Esta semana, nos conduce Demiurgo con una de sus muy originales propuestas. La consigna era armar un texto intercalando nombres de canciones o temas musicales, conduciendo al lector para que intente adivinar de qué intérprete/autor partimos para inspirarnos.
Les dejo mi texto. Sé que para quienes viven de este lado del charco y son más o menos de mi edad, lograrán deducirlo desde el comienzo mismo de la historia.
Les dejo mi texto. Sé que para quienes viven de este lado del charco y son más o menos de mi edad, lograrán deducirlo desde el comienzo mismo de la historia.
Mientras rasguña las piedras en la entrada de la estación, el fantasma de Canterville
se las ingenia y toma dos blues que acuden inesperadamente a su memoria y
entremezclando sus letras y melodías, consigue narrar con maestría las tribulaciones, lamentos y ocaso de un tonto
rey imaginario.
Quizás porque el sol tiñe ya de rojo el horizonte a modo de mágico posludio de un día muy particular, todo ante
sus ojos parece cobrar un nuevo significado.
Un hada, un cisne, una nube viajera… hasta Natalio Ruiz, el hombrecito del sombrero gris, quien como siempre
deambula solitario y triste por la estación, parece distinto, como expectante,
con algo diferente brillándole en la mirada:
-¡Bienvenidos al tren!- parece desearles a los pocos pasajeros que se
aprestan a subir a los destartalados vagones –Tan sólo necesito una sonrisa como respuesta. Sólo con ese gesto me harán
feliz- parece querer decir con sus ojitos transparentes.
El fantasma lo observa
enternecido. Por suerte se ha reencontrado otra vez con la esencia de su ser,
ese que se define cuando comenzamos a
nacer y que la muerte, mal llegada y concluida, hace borrar de su
conciencia la mayor parte de su eternidad fantasmal. Sin pensarlo dos veces
decide intervenir con la suerte e inspira a una muchacha para acercársele con gesto
amistoso.
Mariel y el capitán, recién desposados, parten hacia un nuevo
rumbo, abordando ese último tren con la esperanza de quien se prepara para las pequeñas delicias de la vida conyugal. La
joven lleva en sus manos un bello ramo que su esposo le ha obsequiado con mucho
amor.
Al ver al viejo Natalio Ruiz observarla conmovido, decide obsequiarle una
de las flores más bonitas. Besa los pétalos suaves y se la ofrece al hombrecito
del sombrero gris: - Cada día encierra un nuevo aprendizaje, está en nosotros aprovecharlo al máximo o dejarlo
pasar sin permitir cambios en nuestra vida - le dijo - Para lo bueno, nunca es
tarde –
Y con esas simples palabras y una
pequeña flor, la muchacha logró instalar en el viejo solitario lo que tanto
estuvo buscando: una sonrisa… la misma que se replicó en el fantasma,
complacido, observándolos desde lo alto, en
la torre del reloj.
Sui Géneris (nota: suena de fondo su música en mi blog)
Preciosa y enternecedora historia, hombrecito y fantasma que le ayuda a tener la sonrisa del día.
ResponderEliminarNo se quien es este duo; pero te ha quedado muy bien tu relato.
Un abrazo
Me gusta haber planteado el tema que inspiró tan buen relato, con toques fantásticos. Buena participación de esos personajes.
ResponderEliminarUn abrazo.
No conozco al grupo y, por tanto, supongo que me pierdo las alusiones que has hecho a sus letras.
ResponderEliminarPero he disfrutado de un relato tierno y ambientado en una estación, me gusta mucho el ambiente de estación.
Besos.
Ay Moni, qué buena elección! Sui Generis una de mis bandas favoritas, de esas que acompañaron mi infancia, y escuchabamos con mis primas y mi hermana todo el día!
ResponderEliminarLa historia es preciosa, muy tierna y genialmente hilvanada con las canciones. Me gusta que haya tenido un final feliz.
Un beso enorme.
Buenos días, Mónica:
ResponderEliminarUn gran relato de principio a fin, con el que logras convertir a tus lectores (incluso a los que desconocíamos a la banda “Sui géneris”) en unos viajeros más en ese tren que con el traqueteo de tus palabras va avanzando en nuestra imaginación.
Feliz viernes, Mónica.
Un placer leerte y conocer a Soi Generis.
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ResponderEliminarUn relato muy conmovedor. No conosco a este duo, pero me ha encantado tu enigma musical.
Besos
Pero qué creatividad Mónica. Me ha encantado. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala
ResponderEliminarNo solo le ha dibujado la sonrisa al hombrecito, también a mi al llegar al final de la historia... que conmovedora, que tierna...
ResponderEliminarNo he sabido que grupo era hasta que he visto la solución, no los conozco pero los buscaré para saber como suenan... :)
Me ha gustado mucho Mónica...
Mil besines...
Un relato precioso, lleno de ternura...
ResponderEliminarMuchos besos
Muy buen relato Mónica. Feliz sábado.
ResponderEliminarLa historia me ha encantado pero el grupo no me suena de nada :(
ResponderEliminarSeguro que suenan muy bien, voy a tener que investigar :))
Besos!
Me ha encantado la digresión que hace tu relato, el fantasma de Canterville en una estación...a partir de ahí, ya puedes esperar cualquier cosa...una maravilla de texto, tierno como los personajes que lleva...muy de estación, muy de paso...
ResponderEliminarMe ha encantado.
besos