Esta semana Charo nos propone elegir uno de los siete pecados y desarrollarlo en primera persona. Yo he elegido la SOBERBIA. Para leer más textos jueveros, pasar por su blog.
Asomada al balcón de mis éxitos, me
siento extasiada ante la visión de mi propio reflejo: adulada y aplaudida por
quienes me brindan constante pleitesía (aunque sé que en el fondo son
traicioneros y sólo responden a la presión de mi poder y presencia) hasta casi veo
el brillo de mi propio halo irradiando a mi alrededor. Sé que soy faro del
destino de esta gente, luz entre sus sombras, imprescindible guía espiritual de
todos estos ineptos que me necesitan y en mí se cobijan. Me debo a mi pueblo. Lo
veo en sus ojos humedecidos por las lágrimas del agradecimiento. También yo he
sentido el peso de las privaciones. He sido pobre y he podido superarlo.
Sé que tengo una gran capacidad
histriónica. Con unos cuantos gestos estudiados frente al espejo, los conmuevo
con facilidad, manifestando mi sensibilidad ante los temas trascendentes que
tiro al ruedo en mis improvisados discursos. Me siento satisfecha al comprobar
que cada vez los perfecciono más y más, según pasan los años y los
acontecimientos.
No hay piedras que no pueda eludir
en mi camino, no hay escollo que no pueda superar. No hay tema urticante, ni
chisme ni queja que pueda hacerme alterar el rumbo de mi férrea voluntad de
gobernante. No hay poder que pueda pedirme cuentas. No hay quien tenga derecho
a requerir explicaciones sobre mis contradicciones. Soy pragmática. Soy una
preclara estadista. No tengo por qué explicar mis actos o mis decisiones. He sido
elegida. Me han votado y con ese apoyo han validado mi título. Quizás haya
debido ser coronada, pero por ahora no está en mis proyectos cambiar el
carácter del sistema republicano… quizás en un futuro… sería por su propio
bien.
Sé que me necesitan. Sin mí,
están perdidos. Soy yo o el abismo. Soy yo o la perdición que representan mis
enemigos.
(nota: cualquier referencia con
algún personaje político de la realidad NO es pura coincidencia)
Es algo que suele darse en la política.
ResponderEliminarUno de los pecados al cual son proclives los políticos. Lo único que saben hacer bien es lucir su prepotencia y arrogancia.
ResponderEliminarBesos
Yo no puedo tirar piedras, un abrazote
ResponderEliminarYo también elegí soberbia, aunque no tan real y actual.
ResponderEliminarCreo que tu texto es una muy buena descripción de los políticos que tenemos, aquellos que se creen dueños y señores de todo y que se creen la salvación... No has podido describir mejor la soberbia... Me ha encantado Mónica, escribes de lujo...
ResponderEliminarBesines...
eso eso, no es coincidencia
ResponderEliminarBien elegido el pecado: la soberbia es el peor de ellos.
Besos.
Buen relato, todo escrito desde el punto de vista de alguien a quien invade la soberbia. Me ha encantado tu nota del final.
ResponderEliminarSaludos
Pues yo creo y tengo criterio y sapiencia que tu eres estupenda y lo haces todo bien. Un abrazo divertido
ResponderEliminarPues sí, la descripción del pecado es soberbia! Fuera de bromas, la descripción es perfecta y tal y como lo has hecho me ha producido mucho asco imaginar a una persona así, pero por desgracia parece que abundan entre nuestros dirigentes...
ResponderEliminarMuchas gracias por participar
Un beso
Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarLa veía subiendo escalones, despacio, erguida, con la mandíbula alta... Inflada... Pero, la vida es lo que es, un pequeño alfiler la desinflará, y la caída desde tan alto debe ser terrible...
Muchos besos
Siendo todo esto, puedo sentir un halo político alrededor, pero, por supuesto, el halo que tiene que ver con el caciquismo.
ResponderEliminarSaludos. Pablo.
Lo has bordado y se me ha escapado una carcajada con la nota que has puesto al final, la de "no es coincidencia·
ResponderEliminarParece un retrato de alguien que conozco bastante, jajaja
ResponderEliminarExcelente relato, con un toque intenso de realidad actual, del que ojalá no haya que volver a escribir más.
Un beso =)
Buenas tardes, Mónica:
ResponderEliminarQuizá sea el lenguaje la mayor burla del Diablo, ya que convierte la palabra “soberbia2 en pecado y en virtud. Y además, su diferencia en apreciación radica en el (pre9juicio del observador.
Un relato soberbio el que nos regalas. Gracias.
Je, Mónica, creo que sé por donde va, pero es perfecto en referencia a alguien que aquí cerca de donde estoy, mañana no alcanzará el poder salvo que, como pasó hace años, un extraño suceso se lo dé.
ResponderEliminarUn gran relato que, de no ser porque es aplicable a la actualidad, parecería situado en la Edad Media.
Besos, amiga.
Creo haber visto el reflejo de alguien plasmado en tus letras! :D
ResponderEliminarUna vez que se llega al poder, no todos saben qué hacer con él, o creen que pueden hacerlo todo. Un gran relato Neo, donde pones a la vista cómo la soberbia, ante todo, nubla la mente y alejándoles de la tarea para la que se le eligió.
Besos y lindo fin de semana!
Gaby*
Sin lugar a dudas han pasado por mi cabeza tantos de esos nombres de la política, que da miedo! ...encuentro tu relato extraordinario!
ResponderEliminarUn beso.
<Menudo relato amiga Neo: La soberbia e un pecado de los feos feos. y lo tenemos tan cerca!!! El poder corrompe y es adictivo. Te ha salido genial.Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarMirando la televisión hoy, mientras toman posesión de su cargo las piezas políticas, no tengo mas remedio que darte la razón. Que bien lo has pintado, amiga!
ResponderEliminarUn beso
Ayer fué el día en que en mi país, cientos de soberbios, han tenido que agachar la cerviz, apeados y apartados de sus puestos por el voto de los ciudadanos. No eran tan imprescindibles, no, aunque ellos seguro que llegaron a creerselo. Muy bien descrito el personaje y su manera de pensar y sentir.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Miedo me da que la cabeza de algunos políticos maquine de semejante manera. Y, lo peor, es que es cierto. Siempre he pensado que para ser político hay que tener algo especial y que no sirve (ni lo pretende) cualquiera.
ResponderEliminarRecibe un soberbio abrazo ;-)
Alberto
Hola Mónica!
ResponderEliminarEn primer lugar, quiero pedirte disculpas por mi retraso en devolver tu comentario, pero es que ese blog está totalmente inactivo y no tengo activadas las notificaciones, así que recién acabo de verlo. Tengo otro blog nuevo, pero por hobbie, no para sumarme de nuevo al mundo bloguero.
De tu relato, como imaginarás, prefiero reservar mi comentario... :)
Un fuerte abrazo, y gracias por seguir estando cerca pese a que ya no formo parte de los blogueros.
RoB
Un texto perfecto. La soberbia de tu personaje fielmente reflejada, y creo que todos sabemos de quien se trata aunque cualquier parecido con la realidad sea pura coincidencia. Por aquí acabamos de pasar por situaciones parecidas y los ciudadanos han decidido que eran prescindibles.
ResponderEliminarUn beso.
No es pura coincidencia...leyéndote me han venido a la mente más de uno y más de dos políticos y políticas...perfecta la descripción. Certera, de bisturí.
ResponderEliminarBesos y abrazos.