Esta semana la amiga Rhodea conduce nuestro encuentro juevero y nos propone escribir un relato libre, cuya única condición es que en él aparezca una corbata o un pañuelo.
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Mi aporte:
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CORBATA
Odiaba sus trajes oscuros, sus
camisas inmaculadas ostentando pulcritud y opulencia. Sus pañuelos al tono asomándose
en tres picos cuidadosamente ubicados en aquel bolsillo inútil que atildaba a
cada rato, sobre ese lugar preciso en el que debiera haber corazón y en cambio
sólo portaba, de vista a la sociedad, una formalidad heredada que constantemente
aggiornaba para asimilarse a los usos
de su selecto entorno, ese gentío vacuo en el que registraba su identidad buscando
ser respetado.
Pero de todos aquellos atributos
de sobriedad reforzada, lo que ella más detestaba eran sus infinitas corbatas.
Decenas, muchas, iguales, aunque -por detalles- diferentes: a rayas, lisas o
con pintitas, de seda o rayón, rasadas o con más brilloso acabado. Allí estaba su
tarjeta de presentación, su símbolo de jerarquía, su sello, su reafirmada hipocresía.
Además de su cuello, las corbatas llevaban atado siempre el rastro de su
perfume, ese vaho acre y persistente que sobrevolaba los ambientes por los que transitaba
aún bastante después de haberse retirado.
Junto a su voz impostada, aquellos lazos de tela decorada eran lo que
más reflejaba su falsa corrección. Con cuidadosos gestos estudiados solía reubicar
de memoria el nudo, centrándolo rigurosamente en virtud del botón del cuello de
la camisa, a la vez que aprovechaba la oportunidad para mostrar -como quien no
quiere- los brillos del costoso anillo con piedra negra que llevaba en su
anular.
Días y días contemplando
gratuitamente sus ceremonias fatuas, su falsa modestia, su decidido e inocultable desgano al tratar a sus subalternos. A esas alturas ella, tipeando sin parar en
el rincón más oculto de la oficina -observándolo siempre sin ser notada- ya le
conocía cada una de sus mañas a la hora de inventar evasivas, mientras -con
descaro- él simulaba sentidas excusas para escapar de lo que consideraba intrascendente
en su carrera desembozada de especulación y ascenso.
Siempre había podido adivinar con
mucha anticipación sus reacciones, sus escurridizas salidas, sus mentiras
obscenas. Pero esa última vez logro sorprenderla. Tenía que reconocerlo.
Jamás hubiese sospechado aquel
desenlace. La posibilidad que algún día -abrumado por las consecuencias de su espuria
vida- el tipejo tuviera que huir cobardemente, siempre había estado dentro de
sus consideraciones… pero el hecho que decidiera matarse ahorcándose en su oficina con
la más cara de sus corbatas, jamás llegó a cruzar por su cabeza.
Muy buen relato, describe a un tipo de personas que por desgracia existe.
ResponderEliminarMal final tuvo el pobre, pero de una vida vacía e hipócrita, no se puede esperar un amor a sobrevivirla.
Muchos besos, Neogéminis.
Muchísimas gracias sakkarah por tu amable comentario. Me alegra que te gustara. Un abrazo
EliminarHola Neogénesis ,Por lo menos valió para algo la cara corbata , ya que el tío era un prepotente , otro menos fino lo hubiese colgado , como se hace siempre con una cuerda , muy bueno tu relato , te deseo una feliz tarde , besos de flor.
ResponderEliminarMuy amable por pasar comentar. Flor. Muchas gracias. Un abrazo
EliminarMe gusta ese uso de la corbata en este relato. Un relato muy ben llevado, con intriga final
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por pasar y leer, Albada, me alegra que te gustara. Hasta cada rato
EliminarMi comentario igual es un poco sardónico pero al menos so fallaría a la hora de hacer el nudo.
ResponderEliminarSin embargo, me ha encantado. Un beso.
Jeje, muchas gracias mago. Un abrazo
EliminarActualmente, la corbata es una pieza anacrónica e inútil en la vestimenta masculina. Es solamente un disfraz para intentar aparentar lo que no son. Muy buen texto, un final muy merecido.
ResponderEliminarAbrazo!
Te agradezco mucho Jessy por tus palabras, me alegra encontrarte otra vez x aquí. Un abrazo
EliminarTienes mucha facilidad para describir cosas que la gente ve en otros. Igualmente me ha encantado este relato donde degranas la vida de este tipo de personas tan vacías por dentro, que terminan de esa manera.
ResponderEliminarEnhora buena
Muchas gracias Buscador por pasar y leer con atención. Hasta cada rato
EliminarImpecable hasta la muerte, me has dejado recordando ...
ResponderEliminarUn beso
Muy generosas tus palabras Mujer Virtual, muchísimas gracias. Un abrazo
EliminarEn cada escaparate que lucimos hay muchos interiores que guardamos .
ResponderEliminarBravo por su relato .
Un Martini y me cuenta como lo hace tan bien todo, todo y todo.
Besoss
S
Me alegra que te haya gustado el relato, muchas gracias.
EliminarUn personaje que era odiado por su secretaria, quien no lo odiaba tanto para desearle ese fin.
ResponderEliminarBien contado.
Un abrazo.
Muchas gracias Demiurgo, me pone contenta que te haya gustado. Un abrazo
EliminarNo lo esperaba ella... ¡ni nosotros!
ResponderEliminarMuy bueno.
Muchas gracias Pitt, un abrazo
EliminarWuauuuu, que final inesperado. La maldición de la corbata!
ResponderEliminarUn beso
Me alegra haberte sorprendido Rosa, muchas gracias. Un fuerte abrazo
EliminarVaya giro inesperado el del final....uff! Me he quedado helada, muy bueno, besos.
ResponderEliminarTe agradezco tus palabras Molinos, hasta cada rato
EliminarChicaa!!! Que imaginación....No asomaste ni por un minuto ese desenlace...la verdad que
ResponderEliminarla historia de esta corbata me ha gustado mucho...besoss
Muchas gracias Diva, me alegra haber podido sorprenderte. Un abrazo
EliminarOtro motivo más para odiar la corbata. Por imperativo de un trabajo que he tenido durante los últimos 40 años de mi vida laboral, no he tenido más remedio que utilizar corbata. Era como el distintivo necesario para la formalidad y seriedad requerida.
ResponderEliminarPues bien, desde que me jubilé no he vuelto a ponerme ninguna, ni siquiera en las ocasiones que el "protocolo" lo demandaba y no por ello creo que haya sido ni más serio ni más circunspecto.
Vuelvo y sigo sintiendo el mismo placer al leerte.
Un beso.
Gracias Juan! Me alegra tenerte nuevamente en nuestro intercambio bloguero. Un abrazo
EliminarBuenísimo Neogéminis. Nunca dejas de sorprenderme. Agil evolución de un texto que engancha del principio al fin y muy bien argumentado. Disculpa que no te comentara antes pero estoy hospitalizada. Gracia por participar en esta convocatoria y de que los enlaces no funcionaban bien.
ResponderEliminarEn tus palabras reflejas a la perfección un ambiente que no hace pensar en el trágico final.
Enhorabuena
Besos
Espero Rhodea, que ya estés en plan de recuperación. Muchas gracias por hacerte cuando argo aún en esa as circunstancias. Te agradezco por pasar y leer. Un abrazo
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