La primera vez ocurrió durante
una tormenta. Mientras los oscuros nubarrones cubrían el cielo nocturno, cierta
inquietud que sobrevolaba en la atmósfera parecía preanunciar la posibilidad de
que algo mucho más inusual que rayos y truenos se sucedieran esa noche.
La vieja casona se hallaba en
total silencio, ya que nadie más que él la poblaba desde que sus padres
murieron y su hermana decidiera mudarse más cerca del pueblo. Su fiel perro
Dingo, agotado por las largas jornadas de cacería que habían sobrellevado esa
semana, apenas hacía más que estar echado junto al fuego, resoplando las
chispas que alcanzaban con persistencia su hocico de adiestrado sabueso, ansioso ya, por su retiro.
Los primeros truenos resonaron
quebrando la placidez del galgo y los nostálgicos pensamientos de su dueño. No
resultaría exagerado comparar la repentina aceleración de sus latidos con la
irrefrenable carrera que emprende una liebre ante un peligro inminente. La
lluvia torrencial se desencadenó con tal ansia que parecía ser la última vez
que el agua caería sobre aquellas tierras.
De repente el sonido agudo del
teléfono culminó por quebrar la pretendida templanza de ambos solitarios. El hombre notó
que la voz le nacía entrecortada desde el abismo de su silencio, se esmeró entonces por
procurar mostrar un acento afable en sus palabras. Pese a repetir varias veces –y
elevando más el tono- la misma inquisitoria pregunta para averiguar quién le hablaba,
nada pudo distinguir más allá de un forzado murmullo y algo muy parecido a un
quejido lastimoso que agregó más inquietud a su desconcierto. La llamada no se
prolongó más que unos segundos, pero fueron suficientes como para poner a
trabajar a pleno sus presunciones y sus miedos.
Lo primero que hizo luego de
cortar fue comunicarse con su hermana y algún otro conocido que pudiera haberlo
querido llamar en aquella desapacible noche de inquietud y tormenta. Luego de
constatar que entre sus cercanos ninguno había intentado telefonearle, su
imaginación siguió disparándose a la par de los estertores de la noche inhóspita
que ya moría.
Después de aquella primera vez se
sucedieron muchos otros llamados tan misteriosos como desconcertantes. Descartó
de plano la posibilidad de estar siendo destinatario de alguna broma pesada. Ninguno
de los habitantes de aquellos páramos resultaba dar con el perfil necesario
para armar semejante parodia de mal gusto. Además los quejidos lastimeros iban
poco a poco tornándose algo más audibles, asemejándose cada vez más a palabras
pronunciadas con la firmeza de alguna advertencia o de una sentencia anunciándose
incumplida.
No podía dejar de reconocer que a
cada momento -tanto del día como de la noche- se sorprendía aguardando la
chillona campanilla de su teléfono anunciando otro de los preocupantes llamados
que aún no conseguía dilucidar. Tanto por su procedencia incierta como por lo
encriptado de sus contenidos, aquellas llamadas iban horadándole cada vez más tanto
el transcurrir monocorde de sus días, como la ya precaria racionalidad de sus
pensamientos.
Quizás por vergüenza o por la
certeza de no poder conseguir quien lo ayudara a identificar el origen de aquellos
extrañas llamadas telefónicas, a nadie le dijo de sus angustias. A nadie le
comentó de sus sospechosas premoniciones.
Lo cierto es que lo único que se
pudo reconstruir más tarde –basándose en algunos inquietantes escritos que el
hombre dejara garabateados a modo de diario de su infortunio- fue que después
de varios meses padeciendo tal grado de tortura telefónica, creyó reconocer en aquella
voz lastimosa el rastro de alguien que no debía ya estar en el mundo de los
vivos. La presunción de quienes lo encontraron junto al teléfono –con el tubo descolgado
y mudo, muy cerca de su cabeza- fue que el infortunado decidió al fin descerrajarse
un tiro en la sien, desesperado por la soledad inmensa en que estaba sumergido…o por la locura que comenzó a sembrarse entre sus viejas culpas.
