Esta semana nos conduce Dorotea. Para ver más relatos jueveros, pasar por su blog.
Alguna vez me contaron –o tal vez
sólo haya sido un sueño- que en un principio el Invierno era apenas una
deslucida temporada de vientos fuertemente gélidos y días grises, nada bello
adornaba su clima destemplado, y la gente huía de él y sus inclemencias
climáticas buscando cálido refugio en el interior de sus casas.
Triste y algo celoso estaba el
Invierno de la belleza particular de las otras estaciones, en donde la frescura,
las formas y los colores irradiaban durante ellas la plenitud de la creatividad
de la Naturaleza en sus distintas manifestaciones. Tanto el Verano como el
Otoño y la Primavera habían sido bendecidos por innumerables detalles de fiesta
y celebración por los cuales podían estar sumamente orgullosos, luciendo con
elegancia cada quien sus particulares signos de hermosura durante el tiempo en
el que le toca instalarse sobre la Tierra.
La madre Naturaleza juzgó
entonces que el descontento y la tristeza del gris Invierno estaban
justificados ya que, quizás por cansancio o por estar aterida de frío, en el
momento de otorgar hermosura al invernal estadio, reconocía haber estado
algo falta de imaginación y fuerza creativa.
Para tratar de enmendar su falta
de ingenio inicial, quiso la maternal Natura otorgarle también alguna nota
especial por la cual lucirse frente a los mortales, pudiendo así también
él desplegar belleza y encanto en su momento de mayor enjundia. Fue así que decidió incorporar la nieve como
la materia prima con la que, dispuso, se manifestara la plena gracia
invernal, a la vez que le ofreció al propio Invierno que diseñara los delicados
copos de nieve con los que se ornaría de allí en más.
Agradeció el Invierno ese regio
gesto de generosidad de su Madre
Creadora y de inmediato se volcó a trazar sus propuestas. Lejos de intentar
emular la libre organicidad de las formas con las que se engalanaban sus
hermanas, se dejó llevar por la inspiración de las simetrías a la hora de armar
sus diseños. Con desbordante creatividad y sin repetirse, logró formar un
infinito catálogo de cristales de nieve que demuestran sin lugar a dudas sus
dotes de artista y destacado procurador de original belleza.
Este cuento que bien podría ser una parábola, tiene tanto encanto y tantos guiños que no puedo decir otra cosa que me ha llegado. Siempre me ha gustado el invierno. Le veo todo su encanto. Es como un corazón desnudo que deja ver todo lo que tiene. Luego llega todo lo demás y lo va vistiendo y cubriendo... pero el invierno es el invierno.
ResponderEliminarSu majestuosidad, sus cristales, sus nieblas, sus lluvias... Tiene tantas cosas que no nos paramos a ver, que solo nos detenemos en mirar...
Un beso.
Leyéndote el invierno ha pasado a gustarme un poco más.
ResponderEliminarMe ha gustado tu cuento sobre los copos de nieve. Mi idea ha sido la misma, pero no tiene nada que ver un relato con el otro.
ResponderEliminarUn saludo.
Una maravilla lo que es capaz de hacer la madre naturaleza.
ResponderEliminarPrecioso el cuento.
Un abrazo
Precioso cuento sobre el frio y la nieve que consigue que uno todavía estime algo más la belleza de los inviernos.
ResponderEliminarUn abrazo
Reconozco la belleza del Invierno, sólo que me gusta observarla desde el interior de mi casa, cerquita de la estufa a leña y una rica taza de té en las manos!
ResponderEliminarUn beso Mónica.
Qué precioso relato Mónica. Una exquisita forma de hacer que el invierno nos agrade más (aunque estos días, por aquí mostró su cara más fea con las inundaciones). Por suerte, como buena geminiana -y vos sabes mucho de eso...- me gusta la variedad, y que las estaciones varien y nos muestren sus diferentes caras es parte del encanto de estas latitudes de 4 estaciones (????). Has descripto de forma encantadora la cara benévola y atractiva del frío y con las fotos que le has agregado, tu idea se completa perfectamente.
ResponderEliminarDebo agradecerte tu presencia frecuente en mi balcón, haciendome compañía y resignificando mis mensajes o simplemente haciendome sentir, que escribir y compartir, tiene un buen sentido. Besos y abrazos (dobles, por supuesto)
Una belleza de cuento y tan bien contado que merece un sitio especial entre los Cuentos de Navidad. La belleza de la imaginación, de la singularidad de cada copo de nieve, del saber hacer grande lo pequeño que poseemos. Muchas enseñanzas que podemos sacar de tan lindo cuento.
ResponderEliminarUn beso.
Qué preciosidad de cuento! La verdad es que la nieve es maravillosa, ver nevar es un espectáculo inigualable y los paisajes que quedan son bellísimos...pero desde una gran nevada que hubo hace años en la ciudad donde vivo le he cogido un poco de miedo....conducir con nieve es realmente peligroso.
ResponderEliminarUn beso
Bellísima personificación del invierno. Bello y creativo texto , Mónica. Mi enhorabuena
ResponderEliminarPrecioso cuento de invierno y lindos copos de nieve, asombrosa la naturaleza
ResponderEliminar