Se los aconsejo, se los pido, más que como profesional, como
simple portadora de un físico que se transforma en productor de una imagen
anómala apenas se encuentra en un sitio reducido y con grandes superficies
reflejantes.
No pongan espejo en los ascensores…
Si se quiere provocar una sensación de mayor amplitud
recurran a la argucia de utilizar otro tipo de materiales y texturas…o jueguen
con las luces. Esas que se acostumbran a instalar -adecuadas
para iluminar los flashes más cruentos de las películas de terror- colocadas en
forma rasante sobre el susodicho espejo son inhumanas.
Nadie, por más hermosas que sean sus facciones sale bien
parado. Es una crueldad. Una cruda manera de cachetear la autoestima de quien,
incauto, cruza el límite entre algún pasillo o hall, más o menos agradable y se
enfrenta, sin aviso ni anestesia a ese impiadoso auto reflejo “de lo que
mostramos” (nótese que no digo “de lo que somos”).
Nadie puede reponerse fácilmente de semejante suplicio
forzado: el tener que permanecer por varios minutos contemplando, con lujo de
detalles, nuestra cruenta imagen espejada cuyos defectos, ángulos filosos,
redondeces varias, ojeras de noctámbulo, arrugas, pecas, lunares, granos y
demás subespecies dermatológicas nos asaltan, mientras nos hallamos desprotegidos,
en ese cubículo de tormentos que resulta cualquier ascensor con espejo. Ni
hablar lo impiadoso de colocarlos de cuerpo entero!...ni siquiera nos queda el
recurso último de bajar la vista huyendo, púdicos de aquel rostro gastado que
nos grita en silencio: “de esto no te escapas”!!!!
Alguna vez leí (seguramente en esas revistas que se acumulan
en las salas de espera de oficinas y consultorios) que los yanquies y los
japoneses son los únicos que, al entrar en un ascensor, automáticamente y al
unísono se colocan parados de frente a la puerta, así se trate de un ascensor
muy amplio y de que el trayecto que se deba realizar implique estar sumergido
en un mar de espaldas y olores de desconocidos (parece ser que en todos los
otros países la gente se ubican más libremente, enfrentando cualquier pared o
charlando con otras personas). El artículo en cuestión, daba como razón de ello
a la practicidad y eficiencia que reina en dichas sociedades. La gente estaría
habituada a aprovechar al máximo cada minuto de su tiempo y colocarse
enfrentando directamente la salida del ascensor, implicaría disminuir el tiempo
que se utiliza desde que se comienza hasta que acaba el trayecto. Se me ocurre
otra teoría. La causa que puede existir es que ellos han encontrado ese recurso
(quizás ya incorporado inconscientemente) para huir de sus propias imágenes
reflejadas: dándoles la espalda, concentrando su atención en la puerta o en sus
propios asuntos pendientes, ellos se protegen del negativo influjo de los
espejos, montados en el fondo o en los laterales por alguna mente siniestra que
sólo busca dañar y deprimir.
Se rumorea que esos pérfidos sicópatas diseñadores están
utilizando desde ahora el malévolo recurso de colocar espejos en las mismas
puertas de los ascensores para shockear en masa a los que ya se habían
habituado a encontrar en esa estrategia la segura manera de huir de sus propios
reflejos. De esa manera, a modo de telón que se descorre, y dada la proximidad
con que se lo enfrenta, el efecto devastador aumenta y el efecto sorpresa ataca
con mayor impiedad.
No es justo. Debemos iniciar campañas para que esto acabe.
No es ya una súplica, no es un simple pedido…¡es un RECLAMO! -con todas las
letras en mayúsculas-
Quienes venimos padeciendo este suplicio de enfrentar en
reiteradas ocasiones ese otro yo que nos contempla desde el otro lado del
espejo, exhibiendo impudoroso nuestras más temidos defectos, no siempre podemos
recurrir a la manera más sana y simple de escapar utilizando las escaleras. No
todos son tan ágiles. A veces los pisos a recorrer son muchos y no todos
estamos para semejantes desafíos. Subir diez pisos a pie por no enfrentar una
imagen fantasmal que se puede evitar tampoco es de cuerdos. Mucho más lógico es
no poner espejos y ya…tan definitivo como eso…
Así que, amigos, recurro a este blog para iniciar una masiva
campaña (global sería un término más contemporáneo) y así reclamar por nuestros
derechos:
NOOOOO!... A LOS ESPEJOS EN LOS ESCENSORES!!!!