Más relatos telefónicos, en lo de María José
No debía tener la conciencia tranquila si se suicidó.
ResponderEliminarMuy buen relato,Moni.
Besitos.
Acongojable. Atrapa des de el primer momento, presientes frase por frase la deseperanza del hombre que insinua que todo va acabar mal.
ResponderEliminarDominas como nunca este estilo de narrativa en este magnífico relato.
Me ha gustado mucho Neo.
¿Paranoia o realidad? A veces hay llamadas que no controlamos...
ResponderEliminarMe acabas de dejar atónito, y no es peloteo. Una llamada tipo psicofonía que, finalmente, consigue su objetivo: atraer a este desdichado a su terreno, digamos, no físico.
ResponderEliminarExcelente!!
Un beso
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTensión al límite, al borde de un disparo.
ResponderEliminarUna llamada "de película".
Corto, no sea cosa que....
Besotes
Negro.
ResponderEliminardonde termina la creatividad y comienza la genialidad?
ResponderEliminarQuizás debió haber confiado en alguien. Cuando ese otro nos es par, alivianamos la carga...
ResponderEliminarTal vez hablando se entiende la gente,
ResponderEliminarun relato lleno de inquietudes.
que tengas una buena semana.
recibe un abrazo.
Un magnífico relato que no permite dilucidar con claridad cual fue el motivo real de tan triste final ¿imaginación, realidad?, seguramente algo de ambas cosas. La soledad no deseada al fin y al cabo es dura y muy dificil sobrellevarla.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Que final! Por lo que haya sido, que manera de quitarse la vida. La soledad puede hacer estragos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Desde el inicio (tan atractivo) se crea un ambiente tanmisterioso, que la lectura se hace inevitable hasta el final. Excelente, la soledad es una explicación del origen de la locura, quizás esa llamada nunca existió, tal vez estaba en su imaginación. Un abrazo Mónica
ResponderEliminarUna tremenda historia. Las llamadas incomprensibles son un magnífico tema. Hace unos pocos años recibí varias de número secreto en que nadie hablaba, solo sonaba música clásica. Primero me pareció divertido, luego empecé a preocuparme por si fuera algún mensaje ...
ResponderEliminarAbrazos Mónica.
Me recuerda tu relato a las películas de terror, una vez vi una que recuerdo el título en la que el muerto hacía las llamadas y me cagué literalmente.
ResponderEliminarLeyendote he vuelto a a ver esa pli por segunda vez. Muy bien narrado.
BESICOS.
que mala la soledad, es mala consejera, igual que el teléfono que nunca se coge
ResponderEliminarEmpieza interesante, pero yo pense que el personaje recibia un llamado de si mismo en el futuro.
ResponderEliminarAunque el tema de la paranoia es interesante.
Un buen relato de Crónica negra. Me ha resultado intrigante y que engancha desde el principio. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
he escuchado miles de relatos de llamadas desde el otro mundo, aunque soy ateo siempre presto atención a ellos, y este me ha gustado mucho por la forma como lo has narrado, me gustaría algún día tener este tipo de experiencia tan sólo para tener alguna duda de que exista el más allá, me agradaría tan sólo tener una duda para empezar a creer, tal vez, una historia similar y que me encantó desde que la escuché desde muy niño, es la de la madre que contesta una llamada de un hija muerta hace más de diez años, y que le dice que está perdida y que no puede llegar a casa, cuando la madre sale de su letardo, empeiza a preguntarle si ella está bien, cosa que su hija le responde que sí, la madre con el corazón golpeándole muy fuerte sigue haciedo preguntas mientras sus lágrimas corrían por todo su rostro, mientras que la voz en el teléfono se va apagando hasta hacerse muda, se dice que ella desde ese día no ha podido despegarse del teléfono, por si su hija intenta comunicarse de nuevo....
ResponderEliminarRelato desgarrador y tremendo. Es posible que un hombre llegue a la locura por una llamada que agudizada por su soledad, le hizo caer en la desesperación.
