Aquí en lo alto, cerquita, muy cerquita del sol y las nubes y desde que tiene memoria, ella ha vivido en esa misma casa, absorbiendo el mismo paisaje, recorriendo los mismos senderos, arañando las mismas piedras, susurrando los mismos cánticos ancestrales, contemplando los mismos verdes en primavera y el eterno blanco en los despiadados inviernos.
Entre laderas abruptas y las rocas escarpadas, en medio de estas soledades que no saben de llanuras, ella se ha pasado la vida subiendo y bajando, luchando por un día más, con esfuerzo y dedicación, sobreviviendo a la adversidad de habitar en el pináculo más inexpugnable de las montañas…pero siempre luciendo la misma sonrisa franca en su rostro y en su mirada.
Quizás la plenitud del alma aquí en lo alto se alcance mucho más fácil que en medio de esos otros lejanos mundos, esos que –dicen- existen allí abajo, donde tal vez nunca se alcancen a ver los límites del cielo haciéndose uno con las últimas montañas y el sol, dadivoso mensajero, llegue a mostrarse apenas nacido y en su último destello.
Allá lejos, en esas lejanas tierras, las nubes jamás llegan a cubrir con su manto etéreo el paso de los viajeros ni tampoco la luna -en su inmediatez- logra conmover el corazón como en estas alturas. En aquello parajes la gente vive apiñada, inquieta, angustiada, sola…
Desde aquí, casi al filo de la eternidad que se divisa entera, la anciana mujer, entrecerrando sus sesgados ojos para agudizar la certeza de sus pensamientos, se dispone a descansar –quizás para siempre- sumida en la misma felicidad que la inunda cada vez que su espíritu logra transmutarse en ave…y vuela.
..más gente entre nubes, en el Daily
Primera vez Moni que me hiciste llorar,....lo sentí en carne propia
ResponderEliminarBESOS ((:))
Arriba de todo, entre montes que rozan los cielos, la pureza del aire llega a oprimir y a doler, no se ven puestas ni amaneceres, ocultos entre peñas. Allí arriba se sueña la perfección absoluta, alejada, íntima, feliz ignorando llanos, masas, angustias y prisas.
ResponderEliminarEn la orilla del mar dicen lo mismo los viejos marineros cuyo horizonte no tiene límites y navegan su barca en la más absoluta infinitud.
Monica, existe esa anciana en alguna cumbre soñada, tú la haces posible, serena, en paz, en harmonia.
Volar...
ResponderEliminarVida sencilla, serena, disfrutando el instante que le regala el nuevo dia.
ResponderEliminarLibertad y paz.
He volado en tu nube y me voy tranquila.
Un abrazo.
Allí en esas montañas, desde luego el cielo está muy cerca, y la serenidad que se debe sentir es tan grande que ni la muerte representa un drama en si misma, sino una vuelta con el universo que te vio nacer.
ResponderEliminarMuy bonito
Un abrazo
Hola, ola de mar...
ResponderEliminarVivir siempre en la tierra helada, de cara al mundo que tenemos, nos hace llorar. A veces me he preguntado como sería vivir en otro mundo, tocando las nubes, perdiéndose la mirada en un infinito mar de nubes. Aquí nos acostumbramos a vivir así, como abejas, suspirando por nuestro propio espacio y a la vez luchando por seguir en plan gregario. Otro mundo s iempre es posible.., incluso dentro de este.
Siempre una distancia, un espacio separador con quienes conmigo viven. A qué esta necesidad en mí de un SAngri lá.
ResponderEliminarMe gusta de que cites que el invierno es duro.
Tésalo
Un sueño recurrente, vivir arriba, volar, ver el planeta a vista de pájaro. Una frustración.
ResponderEliminarSalud y República
Describes bien algo ya escaso, la comunión entre el ser humano y la Naturaleza, en este caso las laturas y sus nubes, otras veces como dice Natali la Mar y su horizonte infinito, en cualquier caso esa unión rara vez se logra hoy en día por desgracia.
ResponderEliminarUn beso
La vida no tiene limites si la frontera de nuestros recuerdos es moldeables como las nubes. Alli arriba sin tener que pedir permiso para ser feliz.
ResponderEliminarLindo, lindo.
Un beso
precioso final! convertirse en ave y volar... irse sin más...precioso relato! un besito!
ResponderEliminarEl personaje de tu historia, conserva y tiene un gran corazón de niño...:)
ResponderEliminarAbrazos.
mientras te leía, y antes de saber de la anciana, pensaba que la altura lo que lograba era, por la misma ausencia de oxígeno, acercar a uno más al cielo, a ese cielo de dioses, a ese cielo como un lugar ansiado...pero por mor de la ausencia de oxígeno y por mor de una especie de estado cercano a la inconsciencia...y casi que, en efecto, esa anciana lo que logra es es irse a otro ser, es ave, es decir, alcanzar un estado de conciencia superior...creo...
ResponderEliminarmedio beso, mónica.
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ResponderEliminarTan próximas tus letras a las alturas del espíritu. Con un vuelo casi mágico, que nos permite volar e imaginar.
ResponderEliminarMirar en en perspectiva y en estado de paz. Mucho nos trasmites con este relato, tan bello, e intenso, con tanto vuelo.
besos y abrazotes
Nos vemos en las nubes, amiga, en qué lugar pueden visitarse dos geminianas?
Veía esa dura vida en esas montañas que son el paraíso si las vivimos un fin de semana, un infierno para vivir cada día.
ResponderEliminarMe encantó ese final. Besos
Siempre esas nubes dan de nuevo esperanza por cambiar algo de una vida..
ResponderEliminarPreciosa historia.
Perdon por la tardanza en dejar comentario pero tengo mucho trabajo y llego sin ganas de hacer nada..
Sorry
Primavera
SI algo me llevo es el sosiego de la nube que nos muestras. El final de los tiempos en tranquilidad y paz, encantador relato
ResponderEliminarBesos