...he dicho!
siento mucho ser el primero en escribirte, pero luego de leerte quiero exponer mi tonto punto de vista, que la verdad no me afectan los espejos en el ascensor, creo que todo depende del autoestima de cada persona, además que me levanto de la cama, me lavo la cara y me arreglo el cabello con gel sin mirarme el espejo, porque ya sé como me veo, no necesito estar horas eternas tratando de camuflar lo que ya sé que padesco, al final de cuentas veo mucha gente que al caminar por las calles se encuentra con vidrios reflectores colocados en edificios, y se dan el lujo de mirarse durante todo el trayecto que le dan sus pasos, retocándose el peinado o modelando como si estuviera en alguna pasarella de modas, algunos hasta se detienen un rato olvidando que al otro lado existe un tipo sentado en su oficina que los contempla todo idiotizado, bueno también he pecado en observar del otro lado a las chicas que se acomodan los pechos frente a ese supuesto espejo, entonces si es dificil estar observándose por qué esta gente se mira tanto? no debería de ser al contrario? osea quitar la vista de esos vidrios mientras caminan o estar menos horas arreglándose frente al espejo de su habitación? supongo que tienes un espejo en tu habitación, no deberías de quitarlo? incluído el del baño?
ResponderEliminarNo Luis...el espejo que tengo en mi baño me quiere mucho...es de lo más generoso! ajaja...de ahí que cuando salgo lo hago con la autoestima intacta, al menos, no demasiado maltrecha!...el tema va con los espejos de los ascensores, porque, dado el poco espacio como para ponerse en perspectiva y lo malintencionado de las luces -vaya a saber uno porqué- el efecto que suele darse es tan nefasto para lo que refleja que nadie sale "bien parado" en la compulsa! ajjajaa...al menos para mi ojo observador.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por pasarte siempre por aquí.
No a los espejos... noooo
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Tienes razón, esos espejos distorsionan y habríaan de ser prohibidos. Y de paso los de las porterías de edificios, Creo que esos que decoran(???) algunos portales son aún peores.
ResponderEliminarMe sumo a tu campaña.
Estoy de acuerdo!!
ResponderEliminarBien planteado, tal vez lo de los espejos sea una medida contra los basiliscos, para quienes es letal su imagen reflejada.
ResponderEliminarOtro tema a plantear es como nos imaginan a los que ponemos una imagen misteriosa en los blogs. O para ser concreto como me imaginan a mi, basandose en lo que posteaba, cuando no me habian inhabilitado mi cuenta. Me extrañan, podria abrir otra, pero me resultaria tan dificil empezar de nuevo.
A mí me gustan. Me entretengo en el viaje.
ResponderEliminarUn abrazo
Me has convencido, voy a ir rompiendo espejo de ascensor en ascensor y si caigo preso, soy tu nombre y la causa. Saludos un radical y fundamentalista seguidor de tu blog.
ResponderEliminarPerdóneseme la broma:
ResponderEliminaren mi casa no hay ascensor.
Jajaja, qué divertido!!! ;)
ResponderEliminarcrueldad. Esa es la palabra. Rostros amarillentos y sin vida, nos devuelve impune.
ResponderEliminarMe has hecho reir. Ayer leí este artículo: Un año sin mirarse al espejo. ¿Es tu reflejo tu peor enemigo?
ResponderEliminarLas blogueras americanas defienden una nueva tendencia para mejorar tu imagen: evitar los espejos ayuda a ganar 'autoconfianza' y a huir de la vanidad.
http://smoda.elpais.com/articulos/espejito-espejito-alejate-de-mi-es-tu-reflejo-tu-peor-enemigo/2258
y no sé tampoco es para tanto, no?
esos momentos concretos de mirada ante el espejo sirven para retocar, limpiar algunas espinillas, comprobar cuantas canas van naciendo y ver la nueva capa de celulitis jajaja
un abrazo escritora :)