Parte
3: LAURA Y FLORIÁN – PRESENTE CON FUTURO
La
mujer se despertó con un sabor agridulce en sus labios después del sueño. Una
lágrima y una sonrisa se mezclaban en su rostro y abriendo la cortina de su
ventana dejó que la mirada se perdiera por unos minutos entre las pocas nubes
de aquel cielo de primavera.
Pensó
en Leonor, en Federico…les agradeció infinitamente que se hubieran presentado
así, tan íntimamente, retribuyéndole quizás por el haber reunido otra vez
aquellas ofrendas de amor intercambiadas hacía tantos años. Fue feliz al haber
comprobado que ambos pudieron conocer el verdadero amor, ese al que muchos
jamás encuentran.
Pensó
también en qué hacer con el escarabajo y la cigarrera, cuál sería el mejor
destino para ellos. Supo que deberían estar siempre juntos, por supuesto, y
entendió que no era la venta el final que ellos merecían.
Se
le ocurrió que quizás pudiese ubicar la tumba de Leonor, y allí dejarlos, como
póstumo homenaje. Conocía la familia, la estancia; si había sido enterrada allí
o en el cementerio del pueblo no sería difícil saberlo. No era lejos, a penas unas
horas de viaje por la ruta y lograría estar cerca de quien fuera la propietaria
de su bello escarabajo. Pero la idea no terminaba de convencerla. Testimonios
de un amor tan grande no deberían terminar bajo tierra, en una tumba, con sólo
uno de los amantes …de esa manera la ceremonia no estaría completa. Quizás las
dos reliquias merecerían un mejor sitio para descansar juntas. Tal vez el lugar
mismo que vio nacer y crecer tan profundo sentimiento fuera el mejor marco para
su posteridad…pensó entonces en Paris…en esos momentos era otoño allí…como
cuando Leonor y Federico se conocieron…y la idea de la ribera del Sena, el
viejo Montmartre, las plazas doradas por la alfombra de hojas, la plateada
melancolía de las nubes y el agua la enternecieron aún más.Eso
terminó por decidirla: París sería entonces!
Frente
al empleado del aeropuerto, mientras él chequeaba su pasaporte, fue la primera
vez que tomó conciencia de la asombrosa coincidencia.Increíblemente
nunca, en tantos años desde que tenía el escarabajo, había tomado nota de que
las iniciales de su propio nombre coincidían con las de Leonor. Quizás
contribuyó a ello el hecho de que siempre decidió ignorar el María:
siempre detestó llamarse como aquella odiosa tía que amargara tanto su
infancia…pero esa era otra historia…
“LMA”,
decía sobre el reverso del escarabajo…”Laugra Magría Agrmas”, leyó en
imperturbable intento de español el empleado de migraciones. Y aquella tan
obvia declaración, cobró, de improviso, el carácter de un nuevo signo por
descifrar…
¿Qué
fue lo que hizo que nunca antes aquella mujer tan atenta para resolver los
secretos de otros jamás se hubiese percatado de aquella extraordinaria
ocurrencia del destino? ¿Qué nuevo ingrediente se agregaría al sortilegio del escarabajo y la cigarrera?...Con la mente casi obnubilada por el sorpresivo
descubrimiento la anticuaria recibió sin pensar sus papeles de desembarco,
luego de arribar a aquel Paris otoñal, mágico y eterno, que la recibía con otra
maravillosa incógnita dispuesta a ser interpretada.
El
hotel era tal como lo había imaginado, los parques, como siempre los soñó, el
Sena, tan increíble como en las postales, la magia, como sólo experimentándola
se puede sentir…Ella, casi impensadamente, por capricho y fortuna del destino
estaba allí, recién llegada desde un sur que se le antojaba de otro mundo,
pretendiendo caminar como si supiera hacia dónde dirigirse, pero en realidad,
eran de otros los hilos que dirigían su paseo, evocando otros pasos, lejanos ya
en la historia, pero sin duda, aún presentes entre aquellas callecitas sin
tiempo.
En
la mano, un mapa de la ciudad que siempre quiso conocer, sobre su pecho, el
escarabajo tan querido que cada vez más se enlazaba a su vida, en la cartera,
la cigarrera labrada…y en su corazón, la mágica sospecha de que algo maravilloso ocurriría al final del día.
La
mañana se disponía para ella con todo su esplendor. Sus ojos se esmeraban
buscando entrever señales, secretos, signos que le dijeran hacia dónde, cuándo,
qué… Las horas transcurrieron blandamente. Sin considerar el cansancio que
podría sentir, haciendo uso de su empolvado francés y obedeciendo los letreros
de las calles, pronto llegó a su inevitable destino: el Louvre…
Con
sus contrastes insolentes y su promesa de eterna persistencia, el museo se le
presentaba como el sitio ideal para terminar de compaginar y darle un marco
adecuado a la ceremonia de reencuentro del escarabajo y la cigarrera. Sabría
por fin dónde culminar aquella historia de amor inconcluso y eso la hacía
sentir feliz.
