viernes, 31 de julio de 2015

ESTE JUEVES UN RELATO: Las edades del alma

A propuesta de Maribel, esta semana nos avocamos a hablar del alma y sus etapas de crecimiento. Les dejo mi aporte (que como casi siempre, tiene unas palabras más que las 350 sugeridas)





LAS EDADES DEL ALMA

Acongojado por los estragos que, inapelable, el paso del tiempo va dejando en el físico y el corazón humano, el aventurero invirtió más de la mitad de su vida buscando una estrategia, un antídoto o hasta acaso algún conjuro, capaz de contrarrestar lo que -desde que la primer persona se puso a pensar sobre las implicancias de las consecuencias de su paso por este mundo- viene siendo una de las mayores razones de la angustia existencial de nuestra especie.

Siguiendo pistas que creyó interpretar en el espíritu de antiguas leyendas y viejos manuscritos, fue avanzando poco a poco en la búsqueda de aquello que fue transformándose en la principal razón de su existencia. A lo largo de su vida logró entrevistarse con numerosos científicos, avezados futurólogos, expertos médicos forenses, afamados disertantes reconocidos a nivel mundial y ninguno supo darle una receta clara y precisa como para lograr revertir el temido desgaste, tanto del cuerpo como del alma.

Llegó al fin a un punto en donde no le quedaba algún dato firme para seguir ni un rastro vago por donde seguir investigando. Cavilando triste en su desazón se encontraba cuando un anciano pastor, que por allí solía hacer pastar su rebaño, se acercó hasta él, conmovido por verlo tan desorientado.

Pese a no tener ninguna expectativa de que aquel simple mortal pudiese aportar algo valioso para su búsqueda, explicó sucintamente el porqué de su tristeza. Con la sabiduría de las cosas simples que se conocen por propia experiencia, el anciano pastor le enunció con sencillez lo que su vez su propio abuelo le había sugerido como estrategia para vivir cada etapa de la vida en plenitud y sin amargura y que aplicar esa receta le había servido para mantenerse siempre vital y optimista:

Alimentar cada día la capacidad de asombro y regocijo para seguir percibiendo siempre con la inocencia de un niño. No permitir que la sensibilidad se oculte bajo una gruesa armadura.

Desprenderse rápidamente de las preocupaciones que no se puedan solucionar, resolviendo con dedicación aquello que sí podamos enmendar.

Atesorar los buenos recuerdos para los momentos de melancolía. No conservar la tristeza como alimento de la soledad.

Interpretar los ciclos de la vida desde la perspectiva trascendental del universo en lugar de hacerlo exclusivamente desde la estrechez de nuestro propio egoísmo.

Entender las distintas edades del alma como parte del crecimiento interior hacia una luminosa trascendencia y no como un proceso menguante hacia el definitivo ocaso.

8 comentarios:

  1. Me encantó Mónica... en la sencillez están los grandes saberes.

    Un beso

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  2. ¡Ay! ¡Qué sabio el abuelo! Un abrazo Mónica

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  3. Un relato pausado. Me encanta.

    Un abrazo.

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  4. deberías publicar tus relatos, calman el alma . Siempre que quiero poner tildes a las mayúsculas me hace lo mismo, Caro es, por supuesto Ícaro :-)

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  5. La sabiduría de las cosas simples... Creo que esto es precisamente la esencia de la sabiduría: la simplicidad.
    Para meditar.
    Un abrazo.

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  6. Me han gustado muchos tus sabios consejos.
    Los tendré en cuenta para reflexionarlos.
    Gracias.
    Maribel

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  7. A veces la sabiduría se encuentra en las cosas más simples. Buenos consejos.
    Un saludo.

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  8. Pensé que había venido a leerte y siento haberme equivocado. Ha sido una semana algo rara.
    Tu texto, sencillo, con una riqueza de palabras que dice mucho y la historia, tan sencilla como compleja.
    No puedo añadir mucho más o escribiría todo una tesis acerca de lo que me ha hecho sentir tu texto.
    Un beso enorme.

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