Esta semana nos convoca Gustavo. Para leer los relatos de todos los participantes, pasar por su blog.
Desde bien temprano, arrumbado en
su polvoriento sillón, cerveza en mano y con los restos de un paquete de papas
fritas extra large ya hecho polvo, un ignoto televidente se deja llevar hacia
donde la botonera del control remoto lo lleve.
En esos días gran parte de los
canales del servicio de televisión por cable desborda de todas las disciplinas
deportivas imaginables. Fútbol, básquet, carreras, gimnasia artística, regatas…
en las competencias olímpicas hay absolutamente para todos los gustos. Sin
mayor pasión por ninguna, sin más ánimo que el de dejar pasar el rato, se mete
con displicencia una y otra vez en lo que, para los atléticos protagonistas de
aquellas competencias resulta ser en cambio, un verdadero éxtasis.
Con manifiesta entrega y consagrado
amor por el deporte cada uno de aquellos sudorosos muchachos demuestra desde la
pantalla su personalidad y una marcada intención de superarse etapa tras etapa.
Algo, sin dudas, admirable y digno de emular.
Aquellos jóvenes vitales y animosos
logran conmoverlo: ágiles y competitivos todos intentan con entusiasmo alcanzar
la gloria. Seguramente, tras años de trabajo y concentración, han logrado
superar sus propios límites gracias a su constancia, su dedicación y el empeño
que cada uno debió armonizar con sus propias dificultades personales. Algunos, inteligentemente sostenidos y alentados por sus entrenadores, han sabido alimentar
sus vocaciones en forma privilegiada, otros menos afortunados, debieron ir
escalando por cuenta propia el esforzado camino que los llevó hoy hasta allí, buscando
con voluntad y garra alcanzar las metas que se han impuesto y -por qué no- quizás
hasta superarlas.
Luego de muchas horas de estar alelado
frente a su televisor, compenetrado y abstraído ante tanto deportista musculoso,
tanta energía y talento trocado en gloria o en derrota, el susodicho decide que
su exclusiva dedicación también merece reconocimiento y así, luego de aquella
inusual y maratónico despliegue de deportes y competencias, opta ahora sí, por
volcarse de lleno a lo que él mejor hace y más satisfacciones habitualmente le
reporta.
Con la serenidad que sólo brinda
el saber concluida una tarea bien ejecutada, con gesto decidido y pleno
regocijo oprime el botón de off de su control remoto y exultante de tanto espíritu
deportivo y contagioso vigor, se entrega
plenamente y sin retaceo, a la merecida conclusión de una jornada agotadora: otorgarse por fin, sobre su apoltronado sillón, una prolongada siesta.
Casi me he estresado hasta yo... Sí, la verdad es que es empático el hombre... Se cansa como los deportistas y se echa una siesta. Divino el hombre. El sillonball es una buena disciplina :-)
ResponderEliminarA pesar de mi sonrisa... veo la amalgama de sentimientos triste de una vida sumida en este hecatombe pero en su mano está cambiar... si puede, pues no sé los motivos que le mantienen amarrado a ese sillón...
Un besazo enorme.
Se compite contra sí mismo, el rival es una referencia. Superarse.
ResponderEliminarNo se que habrá en la mente de un deportista de élite, si acaso, como en el circo un " cada día un poco más difícil", eso es lo que entiendo lleva a un montañero arriesgar la vida por llegar a lo más alto de la montaña más alta.
Desde el cómodo sillón con una cerveza a los Simpson me pregunto. " y para qué?
es la diferencia entre un atleta y yo :-(
Un chiste sobre deporte que recuerdo de una novela de ciencia ficción.
ResponderEliminarMe gusta el ejercicio. Nunca me caso de ver a quienes lo practican.
No es el caso de este televidente que ver deporte le produce cansancio, como si lo practicara.
Y es cierto también la abundancia de deporte televisado. Algo bueno de los medios.
Y veo que te llegó la inspiración
Un abrazo.
Bueno, otro deporte com otro; pero eso si, sin nada de esfuerzo. Es que cansa mucho ver tanto deporte, a mi me pasa.
ResponderEliminarMuy original tu relato.
Un abrazo
jajajaja yo ni eso. Debo ser de las pocas personas
ResponderEliminarque no ha prendido el televisor para ver las Olimpíadas de Rio....
Besos, Mónica
Después de ver la superación del hombre, decide echarse una siesta olímpica, una en la que sus sueños son sus espectadores más fieles. Buen relato. Un abrazo.
ResponderEliminarHala, a descansar. El mando control puede generar agotamiento del dedo índice :))
ResponderEliminarQué bueno.
Un beso, compi.