Esta semana Dorotea nos propone narrar alguna historia en donde se enlacen distintos sucesos en apariencia, inconexos. Mis musas tardías me aportaron el siguiente texto, que no sé muy bien si se ajusta a la propuesta de nuestra anfitriona juevera. Espero sepan disculpar si me alejé un poco de lo pedido.
Desde el principio, aunque jamás
se animaran a confesarlo, ambos presintieron que sus destinos estaban
entrelazados de alguna manera insospechada. Ninguno tenía conciencia cierta
sobre la existencia del otro, pero, de alguna manera muy sutil intuían el
paralelismo existente entre los distintos tramos de sus vidas.
Cuando ella nacía, él salía con
su padre para hacer pastar sus cabras. Cuando ella estrenaba bici, él sostenía por
primera vez un arma de largo alcance a orillas del desierto.
Cuando ella terminaba la primaria
pensando en festejar su próximo cumple con baile en lugar de pelotero, el padre
de él entregaba quince de sus mejores cabras para comprarle a su hijo una
esposa.
Cuando ella entraba en la
facultad soñando con viajes y nuevos horizontes, él enterraba su primogénito a
consecuencia de la impiadosa sequía.
Cuando ella encontraba su primer
buen trabajo como periodista, él, en el otro extremo del mundo perdía sus pocas
posesiones a causa de la guerra.
Cuando ella se estremecía de gozo
al escuchar por primera vez el llanto de su hijo en la sala de partos, él
enseñaba a su tercer retoño cómo sostener aquel viejo fusil que heredara de su
propio padre.
Cuando el hijo de ella era el que
estrenaba su bici, el cuarto hijo de él alimentaba sus odios a causa de una
nueva guerra.
Cuando el hijo de ella fue a su
primer concierto de rock para festejar su cumpleaños con sus amigos, el menor
de los hijos de él se encontraba en un callejón oscuro de una extraña ciudad preocupado
por no hacer estallar antes de tiempo los explosivos que le aferraban la
cintura.
Cuando el único hijo de ella moría
sin saber cómo y por qué en medio de la estridente música camuflada por
estallidos, el último hijo de él inexplicablemente recordaba las cabras de su
padre justo en el momento de hacer reventar su cuerpo siguiendo una inverosímil
trama de violencia e injusticia sostenidas.
Me ha gustado mucho su relato.
ResponderEliminarAbrazos.
Todas las exclamaciones que me se imaginatelas escritas. Un relato estremecedor pero original bien llevado, llegando al fondo de nuestros odios. Te aplaudo con admiración. Lo voy a copiar para mostrarlo a todo el que quiera leerlo. Un abrazo
ResponderEliminarBravo, bravo por este texto, uno de los mejores relatos tuyos. Bravo.
ResponderEliminarNuestra vida siempre está conectada con la de otro por muy lejos que se encuentre. En este caso para morir juntos aunque por causas diferentes. Justas para uno. Injustas para el otro.
ResponderEliminarUn texto mágico, de verdad, de esos que te hacen pensar lo injusta que es la vida por haber nacido en un lugar diferente... en una casa diferente, en una cultura diferente... Mil cosas.
Un beso enorme.
Impresionante, es tremenda su lectura y lo peor es que no es nada ficticio, es que esas coincidencias se dan en el mundo a tods horas, pero cuando te las ponen delante conmo tú lo has hecho....te estremeces.
ResponderEliminarDesde luego las prioridades de cada uno era diferente; pero uno murió por convicción y el otro se lo llevaron por delante arrebatándole la vida porque el otro no le importaba la muerte para nada.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Me ha gustado mucho la postal, eres una artista.
Un beso
Mónica tu relato nos muestra cómo el universo nos une con hilos invisibles en la vida y en la muerte, nada es casual...Todos de alguna manera estamos conectados, por eso es importante elevar pensamientos positivos para seguir creando y renovando la vida a través de la sincronicidad...Mi felicitación y mi abrazo por tu profundidad.
ResponderEliminarTu bella tarjeta navideña la he colgado a la derecha de mi blog enlazada al tuyo.
Gracias de nuevo y que seas feliz con los tuyos estos días y todo el año.
M.Jesús
ResponderEliminarIrremediablemente, tirados por hilos invisibles e imposibles de romper, se acercan a una única fecha de desenlace. El aniversario cruzado más cruel e imponente. Gracias por tu aportación, Mónica, un beso.
Ufffffff Mónica... hoy tu relato me toca un nervio descubierto... es tremendo, y llega, llega mucho.
ResponderEliminarUn besote enorme, y un abrazo.
Me ha gustado mucho tu relato, en el que esos lazos invisibles entre la vida y la muerte, parecen salir de la nada, cuando hay algo mucho más importante.
ResponderEliminarBesos
Al principio pensé que se trataba de una historia de amor y que los protagonistas se conocerian mas adelante...tarde me di cuenta al punto donde llegaste y recordé los acontecimientos terroristas de hace poco...Siempre he tenido miedo de las estadísticas de sucesos...y miedo a esos lazos invisibles que existen y que en algún momento te harán aparecer en alguna de ella...pero como no se puede vivir con miedos, luego hago que me olvido de ellas....besos
ResponderEliminarWow.... impresionantemente hermoso y muy bien logrado, me has dejado boquiabierto, anonadado con tan semejante relato, por eso mismo, nunca hay que juzgar a los de ningún lado en un conflicto, todos somos víctimas de lo mismo.... maravilloso, te felicito
ResponderEliminarImpresionante relato, que nos habla de una realidad factible en el enrevesado mundo de hoy.
ResponderEliminarLa pena es que uno moría a sabiendas por el fanatismo religioso impuesto y el otro moría cuando en realidad lo que pretendía es disfrutar de la vida.
Un abrazo.
Tremendo Neo: me ha hecho estrecer. Lo has contado cronologicamente y te ha salido perfecto. ¿Cuantos cruces de vidas deben de haber en el mundo, que como el tuyo no se saben...!!! Hace pensar esta historia. Saludos amiga.
ResponderEliminarAsí es. El odio y la guerra solo traen muerte. Pasa cada día, aunque solamente nos preocupamos cuando nos toca cerca.
ResponderEliminarUn saludo.
Impresionante y estremecedor relato. Un beso Neo
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