OBRA DE LA EXPOSICIÓN DE ERNESTO NIETO EN EL GUGGENHEIM DE BILBAO.
En un muy moderno museo de un
mundo futuro no muy lejano, a instancias de un viejo curador que se entretiene
en rescatar lo que los otros ya han dado por perdido, se ha organizado una muy
peculiar muestra nocturna, ambientada con especiales efectos de luces música y
colores para intentar atraer eventuales visitantes que, de otra forma, nunca
decidirían recorrer una exposición de ese tipo.
Ordenadas en prolijos anaqueles,
cuidadosamente iluminadas y a la vista de todo aquel que quisiera observarlas,
aguardan dormidas, preservadas para la eternidad un buen número de curiosas
reliquias ancestrales.
Rastros anacrónicos de una
sociedad que alguna vez fue y que terminó sepultada por su falta de adaptación
al pragmatismo de las nuevas épocas: contenidas en pequeñas cajitas
primorosamente rotuladas se conservan distintas sustancias, extractos de aptitudes humanas ya extintas, acompañadas
de antiguas fotos monocromas y viejos textos que las ejemplifican.
Honestidad, integridad, palabra de honor, generosidad, compromiso, prudencia,
modestia, avidez por el conocimiento… así se caratulan algunos de los elementos esenciales que los científicos sustrajeron en su momento de desaparecidos
individuos de antaño y que, en su mundo de avanzada competencia y egoísmos,
pocos conocen y menos, aún aprecian. Cualidades que ya pasaron de moda y que
sólo se llegan a conservar en algún museo poco concurrido, para que las futuras
generaciones puedan tener idea –muy vaga e imprecisa, por cierto- de los
principios que alguna vez, otras civilizaciones, valoraron y defendieron.
Más relatos jueveros en lo de Lucía
Esta sí que será una visita imprescindible en el futuro. Porque de todos estos valores casi no quedan. Para que nuestros descendientes sepan que a pesar de todas las buenas intenciones no habremos sabido conservar el planeta y nos habremos extinguido, sin ser capaces de parar esta locura consumista que nos invade. Además de las guerras por el poder y la mundialización. Un post que hace pensar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, amiga Neo.
Pués si, la verdad es que todas esas palabras y su significado son dignas de un museo, porque ahora muy pocos las quieren.
ResponderEliminarMe gustó tu museo tan original.
Un abrazo
Me ha gustado tu amanera tan original de explicar como puede ser un museo en el futuro.
ResponderEliminarBesos
Muy elocuente tu relato. Al paso que vamos, esas palabras serán recuerdos incomprensibles en un futuro no muy lejano.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es duro este relato, nos hace tropezar con una realidad que no veo muy lejana.
ResponderEliminarOjalá podamos darnos cuenta de todo lo que estamos perdiendo y salvarlo. No quiero que mi descendencia tenga que ir a ver esos valores al museo.
Un beso enorme.
Una labor de campo la del viejo curador, tarea ardua que si se hubiera demorado un poco ya no habría encontrado material para conservar. Tu imaginación no tiene limites pero bien podría ser premonitorio. Un abrazo
ResponderEliminarDe este museo deberíamos anotar bien la dirección e ir a visitarlo cada semana al menos con nuestros hijos y nietos, quizá ellos sabrían entonces todos los valores que se están perdiendo. Algo de culpa tendremos nosotros también, pero es cierto que nos hace falta un cambio rápido y radical para volver a ser un poco más humanos. Me ha enamorado tu museo. Gracias por sumarte al jueves. Abrazos querida amiga.
ResponderEliminarEse museo de tu relato, debería se de obligada asistencia, aunque mejor que eso, sería que todos nos pongamos a trabajar, para que no sea necesario.
ResponderEliminarRevivir la honestidad, para barrer tanta corrupción, poner de moda la integridad, para que la inmoralidad no sea el pan de cada día, premiar la generosidad ante tanta cicatería interesada, oponer a la indignidad el honor, enseñar el compromiso a tanto irresponsable, dar lecciones de prudencia a tanto temerario sin escrúpulos, enseñar modestia a tanto endiosamiento sin peana y decirle a los que pueden, que el conocimiento es la base para que todos seamos mejores.
Perdón por la extensión, pero tu entrada la merece.
Un beso.
Eso sí que es un museo de antiguallas, amiga mía. Seguro que esos valores estaban casi petrificados.
ResponderEliminarUn museo muy real, desafortunadamente, amiga.
Genial idea.
Beso.
Vaya museo. Espero que nunca se conviertan en objetos de exposición, perdidos y llenos de polvo. Saludos.
ResponderEliminarUn relato muy futurístico, Mónica, el cual no estamos muy lejos si la sociedad actual no cambia. Solo de pensar si algún día existiera un mundo así, da escalofríos, da miedo imaginarlo.
ResponderEliminarAbrazo
fotogramas fijos de la increíble existencia del ser humano
ResponderEliminarVamos irremediablemente al precipicio de la pérdida de valores. Es triste encerrar en cajitas extractos de aptitudes humanas ya extintas, ¡ay, no quiero un museo así!
ResponderEliminarUn abrazo
Caminamos hacia esa pérdida de valores, actitudes, comportamientos éticos y todas esas cosas que han hecho que la raza humana evolucione. Pronto, si nadie lo remedia, serán sólo vestigios remotos que observar en ese museo de reliquias ancestrales. Celebro íntimamente la suerte de no llegar a verlo, aunque intuyo que será una realidad más pronto que tarde.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Espero que tu visión distópica de los valores de la sociedad no se cumpla nunca y que ese museo no exista sino en tu imaginación.Un relato muy original y muy bien expuesto!
ResponderEliminarUn beso
Hace tiempo que los valores se perdieron... Espero que no haya un museo de antigüedades sobre ellos porque sería lo peor que nos puede pasar.
ResponderEliminarUn beso muy grande y que sigan vivos esos valores.
Tal vez estén presentes en algunos de los visitantes a ese museo del futuro. De lo contrario, nadie se habría interesado en visitar ese museo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Museo de los valores perdidos, le llamaria yo, que muchas veces siento que vamos por ese camino. Pero como soy optimista creo como dice el Demiurgo que alguna cosa buena quedara, sino, nadie se molestaria en visitarlo. Has hecho una aportación mas que original, besos.
ResponderEliminarUn museo imprescindible de visitar, creo que más de uno nos sorprenderíamos de la existencia de algunas reliquias.
ResponderEliminarMuy original tu relato.
Un abrazo.
Ay, qué triste. Al menos se conservan en un museo que me ha recordado otro real, que existe en Svalbard, una isla ártica noruega, en que se guardan semillas de todas las plantas.
ResponderEliminarOjalá que algún día los valores de ese museo sean plantados de nuevo y florezcan por todo el mundo.
Besos, amiga.
Muy bueno tu relato,pero yo prefiero pensar que no todas las palabras se perderán en el olvido, que parte de nuestra juventud conservará unas pocas y que al igual que nosotros seguirán teniendo ideales.
ResponderEliminarBesos