequeña está por encima de mi. Te felicito. Has hecho una imagen muy concreta de esa familia con muy pocas palabras de manera muy natural.
ResponderEliminarMuchas gracias Alice, no es tarde, de ninguna manera. Al contrario, agradezco y aprecio tu visita y comentario. Saludos cordiales
EliminarEse mercado es una colmena de gentes diferentes y con vida propia. Pasearse y prestar a tención es como si realmente estuviéramos presentes en una telenovela...
ResponderEliminarUn saludo.
Muchísimas gracias Buscador, un placer recibirte. Un abrazo
EliminarUyy! que lío armaron! eso pasa con las personas que hacen del espacio público uno privado, se comportan como si fuera su casa! jajaja! divertida comedia costumbrista en el mercado Mónica, por suerte la realidad dista de esta ficción como bien lo aclaras. Los mercados son hoy lugares muy amables con puestos y puesteros con mucha urbanidad.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y por el saludo a Manu!
Beso de sábado amiga
Beso gigante, Ceci! Gracias por tus palabras y tu compañía!
EliminarNeo, me he divertido mucho leyéndote. Sí, cada uno cuenta la historia según lo que ve, quién es, cómo está...¡Cuántos puntos de vista! ¡Cuántos narradores podrían salir de aquí! ¿Verdad?
ResponderEliminarUn abrazo,
Mar
Jeje, me alegra Mar! Nunca vemos todo sobre las cosas que creemos interpretar. Un abrazo
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