Me sumo, con algo de demora a la convocatoria de Sindel de esta semana. Más escritos sobre el tema, en su blog.
-¿A dónde, los autos que cruzan sin mirarnos desde la autopista?- Insistía, indagando, su curiosidad infantil.
A DÓNDE VAN?
-¿A dónde van las golondrinas en invierno, abuelo?- Preguntaba la
niña contemplando extasiada el vuelo.
-Hacia el sur, buscando climas más cálidos- respondía con premura el
anciano
-¿A dónde, los autos que cruzan sin mirarnos desde la autopista?- Insistía, indagando, su curiosidad infantil.
-Hacia el norte, buscando la agitación de las grandes ciudades-
generalizaba con imaginación el veterano.
-¿A dónde irán, después de pronunciadas las palabras, las preguntas
y sus respuestas?- Se animó a divagar la pequeña.
-Hacia el mismo lugar que, en su momento nos iremos los dos-
contestó con tono de melancolía y resignación el buen hombre, mientras intentaba
en vano ocultar una lágrima.
- ¡Qué bueno!- interrumpió con alegría inesperada la chiquita – no
nos costará entonces reencontrarnos… ni tampoco a todas las preguntas que vamos
lanzándole al viento cada día… ¡aún las que nos quedan ahora sin respuesta!
Trocó entonces en sonrisa la lágrima que recién había caído por el
rostro del anciano, a la vez que con ternura buscó su mano, la mano de su
curiosa nieta.
Una belleza este texto! De una ternura increíble, el encuentro entre una niña y un anciano, su abuelo que se dan recíprocamente una lección de vida.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Precioso diálogo. No lo olvidarán jamás.
ResponderEliminarEntrañable tu aporte, Mónica...Abuelo y nieta se unen en un punto admirable de madurez e intuición. El sentimiento va más allá de la razón...
ResponderEliminarMi abrazo, amiga.
M.Jesús
Que bello tu texto es tierno y delicado.
ResponderEliminarBesos
Ainsssssssss qué emoción me produjeron tus letras hoy!!!
ResponderEliminarUn besote.
Entrañable y profundo... muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Donde hay un niño hay esperanza. Me ha encantado tu aporte tiene la ternura de los extremos. Saltibrincos
ResponderEliminarMe ha encantado el contraste que muestras entre esa tristeza del abuelo y esa ilusión de la niña. Será por eso por lo que la relación abuelos-nietos es tan especial, se complementa la sabiduría con la esperanza.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Los relatos que tienen a un niño por protagonista gozan de una ternura y una inocencia que siempre te dibujan una sonrisa en el rostro
ResponderEliminarMuy tierna historia....como lo son todos los niños cuando hacen sus preguntas , esas que a veces nos dejan sin respuestas...bss
ResponderEliminarUn relato conmovedor, donde abuelo y nieta comparten con ternura una linda conversación.
ResponderEliminarUn beso y abrazo.
Te quedo divino, Mónica. Como para cuentos de niños, es tan sutil, tan tierno.
ResponderEliminarBeso
tu texto me hizo recordar una conversación con mi pequeña sobrina de 3 años, cristiana, al preguntarme cuantos años tenía, al responderle 45, ella asombrada me dijo, que faltaba muy poco para que yo muera, me hizo reír, casi a carcajadas, y le di la razón, le dije que faltaba muy poco, y luego me dijo, que no me preocupara porque en el cielo nos íbamos a encontrar, y yo le contesté que no, que luego de mi muerte nunca más nos iríamos a encontrar, ya que yo no iría al cielo, sino, al infierno, ella, se quedó pensativa por un rato, buscando en su cabecita que más agregar a la conversación, en eso me miró y dijo, al infierno sólo van los malos, yo respondí que sí, la miré con una sonrisa, era la conversación más seria y a la vez más divertida que habíamos tenido, mientras ella preocupada, me miraba a los ojos, y yo esperando con ansias su siguiente pregunta, la cual después de varios minutos llegó, y dijo, mejor vamos a ver Frozen, y yo completamente impresionado por el repentino cambio de tema, sólo atiné a responder, que estaba bien, y nos pusimos a ver Frozen por 84ava vez...
ResponderEliminarCuanto saben los nietos... y cuanto aprendemos de ellos.
ResponderEliminarMe encanto tu relato, eres fantástica.
Un abrazo
la curiosidad e ingenuidad de un niño ante la sabiduría y experiencia de quien ya ha vivido tanto...
ResponderEliminarDicen que llega un momento en la vida en la que el antes y el después se juntan, en el que el niño y el anciano se encuentran de tal forma que son el mismo...
Un beso muy grande.
La sabiduria del mundo concentrada en la vejez y en la niñez, lo que no aprendemos de los,viejos,lo aprendemos de los niños. Me ha encantado, besos.
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