Recientemente la querida Sindel, en una de sus convocatorias, propuso el mismo tema para inspirarnos, así que mi musa se tomó receso para intentarlo nuevamente. Pero como no quería dejar de participar, rescato de uno de mis cuentos (basado a su vez en una película) un párrafo en donde describo un jardín bastante particular, lugar del encuentro romántico que da cabida a la historia que en él se desarrolla. Me disculpo por la extensión.
(...) Ante
los atónitos visitantes, una frondosa selva desordenada se interponía entre la
entrada y el viejo caserón. El bosquejo de lo que sin duda fuera el sendero
principal apenas se abría paso bajo un enmarañado techo de enredaderas
desprolijas y secas. Varios árboles añosos se abrían camino hacia el sol buscando
alejarse de aquel jardín que más parecía un cementerio.
Avanzando
entre el lodazal que se había formado entre la espesura, los dos visitantes se
aventuraron hasta llegar a la vieja mansión, tan descuidada y tétrica como el
exterior que la rodeaba.
Una
vieja criada que apenas susurraba entreabrió la puerta principal y le dio al
viejo jardinero las instrucciones del caso. Mientras el viejo se ponía de
acuerdo en los pormenores, Manu aprovechó para detenerse en los detalles de
aquella casa que sin duda, en otra época, había albergado grandes lujos.
Lo
que fueran magníficos vitrales hoy sólo eran vidrios sucios tapizados de mugre
acumulada y de hojas resecas. Los bancos del jardín parecían sepulcros vacíos
poblados de fantasmas, y bajo la pérgola lateral que daba hacia lo que había
sido un pequeño lago artificial, se veían apenas, bajo un espeso manto de hojas
muertas y moho, los restos fastuosos de lo que parecía haber sido una gran
fiesta. Varias mesas cubiertas por restos de manteles raídos quedaban aun
luciendo los restos de una valiosa vajilla totalmente destruida por las
inclemencias del tiempo. Las mudas estatuas aumentaban la sensación de dolor
perpetuo. Parecían llevar ahí siglos, mudos testigos de lo que por algún motivo
que no alcanzaba a comprender, le producía una extraña atracción.
Aprovechó
que la discusión entre criada y jardinero se extendía bastante y tomando la
libreta que siempre llevaba consigo, se puso a garabatear sus dibujos, tratando
de imitar los restos inquietantes de lo que alguna vez fuera una gran celebración.
Con suma destreza logró captar toda la rancia belleza de aquellos cadáveres de
loza y cristal arrumbados sobre la mesa mugrosa, mientras danzaba al viento el
mantel desgastado, luciendo el antiguo encaje a modo de mortaja perpetua.
Abstraído
por aquella singular imagen Manu no notó que unos inquietantes ojos lo miraban
con desprecio. El crujir de unas ramas al romperse le advirtió que alguien o
algo se ocultaba entre las sombras de aquella jungla encantada. Sobresaltado,
dejó de dibujar, buscando infructuosamente aquella presencia que, sabía, lo
observaba.
No sin sorpresa descubrió que
una chica de más o menos su edad lo contemplaba con marcada insolencia desde el
fondo de la galería.
Por
educación, la saludó con la cabeza, casi sin pronunciar palabra. La joven,
disimulando su interés, apenas avanzó unos pasos y lo increpó con soberbia
preguntando qué estaba haciendo allí. Notablemente nervioso, Manu se esmeró en
responder explicando el motivo por el que allí se encontraba, pero pronto se
dio cuenta que en realidad a la muchacha no le interesaba su justificativo,
sino que esa era la mejor excusa que había encontrado para acercarse a ver sus
dibujos.
Con
mucha displicencia y fina elegancia la hermosa joven se le acercó sin perder el
aire de superioridad que brotaba de cada uno de sus poros y sin aparentar
brindarle mucha atención, su mirada se posó en los inacabados dibujos que Manu
intentara ocultar. (...)
Me encanta imaginar ese jardín que describes y esas semi ruinas.
ResponderEliminarCreo que me perdería en un lugar así... tiene que ser belleza pura...
Muchos besos
Primero planteas una melancolía, comparando tiempos pasados con un estado de decadencia.
ResponderEliminarLuego revelas que el joven personaje boceta lo que ve, obteniendo la atención de una joven despectiva, que disimula su interés en esos dibujos.
Y nos dejas con la intriga. Da para una continuación.
Me hubiera encantado seguir leyendo porque con sólo esos párrafos me he hecho parte del argumento.
ResponderEliminarTodo un acierto este rescate. Cuidado con los jardines, siempre hay alguien al acecho...
ResponderEliminarBesos.
Me gusto tu relato, Monica. Describes a la perfeccion la ambientación de ese jardin olvidado y su viejo caseron. Un final muy en suspenso, quien sera la arrogante joven? incitá a saber mas de tu historia.
ResponderEliminarUn beso
Buenos días, Mónica:
ResponderEliminarFelicidades por tu relato climático, me quedo con las ganas de leer la totalidad del cuento.
Ya que comentas que para él te inspiraste en una película, por alguna razón me ha venido a la mente “I Walked with a Zombie” de Jacques Tourneur.
Nada más llego a escribirte. Sólo volver a felicitarte por el relato y agradecerte el que lo hayas compartido.
Un abrazo, Mónica.
Muy lindo relato Mónica, lleno de detalles. Da para el comienzo de una buena historia enmarcada en un lugar intrigante. Obviamente deja entrever un final abierto con tintes románticos encantadores...... Gracias por compartir
ResponderEliminarBuena mezcla de naturaleza y ruinas.
ResponderEliminarUn beso.
Me ha gustado la descripción decadente , desangelada y misteriosa de ese jardín pero me he quedado con unas tremendas ganas de saber cómo continúa la historia.
ResponderEliminarAyer leímos tu relato en la sobremesa de la comida del encuentro en Aranjuez, fue cómo si estuvieras aquí.
Un beso
Les debo a quienes se interesaron, la historia completa... ¡Qué alegría saber que mi relato fue leido!
ResponderEliminar=)
(Casualmente esta tarde me lo había anticipado otro pajarito)