Otro año más sumándome a la ya clásica convocatoria de Teresa Cameselle
HALLOBLOGWEEN - Para leer todos los relatos participantes, pasar por su blog
LO QUE NO SE VE
Acaban de dar las doce. Se
acuesta en su cama, como siempre. Soledad y silencio se hacen uno con la
negritud de la noche.
Las manchas de humedad en la
pared de su habitación adquieren caprichosas formas cada vez que un auto
rezagado atraviesa la calle despoblada girando desde la esquina.
Su mente, habitualmente sumisa para
doblegarse al sueño, esa noche no responde ante la imperiosa necesidad de
descanso que su cuerpo reclama. Niega los motivos que causa la angustiosa
inquietud que lo sofoca.
El insomnio crece. La pesadez del
silencio también. Siente su presencia como filo implacable que tajea la
conciencia que habitualmente suele callar. Busca aligerar la culpa que lucha
por desenterrarse entre los despojos de su ego pisoteado por la humillación y los
complejos. Voltea con brusquedad intentando resguardarse de esos negros
pensamientos alterando su postura en el lecho, pero la estrategia no da
resultado. Su conciencia sigue ahí, despiadada, aumentando la contundencia de
sus argumentos insistiendo en sacar a la luz lo que infructuosamente él siempre
busca olvidar.
Ahora son ecos de gritos
desgarrados los que interrumpen con obstinación su voluntariosa intención de
sumergirse en el sueño reparador que todo lo restablece. Nunca antes le había
sucedido. Le resulta algo inaudito. Por primera vez no logra dominar las voces
que hasta entonces ha conseguido sepultar silenciosas y reprimidas. La beatitud
de su cama ya no logra contenerlo.
Su mente se halla tan atormentada
y despierta que el remanso del sueño no resulta refugio efectivo. Como fiera
enjaulada, como prisionero que aguarda un castigo inminente e intenta en vano
borrar huellas comprometedoras, ahora anda de aquí para allá recorriendo su
cuarto solitario mientras repasa, pese a no quererlo, cada uno de sus
desbocados encuentros: la quinceañera inocente, la joven pelirroja confiada y
confidente, la atractiva morena de piel lustrosa, la rubia doncella entrada en
carnes… y todo su séquito de víctimas sepultadas bajo el monstruo desconocido
de su conciencia que ahora, sin que medie razón justificada, aflora arrasando con
toda la tranquila apariencia que viene sosteniendo durante esta orgía de sombra
y sangre en la que habita desde que tiene memoria.
(Estoy de viaje, por lo que quizás no pueda pasar a leer sus respectivos post, espero sepan disculpar. Saludos!)
Una buena historia que nos acompaña mientras tu estás de viaje, disfrútalo y se feliz. Abrazos
ResponderEliminarÉl era el monstruo que intentaba a ocultarse a si mismo que lo era.
ResponderEliminarY los recuerdos de sus víctimas vuelven para acusarlo, como fantasmas.
Que bien contado.
Un abrazo.
Che, niña, lo que has escrito...de un tirón?...seguro que sí...es merecedor de un aplauso sonoro, tan sonoro como el que le dieron a Puigdemont cuando proclamó la república catalana.
ResponderEliminarBesos.
Esa conciencia... que peligro tiene. Felicidades.
ResponderEliminarFeliz noche de Hallowen, preciosa.
ResponderEliminarUn besazo.
Mala almohada es una mala conciencia.
ResponderEliminarBesos.
El mayor terror que nos pueden dar somos nosotros mismo y más nuestra mente , ella está llena de peligros , esos que nos acechan en las noches cuando no podemos dormir y nuestro yo interno se pone a cavilar ...ahí esta realmente el pánico.
ResponderEliminarUn buen relato .
Un abrazo y esperando que regreses pero antes disfruta de tu descanso .
Sugieres algo más terrorífico que cualquier monstruo: la conciencia. No se puede vivir sin ella ni tampoco con ella.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un relato impresionante! La conciencia es un monstruo espeluznante cuando despierta y nos persigue como en el caso de tu historia,cuanto más graves sean los hechos más grande será el monstruo. Lo has contado muy bien, has creado una atmósfera opresiva que produce verdadera angustia.
ResponderEliminarUn beso
Hola, Mónica:
ResponderEliminarBuen viaje y mejor regreso.
Muy atmosférico tu relato: algo tan habitual como el insomnio, unido a lago tan ¿habitual? como el remordimiento por nuestros actos, dan como resultado una historia brillante.
Quizá no nos aterrorizan nuestros actos sobre otros, sino sus consecuencias sobre nosotros, ¿no te parece?
Un abrazo, Mónica.
Hola Mónica.
ResponderEliminarMaravilloso texto en el que plasmas de manera impecable que la peor de las pesadillas acaso sea la de la voz de nuestra conciencia si en el baúl de nuestra vida tenemos escondidos actos de los que arrepentirnos. Si esto ocurre en la noche, aún más difícil buscar la salida.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Un giro inesperado al final, como todo buen microrrelato debe tener. Enhorabuena y gracias por participar en el Halloblogween.
ResponderEliminarUn monstruo (la conciencia) torturando a un monstruo aun mayor. Realmente lo has bordado, es buenisimo. Besos.
ResponderEliminarBuen relato. Lo que no se ve tortura implacable a una mente cruel.
ResponderEliminarFeliz viaje y enhorabuena por un texto tan bueno
Ese debe ser el peor y el más terrorífico monstruo, el de los remordimientos. Muy original, escalofriante, Monica.
ResponderEliminarAbrazo.
Has centrado tu relato e el miedo más insufrible que debe existir: no tener la conciencia tranquila.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por pasar, leer y comentar. Todavía estoy de viaje y no dispongo de mucho tiempo con wifi. Cuando regrese, pasaré por sus blogs. Mientras tanto, les dedico un fuerte abrazo.
ResponderEliminarINcluso los seres más miserables tienen una conciencia, que aunque callada casi siempre, a veces surge con fuerza atormentando y haciendo patente lo despreciable de algunas conductas.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato, Mónica.
Un fuerte abrazo.
Esa mala conciencia tarde o temprano surge sin poderlo remediar.
ResponderEliminarMuy buena historia.
Un abrazo
Ojalá que esta sorprendente Europa llene de gozo y no de terror tu alma siempre serena.
ResponderEliminarBaviera es acogedora, es...el sur la andalucía de Alemania. Disfruta