jueves, 12 de febrero de 2015

ESTE JUEVES UN RELATO: La máquina del tiempo



Las instrucciones recomendaban actuar con precaución. Evitar caer en la tentación de utilizar la máquina irresponsablemente, curioseando en la historia sin ton ni son, de atrás para adelante o viceversa, yendo y viniendo del futuro y retrocediendo luego hacia el pasado para caer otra vez en un presente que dejaría así de resultar punto esencial de la vivencia humana. Los riesgos podían ser muchos y los daños variados e irreversibles.

Por el contrario, la consigna para utilizar aquel preciado artilugio en el que magia y ciencia habían convergido con tanta justeza era la de trazar cuidadosamente un rumbo hacia uno de los lados de la recta histórica, definir un objetivo claro y conciso, planificar la acción con la frialdad de quien no se guía por las emociones y fijar de antemano un retorno sin posibilidad de ser manipulado a causa de un eventual cambio de planes surgido por capricho,  irreflexión o curiosidad. El seguro regreso estaba garantizado. Sin importar el tiempo que se recorriera virtualmente, el desplazamiento horario efectivo siempre resultaría ser de una hora, ni un minuto más, ni un minuto menos. Una hora de alejamiento de la realidad actual para dirigirse hacia un pasado añorado o un futuro incierto, hacia un ayer desconocido o hacia un mañana jamás imaginado.  

Su deseo de retornar hacia aquellos felices momentos de su infancia pudo más que su afán de exploración científica. Regresar hacia atrás para reencontrarse con los sitios en los que fuera otrora tan feliz, tan querido, tan contenido. Volver a ver aquellas caras amadas, sentir otra vez aquellos aromas, aquellos sonidos… volver a vivir en definitiva lo que con tanta añoranza solía evocar como el sustrato fundacional de su vida, su propia identidad forjada en medio de tanto amor y plenitud. Eso deseaba sin dudas, eso ansiaba volver a revivir y hacia allí sería entonces su camino.

Justo en el momento de bajar la palanca para activar el proceso, luego de haber fijado en el tablero de comando las coordenadas de tiempo y lugar, tuvo un angustioso presentimiento a modo de diabólica epifanía… ¿y si los filtros levantados en su sensibilidad luego de tantas experiencias vividas habían tergiversado su capacidad de apreciar y sentir? ¿y si por sus propios y naturales cambios la nueva percepción de aquello que con tanto amor recordaba no llegaba a ser sentido como lo había sido por primera vez? ¿y si el retorno hacia su infancia no resultaba tener la magia que originalmente conmoviera a su alma? ¿y si la decepción mataba indefectiblemente el tesoro de sus recuerdos?

La terrible duda traspasó su ser en el momento preciso en que la cancelación del viaje resultaba ser imposible. Y en ese segundo trascendente en que su hoy apenas se separaba de la re vivencia de su pasado por un destello fugaz, dejó de lado sus certezas y sus soberbias de adulto consumado y otra vez como niño, sintiéndose absolutamente vulnerable, se echó a llorar.

Más relatos y viajes en el tiempo, en lo de Alberto.

10 comentarios:

  1. Es un sueño eso de poder regresar al pasado, pero ¿y si el pasado no es como lo recordamos? Da miedo...

    ResponderEliminar
  2. Lo describes como si ya te hubieras subido a esa maquina, todos queremos probarla porque sabemos que no existe. Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Es el momento de arriesgarse, a confrontarse con su propio pasado, no a llorar.
    El detalle es que si viera al pasado, tal vez no lo sería como lo recuerdo. Pero no lo vería como fue exactamente sino como lo perciben sus actuales filtros emocionales.

    Con respecto al comentario anterior, ¿como estar seguros de que no existe?

    ResponderEliminar
  4. Se trata de un viaje a la incertidumbre... o a la verdad, conocer a otro "yo". Saludos. Pablo.

    ResponderEliminar
  5. Es verdad que a veces idealizamos los recuerdos porque tendemos a olvidad lo que no nos ha gustado. Es muy posible que si tuviéramos la oportunidad de volver a un momento feliz de nuestra infancia ya nos nos parecería tanto porque lo veríamos desde otra perspectiva....no sé, tu relato me ha hecho pensar mucho así que si me encuentro una máquina del tiempo por ahí ....seguramente pasaré de largo....
    Un beso

    ResponderEliminar
  6. Los niños tienden a magnificar momentos, lugares y personas. En efecto, volver a vivir algo que se magnificó de pequeñitos puede tener un efecto no deseado y rompernos un mito. Creo que será mejor que el pasado sea pasado, y vivir el presente.

    Un fuerte abrazo Mónica, y gracias por participar.

    ResponderEliminar
  7. Me daría pánico por si se deshacía el hechizo con el que recuerdo mi infancia.

    ResponderEliminar
  8. Excelente relato, no sólo por la envolvente descripción, también por un ritmo que te acelera creando cierta ansiedad. Magnífico final condensando todas las expecatativas en una sola línea.
    Besos

    ResponderEliminar
  9. ¿Sabes? creo que has dado forma escrita a algo que alguna vez todos hemos pensado. Idealizamos los recuerdos hasta el punto que, si por casualidad volvieramos al momento recordado, nos daríamos cuenta que no era tal como lo soñábamos. Era, casi siempre, más pequeño, menos bello, menos importante.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Amedida que avanza el relato crece el sentimiento de angustia. Ese llanto final lo dice todo. Yo creo que no subiría a esa maquina de existir, lo pasado pasado, lo que venga ya llegará.
    Besos Neo.

    ResponderEliminar