Si
bien siempre quiso recorrer detenidamente cada una de las galerías de aquel
templo del arte y de la historia (para ella, amante de las antigüedades, estar
allí era como estar en el corazón del paraíso) sin dudarlo se dirigió
directamente al Departamento de Antigüedades Egipcias.
Egipto
Copto, Faraónico o Romano…tres posibilidades en que se abría su búsqueda y a
las que decidió responder comenzando por Egipto Faraónico, supuso que sería
allí donde estaba el original de su escarabajo.
Recorrió
varias salas entre estatuillas, utensilios y amuletos. Encontró varios
escarabajos de cuarzo pero no eran como el que lucía sobre su pecho. Aquellas
maravillas la hipnotizaban y la iban sumergiendo poco a poco en un mar de
ensoñación que la fue poblando de un íntimo bienestar. Aquél mundo de reliquias
la atrapaba, haciéndole volar la imaginación y la sensibilidad hasta llegar a
sentir que podía casi tocar a quienes habían labrado aquellas piedras y pintado
aquellos trazos.
De
repente, en una vitrina con muchas otras joyas y amuletos, allí estaba, entre
las pertenencias del Rey Amenemhat III, hecho de oro, vidrio y madera…el
original de su escarabajo, que simbolizaba la reencarnación y las fuerzas de
movimiento del sol. Sintió una profunda emoción y una extraordinaria conexión
con aquellas dos personas que en ese mismo lugar, varias décadas atrás se
habían encontrado frente a aquel mensajero de dioses iniciando juntos la que ya
era parte de su propia historia.
Contempló
extasiada aquella pieza por largos momentos, buscando atravesar, si hubiera
sido posible, el cristal que separaba sus manos de aquellas texturas. Mientras
la observaba, acariciaba, en compensación, la lisura de “su” propio escarabajo,
que, desde su solapa competía en belleza con su gemelo.
Entre
la semipenumbra de la sala, recién advertido por la anticuaria que se
despertaba suavemente del encantamiento, un hombre alto, de ojos amables,
claros y penetrantes le sonreía como celebrando también por un reencuentro.
-
Hermosa y mágica coincidencia – dijo…mientras a Laura le subía imprudente y
delatora la sangre hasta sus mejillas.
-
Son prácticamente idénticos – se apuró a aclarar el hombre para justificar con
inocencia su intromisión.Con
acento claramente compatriota, aquel extraño de aspecto afable y algo entrado
en años decidió presentarse sin más trámites, buscando diluir con su simpatía
la sorpresa de la mujer.
-
Florián Dálman Suárez – dijo, extendiendo al mismo tiempo su mano - es una
alegría encontrar a alguien a quien le entusiasmen como a mí estas
antigüedades. Y además, una satisfacción extra que hable el mismo idioma…el
francés no es muy fuerte y para comunicarme aquí, realmente tengo que hacer un
gran esfuerzo – agregó con muestras de gran sinceridad.
A
estas alturas Laura estaba sonriendo, su corazón maravillosamente agitado, con
la mano de Florián entre las suyas, repasando mentalmente las iniciales (F,D,S)
del nombre que ya nunca más le sería extraño…mientras pensaba maravillada en
los vericuetos que hizo el destino para conducirla hasta ese preciso lugar, en
ese preciso momento…
(…de
la misma manera que a mí me guió para narrar estas historias…)
¿Reencarnación? ¿Se volvieron a encontrar una vez más? Tal vez ese era la razón secreta de la anticuaria, en buscar esas antiguedades con cierta connotación. Por eso vio esa historia, porque era la suya propia.
ResponderEliminarQue buena historia.
Me alegra que te haya gustado!...no, no fue mi intención aludir a la reencarnación, simplemente apuntar a las formas -llámese casualidades, predestinación, etc- en las que el destino suele jugar con nosotros.
ResponderEliminarGracias por seguir la trama con atención e interés!
=)
el destino muchas veces nos va guiando por el sendero insospechado ya trazado por este ser mitológico, nada lo puede modificar o cambiar, más aún, todo lo que hagas por cambiarlo, será la forma correcta de hacer que puedas encontrarlo, pero lo que tú cuentas, no es simplemente un destino cualquiera, es la forma curiosa de explicar, el porqué son iguales muchas historias, como una especie de rueda, el mundo va girando, pero con ello, hace que los que vivan en el planeta, vuelvan a la vida y vuelvan a escribir nuevamente su historia..... un beso
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