ResponderEliminarUn abrazo
Magnìfico relato, donde el continente y contenido se se funden equilibrados en una ortodoxia narrativa excelente.
ResponderEliminarComo nos tienes acostumbrados.
De la llamada, no digo nada, queda un mundo de interpretaciones.
Besos.
Alfredo
No pudo soportarlo, impresionante! qué miedo de llamadas, son peores que las de movistar jajaja
ResponderEliminarEn serio, buenísimo el relato, engancha y te deja sobrecogida.
Un besito.
Este hombre muy tranquilo no estaba, no.
ResponderEliminarUF! que angustia la suya. Nos has metido de lleno en la historia Neo.
Un abrazo.
entre nuestros compañeros , me refiero al estilo de nuestra escritura, hay de todo...mis maneras, eso lo sé, no alcanzan a las tuyas ni en broma...dicho esto, mónica, casi que sólo decirte que CHAPEAUUUU¡¡
ResponderEliminarpero mientras te leía, se me ocurría que mantener una conversación contigo debe de ser de un enriquecedor QUE TE CAGAS...esto lo demuestra tu amplio bagaje de palabras y adjetivos..
medio beso.
No debía tener muchos amigos, de haberlos tenido el tormento de ese teléfono hubiera sido mas llevadero... también pudo prescindir de él. Mala cosa, eso de obsesionarse con las llamadas hasta llegar a suicidars... pero como relato de terror es muy bueno
ResponderEliminarUn abrazo :)
Lola
La voz de la conciencia es la más poderosa de todas, esa voz que lo atormentaba era algo que había dejado pendiente en su pasado.
ResponderEliminarMe encantó ese final Moni, es tremendo y justo.
Un abrazo enorme.
EXCELENTE RELATO Y VAYA QUE ME HA IMPRESIONADO BASTANTE EEE ME HAS DEJADO MUY ASUSTADA IMAGINÁNDOME LA ESCENA UUFFF !!!
ResponderEliminarPienso que la conciencia no la tendría muy limpia, pero de todas formas, vivir alejado, solo, con tormenta, y sentir una voz rara a través del teléfono, yo salgo corriendo, y no paro hasta que llego a casa de mi hermana, je, je.
ResponderEliminarBuen relato Neo. Besitos.
Final inexplicable como las llamadas que recibia, solo él podría decirnos por qué lo hizo y por qué le angustiaban de aquella manera. Me puedo imaginar mil cosas y es una excelente primera pagina para una novela. Gracias por participar. Un beso
ResponderEliminarMisterio y suspense hasta el final. Buen relato Neogéminis.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un relato que inquieta, creas o no en estas cosas.
ResponderEliminarSiempre he pensado que si los muertos pudieran vengarse de los vivos, andaríamos con mucho más cuidado en lo que hacemos en esta vida.
Un abrazo
ibso
Me gusta sobremanera la forma en que vas introduciendo al lector en el misterioso e inquietante clima que hace que el imprevisible final nos resulte casi lógico y natural. Las llamadas se asemejan a la voz de la conciencia que unidas a la soledad, determinan su extinción como forma de acabar con ese angustioso y machacón sonido.
ResponderEliminarImpecable narración, Neo.
Un abrazo.
Menuda manera de ir atraer al lector sin que este pueda dejar de leer hasta conocer el desenlace del relato. Me ha encantado. Una historia llena de misterio que culmina con un final tan desconcertante como las llamadas que recibía el protagonista. Me gusta el ambiente de tensión y miedo que has creado. Un beso.
ResponderEliminarAtrapada en el sonido de tus letras, asi estoy.
ResponderEliminarMe aterra pensar que alguna vez me tocara una llamada así. Angustioso final.
Un beso
un relato que termina de forma espectacular... me encantó de principio a fin, cada palabra! un beso amiga!
ResponderEliminarNeo, mantienes la intriga con maestría. Un relato estupendo de principio a fin.
ResponderEliminarun beso